Jutbah

Las virtudes de Baitul-Maqdis y Masyid al-Aqsa

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Al-Aqsa, la Tierra Bendita bajo el entendimiento islámico, significa tierra asociada a la Barakah; la tierra sobre la cual Allâh derramó sus bendiciones espirituales y físicas y de las que toda la humanidad puede beneficiarse. La Barakah también se extiende a aquella gente que vive dentro de dicha tierra con la condición de que cumplan con las ordenes de Allâh, es decir, que sean practicantes del Islam.

Al-Aqsa ha sido honrada y glorificada por Allâh y ha derramado sus bendiciones para el beneficio, iluminación y guía de toda la humanidad.

Dice Allâh en el Qurân: Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita Lejana cuyos alrededores bendije, para mostrarle algunos de Mis signos. Él todo lo oye, todo lo ve [Sûrah Al-Isrâ (17), âyah 1]. El Qurân establece que las bendiciones de esta tierra son para todos los mundos, esto significa que será para todas las criaturas de la humanidad hasta la eternidad. Esto implica que las bendiciones no están restringidas a un grupo en específico ni a ciertas personas o especies, sino que abarcan a todo lo vivo y lo no vivo.

Los límites de esta tierra bendita no están claros y hay diferencias de opinión acerca de sus dimensiones exactas. Algunos antiguos sabios del Qurân y el Hadîth, incluyendo a Ibn Kathîr, Al-Qurtubi e Ibn al Yawzi, consideran toda el área del Sham (Líbano, Siria, Jordania y Palestina) es considerada bendita. Otros intérpretes creen que la tierra bendita se extiende desde el Hiÿaz (Arabia Saudita), por todo el Sham y hasta Egipto. Una opinión aún más lógica, es que dentro de lo que se considera Medio Oriente existen bolsones o partes de tierra que son considerados benditos como, por ejemplo, el complejo de Al-Aqsa, La Mezquita del profeta en Madinah y la Mezquita Sagrada de Makkah. Sin embargo, entre todas estas opiniones siempre el complejo de Al-Aqsa se encuentra considerada dentro de la tierra bendita.

Las bendiciones de la mezquita de Al-Aqsa en particular y el área del Sham, en general, están expuestas en el Sagrado Qurân y la Sunnah del Profeta Muhammad. ‘Abdullâh Ibn ‘Umar (radiallâhu ‘anhumâ) narró que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Oh Allâh! ¡Derrama tus bendiciones sobre nuestro Sham! ¡Oh Allâh! Derrama tus bendiciones sobre nuestro Yemen”. La gente dijo: “¡Oh, Mensajero de Allâh! Y también sobre nuestro Naÿd”. Creo que la tercera vez el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Allí (en Naÿd) es el lugar de los terremotos y las aflicciones y desde allí aparece un costado de la cabeza de Shaitan” [Bujari].

Shuraih Ibn ‘Ubaid (radiallâhu ‘anhu) dijo que la gente de Sham fue mencionada en frente de ‘Alî Ibn Abî Talib (radiallâhu ‘anhu) mientras él se encontraba en Iraq y alguien le dijo: “¡Maldice a esa gente, Oh líder de los creyentes!”. Él respondió: “No. Escuché al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) decir: “Los sustitutos (al-abdal) se encuentran en Sham (cuarenta hombres) cada vez que uno de ellos muere, Allâh lo reemplaza con otro en su lugar. Por ellos es que Allâh hace descender la lluvia, nos da la victoria sobre nuestros enemigos y mantiene lejos el castigo para la gente del Sham”. [Ahmad].

Al-Quds (Jerusalén) es considerada un lugar característico sobre la Tierra, si no el lugar más característico. Eso es así porque Allâh la ha honrado y glorificado especialmente colocándola en una posición distinguida. Allâh ha movilizado las almas, los sentimientos y las emociones de los creyentes, ligando sus corazones, haciendo que la añoren.

Al-Quds ha estado vinculada a la fe de los musulmanes como algo vivo tanto en sus concepciones como en sus pensamientos, dado los numerosos versículos revelados acerca de la misma en el noble Qurân, y debido a la frecuencia con que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) se refirió a ella, enumerando sus virtudes y rasgos especiales.

Una de las virtudes más llena de contenido y mencionada en el Qurân y en la Sunnah de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) es que se la considera una tierra bendecida. Dice el Qurân acerca del Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam): “Lo salvé a él y también a Lut, para que fueran a la tierra que bendije para toda la humanidad [Sûrah Al-Anbiyâ (21), âyah 71].

