Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

SEÑOR NUESTRO, DANOS LO BUENO EN ESTA VIDA Y LO BUENO EN LA OTRA VIDA

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Se narra que Anas (radiallâhu ‘anhu) dijo que el Du‘â más frecuente de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) era: “¡Señor nuestro! ¡Danos lo bueno en esta vida y lo bueno en la Otra Vida, y líbranos del castigo del fuego!” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 201]. En otra versión Muslim añade: “Cuando Anas (radiallâhu ‘anhu) quería hacer un Du‘â decía estas palabras: (en árabe el Du‘â es) Rabbanâ âtinâ fid-duniâ hasanatan wa fil-âjirati hasanatan wa qinâ ‘adhâban-nâr”.

La palabra Rabbanâ (Señor nuestro) es una gran palabra. Normalmente cuando escuchamos a los niños pequeños cuando están en problemas, necesidad o en dificultad llaman a sus padres, abuyia o abba o papá. Desde que nos hacemos mayores y probablemente alguno de nosotros ha perdido a sus padres, podemos obtener un gran consuelo de clamar Rabbanâ. Puede ser que hoy nuestros padres no estén con nosotros, pero nuestro Señor está siempre presente y cerca de nosotros. Puede ser que mi abba haya dejado este mundo, pero mi Rabba está siempre presente. Nuestro Rabbanâ, nuestro Señor, es mucho más fuerte y poderoso que nuestros padres. Puede ser que nuestros abbas tengan miedo o sean débiles como para enfrentar algo o a alguien, pero nuestro Rabba es el más poderoso y no teme a nada ni a nadie. Por eso cuando decimos la palabra Rabb, no debemos solo decirla sin reflexionar en ella, si no que debemos pensar acerca de su significado.

Rabb significa aquel que nos ha dado vida o existencia. Allâh no solo es nuestro Creador, sino que después de habernos creado, nos sustenta y mantiene constantemente. Allâh sustenta nuestros ojos, nuestras cuerdas vocales, nuestro corazón, nuestro hígado, nuestros pulmones, nuestro cerebro, todo en nosotros, alrededor de nosotros y fuera de nosotros. Por ello, cuando pronunciemos la palabra Rabb debemos saber y estar conscientes respecto de quien estamos llamando. ‘Aishah (radiallâhu ‘anha) narró que cuando un siervo de Allâh dice: “¡Ya, Rabb”, Allâh inmediatamente dice: “¡Oh, mi Siervo! Aquí estoy ¿Cuál es tu necesidad?”. Por eso, cuando una persona dice Rabbanâ, Allâh está allí, presente, esperando a Su siervo y su petición. ‘Alî (radiallâhu ‘anhu) solía levantarse en la mitad de la noche y suplicar a Allâh con una humildad completa, repitiendo la palabra: “¡Ya, Rabbanâ…¡Ya, Rabbanâ”. Solía llorar como alguien que fue mordido por una serpiente, y solía permanecer preocupado y sin sosiego.

Ahora, veamos un comentario respecto del significado de este hermoso Du‘â: En la primera parte suplicamos: Rabbanâ âtinâ fid-duniâ hasanah ¿Realmente cuando pedimos “hasanah fid-duniâ” (lo bueno en esta vida), qué estamos pidiendo? ¿Qué significa? Pues bien, hay siete comentarios respecto de su significado: 

1) Al-mar-ah assâlihah (una esposa piadosa): Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Este Duniâ es un lugar para beneficiarse y el mejor beneficioso es una esposa piadosa”. ¿Cómo definimos “una esposa piadosa”? El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) explica esto en otro hadîth: “Cuando la miras, ella te agrada; cuando le pides, ella cumple y obedece”. Una esposa piadosa, es una esposa que mientras no estás, cuida de tus bienes y de su castidad. Se narra en un hadîth que cuando una mujer deja este mundo y su esposo está complacido con ella, ella entrará al Paraíso por cualquiera de sus puertas.  Una mujer es también un gran soporte y apoyo para un hombre. Un gran sabio dijo que en su pueblo había una mujer soltera que estaba ciega, sorda, muda y paralítica. Debido a su condición, nadie estaba dispuesto a casarse con ella. Un día, Allâh inspiró a un joven para que se casara con esta mujer. Este joven solía hacer la comida, alimentarla, cuidarla y permaneció en su servicio porque ella era también una sierva de Allâh. No solo cuidaba de sus necesidades, sino que se casó con ella para cuidarla, pues era también creación de Allâh. El resultado fue que Allâh bendijo a esta pareja con seis hijos, todos ellos estudiaron el Dîn, fueron huffadh, ‘ulamâ, mufti y hasta hoy ellos están al servicio del Dîn de Allâh. Esa es la Barakah por casarse con una mujer piadosa. Es por esto hermanos que aquellos con intención de casarse deben buscar el Dîn en una mujer. Si tiene Dîn, ella convertirá tu casa en un paraíso.

