Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

EL ALTRUISMO Y COMPASIÓN DE LOS SAHÂBAH

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Siervos de Allâh, temed a Allâh Todopoderoso, y apresuraos hacia Su perdón y complacencia. Haced de esta vida un campo de competencia en buenas obras y la búsqueda de los más altos grados. Pues, por Allâh, cuando el ser humano se presente ante su Señor Todopoderoso, nada le beneficiará excepto lo que haya realizado en esta vida de buenas obras y actos de cercanía que le resulten provechosos. Que Allâh nos permita a todos ser de aquellos que aprovechan su vida, su tiempo y sus años en todo lo que nos acerque a Allâh, y nos haga ganar Su amor y complacencia.

Hoy recordaremos algunos ejemplos brillantes y maravillosos de los compañeros del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), para que comprendamos cómo merecieron esa posición elevada y ese rango superior en bondad y excelencia, tanto a nivel de la Ummah, como de cada individuo.

Abû Nuaîm narró de ‘Abdullâh Ibn ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) que dijo: “Quien quiera seguir un ejemplo, que siga el de quienes ya han fallecido. Ellos son los compañeros de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam).

Eran los mejores de la Ummah, de corazones más puros, de conocimiento más profundo, y de menor artificio.

Fueron un pueblo que Allâh eligió para acompañar a Su Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y para transmitir Su religión. Seguid su carácter y sus caminos, pues ellos estaban en la guía recta, por el Señor de la Ka’bah”.

Alî (radiallâhu ‘anhu) los describió diciendo: “Por Allâh, vi a los compañeros de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), y no veo nada hoy que se les asemeje. Al amanecer, estaban demacrados, despeinados y cubiertos de polvo, con marcas entre sus ojos como las rodillas de las cabras, habiendo pasado la noche en la adoración de Allâh, en prosternación y oración. Recitaban el Libro de Allâh, y alternaban sus frentes y pies en su adoración. Y cuando amanecía y recordaban a Allâh, se estremecían como los árboles en un día ventoso, y sus ojos se llenaban de lágrimas que mojaban sus ropas.

¡Por Allâh! Era como si el grupo hubiera pasado la noche en la negligencia”.

Pasaban la noche en prosternación y oración a Allâh. Así describían los compañeros de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a sus hermanos entre los sahâbah (radiallâhu ‘anhum). Libros están llenos de relatos sobre esta gente, sus buenas cualidades y hermosas acciones. Quien los estudia no puede más que decir: “Allâh Todopoderoso ha dicho la verdad cuando dice: “Allah sabe mejor donde pone Su mensaje” [Sûrah Al-An‘âm (6), âyah 124].  Realmente, Allâh Todopoderoso los eligió para la compañía de Su Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam).

Algunos aspectos brillantes en la vida de los compañeros fueron Al-Ithâr (ser altruistas y dar preferencia, compasión y gastar en el Camino de Allâh. Hoy nuestra Jutbah trata de estos temas.

Alimentando a un huésped en la oscuridad

Un sahâbî vino hasta Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dijo que tenía hambre y aflicción. En esos momentos Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) no tenía nada para darle, ni en sus manos ni en su casa. Él le preguntó a sus compañeros: “¿Podría alguno de ustedes atenderlo como su huésped por mi esta noche?” Uno de los Ansâr dijo: “!Oh, Mensajero de Allâh! Yo lo haré” El Ansârî llevó a esta persona a su casa y le dijo a su esposa: “Este hombre es un invitado de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Lo atenderemos como mejor podamos y no te fijes en gastos para hacerlo”. La mujer le respondió: “!Por Allâh! No hay más comida en la casa que el poco que les dejé a los niños”. El Ansârî dijo: “Entretén a los niños hasta que se duerman, mientras me siento con el huésped. Cuando vayamos a comer, apaga la lámpara, de manera que el huésped no se dé cuenta que no estamos comiendo con él”.

El plan funcionó perfectamente y toda la familia, incluyendo los niños, pasó hambre con tal de que el invitado comiera bien. Fue debido a esto que Allâh reveló los siguientes versos del Qurân: “…y los prefieren a sí mismos, aun estando en extrema necesidad…” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 9].