En otra âyah dice: Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita Lejana cuyos alrededores bendije, para mostrarle algunos de Mis signos. Él todo lo oye, todo lo ve [Sûrah Al-Isrâ (17), âyah 1], refiriéndose al viaje del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) desde Makkah a Al-Quds (Jerusalén) en parte una noche, pasando por los diferentes niveles del Cielo.

La santidad en este caso es física y moral. La santidad física está representada, por ejemplo, en su ubicación geográfica excepcional, en la variedad de sus rasgos geográficos y en sus numerosos frutos. Su santidad moral está representada por el hecho que los ángeles descendieron allí y que los profetas (‘alaihis-salam) predicaron y fueron enterrados allí. Es la tierra en la que nobles profetas como ‘Isa, Daud y Sulayman (‘alaihimus-salam) nacieron, crecieron y cumplieron sus misiones, o donde emigraron otros profetas como Ibrahim, y Lut (‘alaihimus-salam). Asimismo, muchos profetas como Abraham, Ishaq, Yaqub, Yusuf y Musa (‘alaihis-salam), están enterrados allí. Es el lugar donde el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dirigió la oración en la mezquita Al-Aqsa, acompañado de los otros profetas, en su viaje nocturno.

También es el lugar, como decíamos, donde descendieron los ángeles. El Ÿibrîl (‘alaihis-salam) solía descender del trayendo instrucciones a los Mensajeros y Profetas de Allâh. Otros ángeles descendían allí para comunicar tareas específicas.

Durante la hegemonía Cananita sobre Palestina, el Profeta Abrahim (‘alaihis-salam) emigró allí cuando su pueblo quería matarlo. Abandonó la ciudad de Ur, en Iraq, alrededor de 1805 A.C., junto con su sobrino Lut (‘alaihis-salam) y algunos otros, para intentar propagar su mensaje. ‘Abdullâh bin ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Escuché decir al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Habrá una emigración tras otra. Los mejores habitantes de la Tierra vivirán en el lugar a donde emigró Ibrahim, y los malos estarán por todas partes”. El lugar de la emigración de Ibrahim (‘alaihis-salam) fue, por supuesto, Al-Quds (Jerusalén), la tierra purificada de la idolatría y hecha el lugar de morada para los profetas y los creyentes, su santuario y lugar de entierro.

También ha sido llamada Tierra Santa debido a los lugares sagrados existentes allí, como Masÿid Al-Aqsa, a la cual el Islam considera uno de los tres lugares que conviene visitar. Abû Hurairah narró que el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Emprendan viaje solamente a tres mezquitas: A mi Mezquita (Madinah), a la Mezquita Sagrada (Makkah) y a la Mezquita Al-Aqsa”. En otra tradición describió la virtud que encierra vivir cerca de la mezquita Al-Aqsa y rezar en ella. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Una oración en la Mezquita Sagrada (Makkah) tiene el valor de cien mil rezos; un rezo en mi Mezquita (Madinah) tiene el valor de mil rezos y un rezo en Al-Quds (Jerusalén) tiene el valor de quinientos rezos (en comparación con el rezo en cualquier otra mezquita del mundo)”.

La historia de Masÿid Al-Aqsa, de acuerdo a un hadîth del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), se remonta a la época del Profeta Âdam (‘alaihis-salam). Esa tradición dice que Âdam (‘alaihis-salam) construyó la Masÿid Al-Aqsa, cuarenta años después de edificar la Ka’bah en Makkah. Dijo Abû Dhar Al-Ghifari (radiallâhu ‘anhu): “Pregunté al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘añaihi wa sallam) acerca de la primera mezquita sobre la Tierra y me respondió: “La Mezquita Sagrada (Makkah). Le pregunté cuál fue la siguiente y me respondió: “La Mezquita Al-Aqsa”. Le pregunté cuánto tiempo transcurrió entre la construcción de una y otra y me respondió: “Cuarenta años”.

