Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

DE LA PROFUNDIDAD DEL POZO A LA CIMA DEL HONOR Y LA GRANDEZA

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas, dice Allah Altísimo en el Sagrado Qurân: “Todo esto te lo contamos como parte de las noticias de los mensajeros para con ello afirmar tu corazón. Con ellas te ha llegado la verdad, una amonestación y un recuerdo para los creyentes.” [Sûrah Hud (11), âyah 120]. También ha dicho Allah: “Vamos a contarte la más hermosa de las historias al inspirarte esta Recitación, antes de la cual estabas inadvertido” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 23].

Hermanos y hermanas: En el décimo año de la profecía, nuestro Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estaba en una situación muy difícil. La gente de Makkah no sólo seguían rechazando su mensaje, sino que intentaban frenar sus esfuerzos por todos los medios posibles. Los sahabah (radiallâhu ‘anhum), que lo único que deseaban era poder aprender su nueva religión en paz, eran perseguidos y torturados, y algunos de ellos emigraron a países lejanos, en busca de un lugar donde refugiarse y adorar a Allah tranquilamente. Para más dificultad, ese año el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) pierde dos pilares fundamentales en su vida: Pierde a su esposa Jadiyah (radiallâhu ‘anhâ), madre de sus hijos y la primera persona en creer en él y darle un apoyo incondicional, y pierde también a su tío Abû Talib, quien lo crio y cuidó desde la infancia y quien, a pesar de no aceptar el Islam, lo ayudó y protegió con su propia vida. ya habían pasado diez largos años de trabajo y prédica, pero la situación se veía más difícil que nunca, los caminos se cerraban y el termino de los sufrimientos no se divisaba por ninguna parte. ¿Qué esperanza movía a Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a seguir con su llamado? ¿Qué fuerza invisible mantenía a los sahabah (radiallâhu ‘anhum) en una religión rechazada, perseguida y sin futuro aparente? Los llantos de los niños hambrientos por el boicot, los gritos de Bilâl (radiallâhu ‘anhu) que desafiaba a la muerte y el ardor de las brasas bajo la espalda de Jabbâb (radiallâhu ‘anhu) contrastaban con los versículos del Qurân que anunciaban alivio, y las palabras de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), que prometían victoria.

Cierto día, Jabbâb (radiallâhu ‘anhu) y después de padecer indecibles sufrimientos, se acercó al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), quien estaba recostado a la sombra de la Ka’bah, y le dijo: “!Oh, Mensajero de Allah! ¿No vas a pedir a Allah por nosotros? ¿es que no vas a rogar que nos auxilie?” El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “La gente que existió antes que ustedes sufrieron hasta el punto de que cavaban para ellos grandes hoyos en la tierra, luego se los arrojaba en ellos y se traía una sierra con la que eran cortados a la mitad, o se rasgaba su piel con peines de hierro hasta llegar a la carne y a los huesos, pero ni aún todo eso era suficiente para alejarlos de su fe. ¡Por Allah! Allah va a propagar esta fe y habrá seguridad y prosperidad hasta que un jinete solitario podrá viajar desde San‘â hasta Hadhramaut, sin tener miedo de nadie más que de Allah y de que el lobo ataque a sus ovejas. Pero ustedes apuran mucho los resultados”. Jabbâb (radiallâhu ‘anhu) se retiró entonces con estas palabras de exhortación y esperanza, las transmitió a sus compañeros de sufrimiento, que se alegraron por una promesa alimentada sólo por una fe completa en Allah y su Profeta, y dieron con eso un nuevo motivo de burla a sus torturadores.

En esos momentos de dificultad extrema, y cuando menos señales de un posible cambio había, Allah le reveló a Su Mensajero (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) una Sûrah que serviría de alivio para él y sus compañeros, una Sûrah donde Allah cita un ejemplo práctico de la historia antigua, en el que se observa claramente cómo Allah cambia la situación de una persona o una familia e incluso un reino, de una forma que nadie, por más visión y sabiduría tenga, puede llegar a predecir. Allah reveló a Su Profeta la historia del Profeta Yûsuf (‘alaihis-salam), la mejor historia mencionada en el Qurân, y que necesitados estamos hoy de recordar su valiosa moraleja.