Alimentando a un sahâbî ayunante

Uno de los sahâbah ayunaba continuamente sin poder encontrar nada para el iftâr. Thâbit (radiallâhu ‘anhu) se enteró de esto y le dijo a su esposa: “Traeré un huésped esta noche. Cuando nos sentemos a comer apaga la lámpara, fingiendo que la estás acomodando, y no comas nada hasta que nuestro huésped haya comido hasta sentirse satisfecho”. El plan funcionó de la misma forma que en la historia anterior. El marido y la esposa se sentaron junto a su invitado quien nunca sospechó que ninguno de sus anfitriones estaba comiendo con él, aunque sus manos y bocas parecían moverse. Cuando Thâbit (radiallâhu ‘anhu) estuvo en presencia de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a la mañana siguiente, recibió las siguientes buenas noticias: “¡Oh, Thâbit! Allâh está complacido por la atención que has dado a tu huésped la noche pasada”. [Ad-Durrul-Manthur, Suyutî].

Los sahâbah (radiallâhu ‘anhum) muriendo de sed por los demás

Abû Ÿahm Bin Hudhaifah (radiallâhu ‘anhu) narró: “Durante la batalla de Yarmûk, fui a buscar a mi primo, quien estaba en el frente de batalla. Llevé conmigo algo de agua para él. Lo encontré en un estado a punto de morir. Me acerqué hasta él con el poco de agua que traía. De pronto, un soldado herido de gravedad que estaba cerca dio un quejido, mi primo vio su cara y me pidió que le llevase el agua a él primero. Fui, él se llamaba Hishâm Bin Abil ‘Âs (radiallâhu ‘anhu), apenas pude llegar donde él estaba cuando se escuchó el lamento de otra persona herida que estaba cerca. Hishâm me indicó en esa dirección. Cuando llegué donde él, estaba muerto, me volví donde Hishâm (radiallâhu ‘anhu) y lo encontré muerto también. Finalmente me apresuré para ir donde mi primo y él también se había unido a sus dos compañeros”. [Dirâyah].

Hay numerosos incidentes de autonegación (entiéndase como la determinación de que la culminación del sacrificio no es parte del esfuerzo personal sino que es proporcionado por Allâh) y sacrificio heroico registrados en los ahâdîth. La máxima expresión es ésta, en que una persona agonizante renuncia a aplacar su sed para beneficiar a su hermano necesitado. Quiera Allâh bendecir con sus mayores recompensas las almas de estas personas por haber sido capaces de sacrificarse incluso a la hora de la muerte, cuando difícilmente tiene la capacidad de elegir.

La mortaja de Hamzah (radiallâhu ‘anhu)

El tío más querido de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), y uno de los primeros en apoyarlo, Hamzah (radiallâhu ‘anhu) murió en la batalla de Uhud, sus despiadados enemigos no tuvieron compasión con su cuerpo. Mientras Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estaba haciendo los arreglos para el entierro de los muertos, su mirada se posó sobre el cuerpo de Hamzah y se estremeció al verlo en esas condiciones. Cubrió el cuerpo con una pieza de tela.

Fijémonos en el espíritu de los Sahâbah (radiallâhu ‘anhum) que no podían aceptar que Hamzah (radiallâhu ‘anhu) fuera amortajado con dos piezas de tela mientras que otro musulmán no tenía ninguna. Aunque Hamzah (radiallâhu ‘anhu) merecía un trato preferencial debido a su posición, su cuerpo fue cubierto con el trazo más pequeño de tela debido a lo que se decidió por sorteo ¿Puede haber acaso un mejor ejemplo de compasión, igualdad y sacrificio? Es vergonzoso que nosotros, que afirmamos ser seguidores de estos ilustres seres humanos no poseamos algunas de sus cualidades.

La historia de la cabeza de chivo que fue retornada

Ibn ‘Umar (radiallâhu ‘anhumâ) dijo: “Uno de los sahâbah recibió una vez una cabeza de chivo como regalo. Él se la envió, a su vez, a uno de sus vecinos que tenía una familia más numerosa y que tenía más necesidad. Esta persona pensó, por su parte, en otra que él consideraba más necesitada aún y le regaló la cabeza. La cabeza del chivo pasó de mano en mano más de siete veces y regresó, de este modo, hasta la persona que originalmente la había regalado”. [Ad-Durrul-Manthur]. Esta historia nos muestra como solían ser los sahâbah (radiallâhu ‘anhum), que preferían a sus hermanos antes que a ellos mismos.

Pedimos a Allâh que nos conceda la capacidad de inculcar estas hermosas y espléndidas cualidades en nuestras vidas para que también podamos convertirnos en faros de luz como lo fueron los sahâbah y que Allâh esté complacido con nosotros como lo estuvo con ellos. Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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