Al-Aqsa fue renovada primero por el Profeta Yaqûb (‘alaihis-salam) y luego por el Profeta Daûd (‘alaihis-salam). La construcción fue completada por el Profeta Sulaiman (‘alaihis-salam). Ka’ab Al-Ahbar (radiallâhu ‘anhu), uno de los grandes eruditos de la época preislámica que luego se convirtió al Islam, mencionó: “Sulaiman (‘alaihis-salam) edificó Jerusalén sobre cimientos antiguos”. Escribió Al-Zarkashi en su libro A’lam Al-Masaÿid que: “Sulaiman no edificó Masÿid Al-Aqsa, sino que la renovó”.

Hay muchos ahadîth del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) que expresan que quien vive en Al-Quds (Jerusalén) es como quien combate o está fortificado allí por la causa de Allâh. Entre dichos ahâdith tenemos los siguientes:

Mu‘adh bin Ÿabal (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¡Oh, Mu‘adh! Allâh Todopoderoso te capacitará para conquistar Siria después de mi muerte, desde Al-Arish hasta el Éufrates. Sus hombres y mujeres se guarnecerán allí hasta el Día del Juicio. Cualquiera de entre ustedes que elige el litoral de Siria o Al-Quds (Jerusalén) para vivir, se encuentra en el camino de Allâh hasta el Día del Juicio”.

El Imam Ahmad (rahimahullâh) narró en su Musnad que, Abû Umamah Al-Bahilî (radiallâhu ‘anhu) citó al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) diciendo: “Un grupo de mi comunidad aún se muestra conociendo la verdad, está venciendo a su enemigo y los que se le oponen no podrá dañarlo hasta que lleguen las órdenes de Allâh. Así es la cosa”. Cuando se le preguntó: “Oh Mensajero de Allâh, ¿Dónde se encuentra esa gente?”, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “Al interior y en los alrededores de Al-Quds (Jerusalén).

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: Mantente siempre alerta del día que convoque el pregonero desde un lugar cercano [Sûrah (50), âyah 41]. Los comentaristas dicen que el lugar cercano desde el cual el Ángel Israfîl (‘alaihis-salam) hará sonar su trompeta, es la Roca de Jerusalén. En esta tierra será reunida la gente el Día del Juicio, de acuerdo a los eruditos del Islam.

La devoción de los musulmanes por Jerusalén no se basa en ambiciones terrenales u objetivos colonialistas. En esa devoción no hay un deseo material por expandir su gobierno o dominio, como así tampoco reivindicaciones racistas o nacionalistas. Esa devoción es una combinación de cualidades morales especiales, constituyentes de las razones y motivaciones fundamentales de la preocupación de los musulmanes por Jerusalén, causa por la que trabajan para salvarla y preservarla a lo largo de los siglos. Baitul-Maqdis será la tierra de la resurrección, el lugar en donde una oración equivale a mil en cualquier otro lugar. La persona que va a Masÿid Al-Aqsa con la intención de hacer salâh en ella saldrá de allí como un recién nacido, libre de pecados. [Ibn Maÿah, Musnad Ahmad].

Masÿid Al-Aqsa, fue la primera Qiblah de los musulmanes. Mientras el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) vivió en Makkah, él realizó su oración en dirección a Al-Quds. Los biografos del Rasùlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) señalan que solía ponerse de pie hacia el límite sur de la Ka’bah, para que asi mientras realizaba su oración hacia Al-Quds, la Ka’bah estuviese frente a él.

La importancia de Al-Aqsa para los musulmanes no solo está enfatizada en el hecho de haber sido la primera Qiblah, sino que también por el hecho de que todas las oraciones realizadas por generaciones anteriores en dirección a la mezquita de Al-Aqsa, son válidas hasta el día de hoy. Aún más, los siguientes ahadîth demuestran el respeto que hubo hacia la primera Qiblah, la mezquita de Al-Aqsa, hace necesario que los musulmanes sigan teniendo amor, afecto y respeto hacia Al-Aqsa.

Al-Barâ ibn ‘Azib (radiallâhu ‘anhu) narró: “Cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) vino a Madinah, se quedó primero con sus tíos maternos de entre los Ansâr. Él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) realizó su oración en dirección hacia Baitul-Maqdis (Jerusalén) durante dieciséis o diecisiete meses, pero deseaba poder rezar en dirección al Ka’bah (Makkah). La primera oración que realizó en dirección a la Ka’bah fue la oración del ‘Asr acompañado de algunas personas. Luego, uno de ellos que había rezado con él salió, pasó por una mezquita en la cual había gente postrándose en dirección hacia Jerusalén. Les dijo: “¡Oh, Allâh! Sé testigo que he rezado con el Mensajero de Allâh en dirección a Makkah (la Ka’bah)”. Al oír esto, la gente cambio la dirección de su oración hacia la Ka’bah inmediatamente. Las gentes del libro solían complacerse al ver al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) realizar sus oraciones en dirección a Jerusalén, pero cuando cambió la dirección de estas hacia el Ka’bah, lo desaprobaron de inmediato”. [Sahih Bujari].