2) Al-aulâdul-abrâr (hijos piadosos): Naturalmente, de una mujer piadosa vendrán niños piadosos y una buena descendencia. ¿Qué significa que sean hijos piadosos “Al-abrâr”? Son aquellos que no dañan ni siquiera insectos y que no toleran el pecado. Por ello, ¿Cómo aquellos que no dañan si quiera insectos pueden dañar a un no musulmán o a otro musulmán?; Si no pueden tolerar el pecado ¿Cómo podrían cometer un pecado? Los padres que tienen tales hijos siempre recibirán las bendiciones y los Du‘â de los hijos.

3) Ar-rizqul-halâl (un sustento halâl o lícito): Cuando el sustento es halâl, la descendencia será halâl y obediente. Allâh no solo nos ordena consumir lo que es halâl, si no también lo que es saludable y bueno para realizar acciones de bien. Nuestros ingresos y comida deben ser lícitos, esto confirma que cuando el sustento es lícito se vuelve más fácil cumplir con las acciones del Dîn; pero cuando el sustento es dudoso, sus obras se debilitan. Si su sustento es harâm. No tendrá la habilidad de realizar actos de adoración.

4) ‘Ilmud-dîn (conocimiento del Dîn): Cuando uno posee un conocimiento correcto del Dîn, uno sabrá que es halâl y que es harâm, correcto e incorrecto, permisible y prohibido. Es de vital importancia saber lo que se requiere de cada uno de nosotros en cada momento de nuestra vida.

5) At-tafaqquh fid-dîn (un entendimiento profundo del Dîn): Hay quienes pueden tener un vasto conocimiento del Dîn, pero el entendimiento es de mayor importancia, pues el conocimiento es una cosa y el real entendimiento del Dîn es otra cosa. Se narra que cuando ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) hizo tahnîk a Hasan Al-Basrî (rahimahullâh), hizo el siguiente Du‘â para el: Allâhumma faqqihhu fid-Dîn wa habbibhu ilan nâsi (¡Oh, Allâh! Concédele el verdadero entendimiento del Dîn y hazlo querido para la gente). Que gran Du‘â y que completo es. Si una persona es un gran shaij o ‘âlim, pero su conducta no es correcta, la gente se alejará de él y no se beneficiarán de su conocimiento; por el contrario, una persona con una perfecta conducta es un imán que atrae a la gente hacia él y por esto ellos se beneficiarán de él.

6) Suhbatussâlihîn (la compañía de los piadosos): En un hadîth se menciona: “…pregunta a los ‘ulamâ, siéntate con los ancianos y mézclate con los piadosos”. Si permanecemos en la compañía de los piadosos, inshâ Allâh nos beneficiaremos de ellos, de su conocimiento e inshâ Allâh seremos resucitados entre ellos. Allâh dice en el Qurân: “¡Oh, creyentes! Temed a Allâh, y contaos entre los veraces” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 119].