Respetados hermanos y hermanas: La de Yûsuf (‘alaihis-salam) es una historia llena de enseñanzas. Un niño que tiene un sueño que parece prometer un futuro brillante e importante, sus hermanos caen víctimas de envidia y deciden arrojarlo a las profundidades de un pozo para que alguien se lo lleve y lo condene a una vida de esclavitud y miseria o muera lentamente y quede su vida truncada desde su mismo inicio.

Allah nos informa que Yûsuf (‘alaihis-salam), estando en la profundidad del pozo, sin luz ni esperanza, recibió una promesa de parte de Allah, de que él, en un futuro, informaría a sus hermanos de lo que hicieron, sin que ellos lo reconozcan. dice Allah: “Y una vez que se lo hubieron llevado y hubieron acordado que lo arrojarían al fondo del aljibe, le inspiramos: “Algún día les harás saber lo que han hecho y no se darán cuenta” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 15].

¿Qué posibilidad existía en la mente del joven Yûsuf, o cualquier persona en el mundo, de que tuviera lugar algo así? La verdad es que, ninguna, pero cuando leemos el resto de la historia y nos damos cuenta de cómo ocurrió, nuestra sorpresa es aún mayor.

Después del pozo vendrían años de servidumbre, pero en una de las casas más importantes de Egipto, tratado como un hijo más que como un sirviente. pero esa situación tendría un fin trágico. Yûsuf (‘alaihis-salam) sería condenado a prisión aun estando su inocencia fuera de toda duda. ¿Dónde quedó entonces la Promesa de Allah? ¿Qué pasó con el futuro grandioso qué le mostró cuando niño? Serían esas las preguntas que lógicamente se haría cualquier persona, pero no Yûsuf (‘alaihis-salam), porque él estaba seguro de que, de la forma más inesperada, Allah cumpliría lo que prometió, pero no cuando y como Yûsuf quisiera, sino que en un momento indicado por Allah y de una manera decretada por el que todo lo sabe, y su conocimiento abarca todas las cosas.

Resonaban dentro de la atormentada mente de Yûsuf (‘alaihis-salam) las palabras de Allah Altísimo, y que debemos tener presentes en todo momento: “Allah es Invencible en Su mandato, sin embargo la mayoría de los hombres no lo saben” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 21].

Años después, por una serie de eventos extraños y que parecen coincidencia pero no lo son, el rey de Egipto en persona solicitó que Yûsuf (‘alaihis-salam) acudiera a él y tomará el control sobre las riquezas del país para administrarlas con justicia y sabiduría.

Es, finalmente en ese tramo de su vida, que Allah hace que los hermanos de Yûsuf vengan a Egipto y, después de varios sucesos, Yûsuf (‘alaihis-salam) les termine informando de lo que habían hecho, sin que ellos le hubieran reconocido, tal como Allah prometió. Luego de eso Allah permitió que se reencontrar a con sus padres y el resto de su familia, quienes se postraron ante él en señal de respeto, cumpliéndose así el sueño que tuvo en su infancia.

Así es como Allah conecta los destinos de las personas, y se cumple al final, sin duda alguna, aquello que Allah decretó.

Hermanos y hermanas: Muchos de nosotros sentimos en determinadas circunstancias de nuestras vidas, que estamos en un pozo profundo, oscuro y estrecho, o que estamos en una cárcel que nos rodea con sus barrotes invisibles, y nos priva de la deseada libertad. pero recordemos, una y otra vez, y mientras trabajamos para salir de esa situación como Allah nos ordenó hacer, repitamos las palabras de Allah: “Allah es Invencible en Su mandato, sin embargo la mayoría de los hombres no lo saben”; y recordemos cómo Allah sacó al Profeta Yûsuf (‘alaihis-salam) del pozo y luego de la cárcel, para convertirlo en la persona de confianza del rey, y quien tenía en sus manos las riquezas de Egipto.

Rogamos a Allah que nos mantenga siempre con confianza en Él y en Su Decreto, que nos ofrezca una salida a todas nuestras dificultades, y que nos otorgue una visión que nos permita llegar a lo profundo de los asuntos, con sabiduría y fe en Allah. Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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