‘Abdullâh Ibn ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) narró: “Rezamos con el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en dirección hacia Al-Quds (Jerusalén) durante dieciséis o diecisiete meses. Luego Allâh le ordenó dirigir su rostro hacia la Qiblah (Makkah)”.  [Bujari].

El Qurân en su propio estilo elocuente y único, también se refiere a Al-Quds mediante símbolos, diciendo: Juro por la higuera y el olivo, por el monte Sinaí, y por esta ciudad segura [Makkah] [Sûrah At-Tin (95), âyât 1 y 3]. Aparte de la interpretación directa de este versículo, existen muchos sabios que interpretan este verso en un sentido simbólico: 1) El higo y la aceituna representan montañas, el monte de los higos en Damasco y el monte de los olivos en Al-Quds justo fuera del complejo de Al-Aqsa. Todos están de acuerdo que, respecto de la ciudad segura, esa ciudad es Makkah; 2) El higo y la aceituna se refieren a la mezquita de Damasco y a Al-Aqsa en Al-Quds respectivamente; 3) El higo y la aceituna se refieren a dos lugares. Damasco y Al-Quds; esto concuerda con el segundo siendo el monte Sinaí y el tercero siendo Makkah.

La grandeza y la elevada posición de Al-Aqsa puede ser estimada por el hecho de que Allâh hace un juramento en nombre de estas ciudades ya que representan los lugares más benditos en esta tierra. Este versículo en el que Allâh hace este juramento por Al-Quds y sus alrededores fue revelado en Makkah antes de la Hiÿrah en 622.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) uso todos los medios posibles para asegurarse que la Ummah no olvidara Al-Aqsa. El más sagrado viaje para los musulmanes es el viaje al Haÿÿ o la ‘Umrah, y el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo que cada musulmán debería considerar hacer este viaje pasando por Al-Aqsa para completar los ritos. Se convirtió en lo normal que nuestros antepasados piadosos siguieran el consejo del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), vistieran su ihram en Al-Aqsa. Las numerosas referencias en la shariah a Al-Aqsa asegura que esta se mantenga presente en nuestras preocupaciones y también sirve como advertencia para los creyentes de no ser negligentes con ella. El consejo del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y la tradición de los piadosos predecesores requiere ser revivida y los creyentes deben esforzarse para vestir su ihram desde Al-Aqsa antes de continuar su viaje hacia el Haÿÿ o ‘Umrah en Makkah. Um Salamah (radiallâhu ‘anhâ), narra que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Si alguien viste su ihram para el Haÿÿ o ‘Umrah desde Al-Aqsa y luego continua hacia la Mezquita Sagrada, todos sus pecados pasados y presentes el serán perdonados, o se le garantizará el Paraíso.

Quiera Allâh darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La hermandad entre los creyentes

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Altísimo ha ordenado a los creyentes mantener la unidad, y esta es una orden de la Shari‘ah. Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Obedezcan a Allâh y a Su Mensajero y no discrepen, porque se debilitarían y serían derrotados. Sean pacientes, porque Allâh está con los pacientes” [Sûrah Al-Anfâl (8), âyah 46].

Uno de los aspectos más importantes de nuestro Dîn, es la unidad, y evitar la desunión. Cuando la Ummah se divide la domina la debilidad, enemistad y el mal trato. Los musulmanes sólo pueden ser una Ummah si están unidos. En muchos versos del Qurân, Allâh nos ordena mantenernos unidos, por ejemplo, dice Allâh: “Aférrense todos al Dîn de Allâh y no se dividan en sectas. Recuerden la gracia de Allâh cuando los hermanó uniendo sus corazones siendo que eran rivales unos de otros, y cuando se encontraban al borde de un abismo de fuego, los salvó de caer en él. Así les explica Allâh Sus signos para que sigan la verdadera guía” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 103]. Y dice también el Altísimo: “Los creyentes son hermanos entre sí; reconcilien a sus hermanos y tengan temor de Allâh para que Él les tenga misericordia” [Sûrah Al-Huÿurât (49), âyah 10].