7) Thanâul-jalqi (halagos de la gente): Puede sonar poco normal el pedir los halagos de la gente, porque del hadîth aprendemos que se dijo que si alguien te halaga debes lanzar tierra sobre su rostro. Los ‘ulamâ han escrito que esto se refiere a reyes que solían pagar a la gente para que les halagaran, y también se refiere a aquellas personas cuyo îmân es muy débil y se dejan llevar cuando son halagados. Sin embargo, en términos de thanâul-jalq el hadîth señala que cuando un verdadero creyente es halagado, su îmân crece dentro de su corazón. ¿Qué significa esto? Que cuando es halagado no toma el halago para él, sino que, por el contrario, atribuye todos esos halagos únicamente a Allâh. Si es halagado por ciertos logros le atribuye todo esto solo a Allâh pues es solo a través de la gracia y la misericordia de Allâh que él es capaz de lograr algo. Por ello, en vez de convertirse en alguien arrogante al recibir los halagos de la gente, se hace incluso más humilde frente a Allâh y por ello Allâh incluso eleva su estatus aún más. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos enseña un Du‘â relacionado con esto, él solía decir: “¡Oh, Allâh¡ Hazme pequeño en mis ojos y grande en los ojos de la gente”. Sin embargo, uno no debe pedir o solicitar que la gente lo halague.

Entonces, cuando hacemos el Du‘â Rabbanâ âtinâ fid-duniâ hasanah ¿Qué estamos pidiendo realmente? ¡Oh, Allâh! Dame una esposa piadosa, hijos piadosos, sustento lícito, verdadero conocimiento y entendimiento del Dîn, la compañía de los piadosos y los halagos de la gente.

El Du‘â continua con wa fil-âjirati hasanah (dame el bien en la otra vida). La explicación del bien en la otra vida es: Al-magfîratu bilâ hisâb (perdón de Allâh con abundancia y sin medida) y Wa dujûlul-ÿannah (el otorgamiento y entrada al Paraíso). La muerte no es nada más que la analogía de una persona que pasa por la aduana de un país. Cuando uno viaja de un lugar a otro, es investigado, registrado en las aduanas. Normalmente, la gente VIP o los diplomáticos no son chequeados. Así mismo, en el Âjirah, el îmân de cada uno será chequeado, nuestros a’mâl serán investigados, pero si eres un VIP, es decir, un amigo, un walî de Allâh, no tendrás que pasar por las aduanas, si no que serás llevado inmediatamente al lugar donde descansan los VIP; no hay rendición de cuentas, no hay libro, no hay registro. Se entra directamente al Ÿannah. Esto es lo que significa Al-magfiratu bilâ hisâb (perdón de Allâh con abundancia y sin medida) wa dujûlul-ÿannah (el otorgamiento y entrada al Paraíso).

El Du‘â termina con wa qinâ ‘adhâban-nâr ¡Oh, Allâh! Sálvanos del castigo del Fuego del Ÿahannam. La explicación de esto es que el castigo de Ÿahannam será encontrado en el Âjirah, pero en este mundo ya estamos pidiendo a Allâh que nos salve de este castigo tan severo. En realidad, estamos pidiendo a Allâh que nos salve de la lujuria y deseos que nos llevan al Ÿahannam. No estamos pidiendo a Allâh con este Du‘â que acabe o termine con nuestros deseos. Si así fuera, entonces inmediatamente nuestras esposas pedirían la anulación de nuestro matrimonio, pues no tendríamos deseos. Es una necesidad el tener deseos y es por eso que Allâh dice en el Qurân: Fue arraigada en el corazón de los hombres la inclinación por los placeres: las mujeres, los hijos, la acumulación de riquezas en oro y plata, los caballos de raza, los rebaños y los campos de cultivo. Ese es el goce de la vida mundanal, pero Allâh les tiene reservado algo más bello[Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 14]. Allâh ha puesto el deseo por las mujeres en los hombres para que los derechos de las esposas sean cumplidos. Sin embargo, no debe haber mucho deseo que nos lleve a lo que es harâm. Por ello, en este Du‘â pedimos a Allâh que nos salve de aquellos deseos que nos causan caer en harâm.

Este es un pequeño Du‘â pero abarca mucho, por eso cuando lo recitamos no debemos hacerlo sin reflexionar en su significado, ya que Allâh no acepta el Du‘â de un corazón desconcentrado. Por ello cuando hacemos Du‘â debemos al menos pensar en algunos de estos aspectos cubiertos en esta explicación o de cualquier otro Du‘â.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos conceda la capacidad de aprender de estas valiosas enseñanzas y ponerlas en práctica. Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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