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¡Eviten las conjeturas! Pues es el discurso más engañoso. No se espíen ni investiguen a otros; no riñan ni se envidien; no se repudien ni se den la espalda. Más bien ¡Oh siervos de Allâh! Sean como hermanos, tal y como Allâh se los ordenó. El musulmán es hermano del otro musulmán; no le maltrata ni le abandona o humilla. Pues la piedad se encuentra aquí (señalando a su pecho). Demasiada maldad tendría una persona cuando humilla a su hermano musulmán. El musulmán es inviolable, en todo, ante otro musulmán: Su vida, honor y propiedad. Allâh no presta atención a vuestros cuerpos ni a vuestras imágenes, sino a vuestros corazones y actos”. Dijo también Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No es permitido para un creyente enemistarse con su hermano musulmán por más de tres días. Quien se enemista por más de tres días, y muere en esta condición, entrará al infierno”.

Estos versos del Qurân y dichos del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), nos ordenan permanecer unidos y vivir como hermanos, con amor y armonía. El Islam nos previene de todas las cosas que nos pueden conducir a la desunión y enemistad, porque somos hermanos y hermanas, y adoramos al mismo y Único Allâh.

Allâh dice en otro verso: “No sean como aquellos que después de haber recibido las pruebas claras, discreparon y se dividieron en sectas. Ésos tendrán un castigo severo” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 105]. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhu) dijo que Allâh ordenó a los creyentes a mantenerse como una ÿama‘ah –es decir como un grupo unido- y nos prohibió hacer divisiones entre nosotros. Estar divididos y formar grupos nos lleva a la destrucción, como ocurrió a las naciones previas a nosotros. Dice Allâh: “Diles: “Él tiene el poder para enviarles un castigo que caiga del cielo o salga de la tierra bajo sus pies, o puede dividirlos en partidos y hacer que se persigan unos a otros con violencia”. Observa cómo evidencio los signos para que entiendan” [Sûrah Al-An‘âm (6), Verso 65].

También aprendemos del Qurân que una de las excelentes cualidades de los creyentes es la hermandad y la asistencia a los hermanos más próximos. Allâh dice: “Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el zakâh y obedecen a Allâh y a Su Mensajero. De ellos Allâh tendrá misericordia. Allâh es Poderoso, Sabio” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 71].

Nuestro Dîn también nos enseña unidad y hermandad a través del salâh, cuando realizamos la oración en ÿama‘ah. Cuando comenzamos el salâh en forma individual, el Shaitân se mantiene cerca de nosotros, como el lobo cuando asecha a la oveja.

Nuestros hermanos y hermanas tienen muchos derechos sobre nosotros, como por ejemplo, saludarlo o responder su saludo, responder cuando estornuda, visitarlo cuando se enferma, aceptar su invitación, y seguir su ÿanazah (funeral). Debemos aconsejar y orientar  con cariño y amor  a nuestros hermanos en sus asuntos cotidianos y mundanales, y en los asuntos que les  servirán para la Otra Vida.

Un musulmán tiene un valor no menor ante Allâh. Él lo honró y lo elevó, puso el mundo a su disposición, lo nombró musulmán y lo hizo entre la Ummah de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) la mejor creación y el más querido para Allâh. Aquella persona que humilla a un musulmán humilla a quien Allâh Altísimo dio honor.

Si miramos a nuestra historia, encontraremos que el Islam enseña la unidad y la hermandad. Cuando nuestro Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) emigró desde Makkah hasta Madinah, estableció la hermandad entre los Muhaÿirîn y los Ansâr. Entre Hamzah (radiallâhu ‘anhu) que era uno de Quraish y Bilâl (radiallâhu ‘anhu) que era un Abisinio, entre Suhaib (radiallâhu ‘anhu) que era un Romano y Salmân (radiallâhu ‘anhu) que era un Persa. De la misma manera él Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estableció la hermandad entre la tribu de Aus y la tribu de Jazraÿ, que eran grandes enemigos.

‘Abdur-Rahmân Bin Auf (radiallâhu ‘anhu)  dijo: “Cuando yo llegué a Madinah, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estableció la hermandad entre Sa‘ad Ibn Rabi y yo. Sa‘ad me dijo: “Yo soy la persona más rica de entre los Ansâr, y yo divido mi riqueza en dos partes, una mitad para ti y la otra para mí. Yo tengo dos esposas, yo divorcio a la que quieras y tú podrás casarte con ella después de que su ‘iddah –período posterior al divorcio- haya concluido”. Yo dije: quiera Allâh darte barakah en tu riqueza y familia, yo prefiero ir al mercado y ganar mi sustento, entonces tendré lo necesario y me casaré”.

Dice Allâh en Sagrado Qurân: “Quienes estaban establecidos y aceptaron la fe antes de su llegada, aman a los que emigraron, no sienten envidia alguna en sus corazones por lo que se les ha dado y los prefieren a sí mismos, aunque estén en extrema necesidad. Quienes hayan sido preservados de la avaricia serán los triunfadores” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 9].

Dijo también Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “El ejemplo de los creyentes en su amor mutuo, misericordia y colaboración es como el cuerpo humano: si se duele de un órgano, se resiente el resto del cuerpo por la fiebre y el insomnio”.  

La hermandad y la unidad que el Islam establece y enseña, no existe en ninguna otra parte, porque esta clase de hermandad está basada en una fe pura. No está basada en el color o raza. Los creyentes en Allâh son hermanos, una familia, como una sola alma en un solo cuerpo. ¿Por qué ocurrió que en un muy corto tiempo los sahâbah (radiallâhu ‘anhum) conquistaron tantas naciones y llevaron el Islam tan lejos? Fue debido a su unidad y hermandad entre ellos, también debido a la conducta que ellos desarrollaron. Por eso, grandes y poderosos reinos cayeron a sus pies.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para nos mantenga unidos como verdaderos hermanos y hermanas y darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La perseverancia y rectitud en las acciones

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “¡Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de un solo ser, creando de él a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres. Y temed a Allâh, por Quien os pedís unos a otros, y respetad los lazos de sangre. Realmente Allâh os está observando” [Sûrah An-Nisâ (4), âyah 1].

Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh como debe ser temido y no muráis sin estar sometidos” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 102].

Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y que cada uno espere para el mañana lo que él mismo se haya buscado. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh está informado de lo que hacéis” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].

Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y creed en Su mensajero y os dará de Su misericordia doblemente, os conferirá una luz con la que caminaréis y os perdonará. Allâh es Perdonador, Compasivo” [Sûrah Al-Hadîd (57), âyah 28].

Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y hablad acertadamente.  Él hará buenas vuestras acciones y os perdonará las faltas. Y quien obedece a Allâh y a Su mensajero ha triunfado con gran éxito.” [Sûrah Al-Ahzâb (33), âyât 70 y 71].

Queridos y respetados hermanos y hermanas, todos sabemos que Allâh nos ha puesto en esta vida para ser probados. Para ver quién obra agradando a su señor, y quién es de los que se extravían. 

Dice Allâh: “Bendito sea Aquel en cuyas manos está la Soberanía y es Poderoso sobre todas las cosas. Quien creó la muerte y la vida para probaros y ver cuál de vosotros sería mejor en obras. Y es el lrresistible, el Perdonador” [Sürah Al-Mulk (), âyât 1 y 2].

Para esto, Allâh envió a los mensajeros, y reveló Su Sagrado Libro para completar la guía de la humanidad. Para que la gente tenga algo a qué aferrarse. Es primordial para el siervo de Allâh que lea el mensaje, que lo entienda, y lo obedezca al pie de la letra.

Dice Allâh: “Es un Libro bendito, que te hemos hecho descender, para que mediten sus signos y para que recuerden los que saben reconocer lo esencial” [Sûrah Sad (38), âyah 29]. Y dice también El Altísimo: “¿Acaso no meditan el Corán o es que tienen cerrojos en el corazón?” [Sûrah Muhammad (47), âyah 24].

Verdaderamente ¿Cómo puede alguien saber que su Señor hizo descender un Libro lleno de Luz y Guía, y dormir sin siquiera la más mínima preocupación de algún día poder entenderlo y practicarlo?

Pero no basta con saber la verdad y reconocerla. No Basta con saber qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, como tampoco basta para el enfermo tener la receta médica, sin aferrarse estrictamente a la dosis prescrita y el medicamento indicado. A eso, es lo que llamamos “Istiqamah”, que es la perseverancia o rectitud en las acciones que hacemos para buscar la complacencia de Allâh. 

Allâh elogió en Su Libro a quienes son perseverantes. Dice Allâh: “Realmente los que hayan dicho: Mi Señor es Allâh y hayan sido rectos, los ángeles descenderán a ellos: No temáis ni os entristezcáis y alegraos con la buena nueva del Jardín que se os había prometido. Somos vuestros protectores en esta vida y en la Última, allí tendréis lo que deseen vuestras almas y todo cuanto pidáis. Hospedaje de un Perdonador, Compasivo.” [Sûrah Fussilât (41), âyât 30 a 32]. Dice también: “Si fueran con rectitud por el camino, les daríamos a beber agua en abundancia” [Sûarh Al-Ÿin (72), âyah 16].

Una persona le preguntó al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Indícame algo en el Islam de lo que no tenga que preguntar a nadie más después de ti” Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “Di: “Creo En Allâh”, y luego mantente firme”.

Mucha gente se confía en el hecho de que, en el presente, ven que están bien con Allâh; hacen su salâh, pagan su zakâh, tratan bien a sus padres, a sus vecinos, etc., pero a veces no nos damos cuenta, que lo que realmente vale frente a Allâh es que nos mantengamos en el camino recto hasta que dejamos este mundo. Poco sirve hacer el bien durante veinte años, para luego pasar los últimos años de nuestra vida lejos de Allâh, sumidos en el pecado y el vicio. El Mensajero de (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos informó que lo que es tomado en cuenta, es la situación final de la persona. 

Imaginemos que al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), quien era el mejor de la creación, Allâh le ordenó explícitamente en el Qurân mantenerse firme sobre el camino recto, siendo que él recibía la revelación.  Dice Allâh: “Así pues, sé recto tal y como te he mandado, en compañía de los que se han vuelto atrás de su error junto a ti; y no vayáis más allá de los límites, pues en verdad Él conoce perfectamente lo que hacéis” [Sûrah Hud (11), âyah 112]. También dice Allâh: “Y adora a tu Señor hasta que te llegue la certeza” [Sûrah Al-Hiÿr (15), âyah 99]. 

Quiera Allâh Altísimo darnos la firmeza en su din, y la perseverancia sobre las buenas obras. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

AL-HILM, LA CUALIDAD DE INDULGENCIA Y LA TOLERANCIA

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Fui enviado para perfeccionar lo mejor del ajlâq”.

Nosotros somos una Ummah de ajlâq (buena conducta): ajlâq con Allâh en nuestras ‘ibâdât y tauhîd; ajlâq con la gente, animales, plantas y con uno mismo. Somos Ummah de ajlâq. Allâh describe en el Qurân a Su creación más amada y perfecta, al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) con las siguientes palabras: Y estás hecho de un carácter magnánimo [Sûrah Al-Qâlam (68), âyah 4].

Si alguien lee la Sirah (la historia de vida) de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) encontrará que la mayoría de la gente que entró en el Islam en su tiempo e incluso después, fue por su ajlâq. Cuánto él perdonó a sus opresores; cómo trataba a los pobres y necesitados; siempre estaba sonriente y generando alegría. Por eso la gente lo amaba. Por su ajlâq, la gente entraba en el Dîn.

Hoy nuestra Jutbah se trata de unas de las innumerables cualidades que tenía el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Al-Hilm (la indulgencia). Hay varios versículos del Qurân que se refieren a esta bella cualidad, es más, uno de los Atributos de Allâh es Al-Halîm. Allâh Dice en el Qurân: No son iguales la bondad y la maldad; responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente. Pero esto no lo consiguen sino los que tienen paciencia, no lo consigue sino el dotado de una suerte inmensa. Y si te solivianta una tentación procedente del Shaitân, pide refugio en Allah; es cierto que Él es el que oye y el que sabe[Sûrah Fussilat (41), âyât 34 a 36]. En cuanto al tafsîr (exégesis) de estos versículos, Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) dijo: “Allâh ordena a los creyentes de tener paciencia en momentos de ira y enojo, y a ser indulgentes ante la ignorancia, y a perdonar cuando alguien les trata mal. Si el creyente cumple con esto, Allâh lo protegerá del Shaitân, y sus enemigos se convertirán en amigos ardientes”.

Al-Hilm, la indulgencia, constituye el fundamento del buen carácter, la evidencia de una inteligencia perfecta y un signo de autocontrol. La persona que posea esta cualidad tendrá un gran estatus, un fin muy honrado y cada acto suyo será agradable. De entre las mejores conductas de la gente en este mundo y en el Âjirah es tener Hilm y Sabr (indulgencia y paciencia) durante momentos de dificultad y perdonar a los opresores. A través de estas cualidades uno puede lograr lo que no se puede lograr a través del Siyam y el Qiyam (ayuno y oración).

¿Qué significa Hilm? Significa autocontrol, restricción y por supuesto controlar la ira.

Hilm es una cualidad que Allâh ama ver en sus siervos. Aquel que la tenga recibirá de Allâh dos cosas, Magfirah y Ÿannah, es decir el perdón de Allâh y Su Paraíso. Los que más merecen esta cualidad son los Profetas (‘alaihimus-salam). Allâh elogió a Ibrâhîm (‘alaihis-salam) diciendo: Es cierto que era indulgente, movido a la compasión y siempre se volvía (a Allah) [Sûrah Hud (11), âyah 75]. Al Profeta Ibrâhîm (‘alaihis-salam) fue dado la buena noticia de un niño que tendría la cualidad de la indulgencia. Allâh dice: Y le anunciamos un niño que habría de tener buen juicio [Sûrah AsSaffât (37), âyah 101].

El Profeta Nûh (‘alaihis-salam) trabajó en su nación por 950 años, pero muy poca gente aceptó su mensaje, pero los trató con Hilm. Esa era la condición de todos los profetas. Hemos mencionado las condiciones del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en muchas de nuestras Jutbah anteriores, cómo sufrió en Tâif, en Uhud, etc. Pero fue perseverante.

Una vez un beduino vio a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y lo tiro fuertemente desde atrás, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) llevaba puesta un grueso manto, lo que dejo marcas rojas en su bendito cuello a causa de la fricción. El hombre dijo: ¡Oh Muhammad! Dame algo de los bienes de Allâh que tú tienes”. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) sonrió y le dio algo.

En otra ocasión, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo a Ashayy ‘Abdil-Qais (radiallâhu ‘anhu): “Tu posees dos cualidades que son amadas por Allâh: El Hilm y el Anah (la indulgencia o tolerancia y la serenidad).

Como mencionamos antes, muchas personas entraron en el Islam por el ajlâq de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Veamos algunos ejemplos:

La conversión de Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu), quien antes del Islam era rabino judío: ‘Abdullâh Ibn Salâm (radiallâhu ‘anhu) narró que cuando Allâh decretó que Zaid Bin Sa’nah debía aceptar el Islam, el mismo Zaid dijo: “Cuando miré a Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) reconocí todos los signos de la profecía excepto dos que no había sido capaz de poner a prueba: 1) Que su autocontrol debía sobreponerse a su ira; y, 2) Que su tolerancia conquistaría a toda muestra de extrema insensatez”

Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) narra además que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) un día había salido recién de su habitación junto con ‘Ali Ibn Abî Tâlib (radiallâhu ‘anhu) cuando un jinete, que aparentemente era un beduino, se acercó a él y le dijo: “¡Oh, Rasûlullâh! Algunas personas de una cierta tribu han aceptado el Islam pues les he dicho que recibirán sustento en abundancia si lo hacían. Sin embargo, no ha caído lluvia y están afligidos por la sequía. ¡Oh, Rasûlullâh! Temo que dejen el Islam debido a su codicia tal como entraron en él. Si estás de acuerdo, podríamos enviarles algo para ayudarles”. Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) miró a la persona a su lado quien asumo era ‘Ali (radiallâhu ‘anhu). Él dijo: “¡Oh, Rasûlullâh! No creo que quede nada de esa riqueza”.  Zaid se acercó a Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y dijo: “¡Oh, Muhammad! ¿Deseas venderme una cantidad fija de dátiles del jardín de una tribu para que les sea pagado antes de un plazo determinado?”. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “Esta bien, pero no determines de cual jardín provendrán”. Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) aceptó y el acuerdo se selló. Zaid pagó ochenta mithqâl de oro (unos 400 gramos aproximadamente) por la cantidad señalada de dátiles. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) tomó el dinero y se lo entregó al beduino y le dijo: “Toma esto para ayudarlos”.

Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) narra después que cuando solo quedaban unos dos o tres días para el vencimiento del plazo acordado, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) salió de su casa para realizar una oración fúnebre. Lo acompañaban Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uthmân y otros sahâbah (radiallâhu ‘anhum).  Cuando se acercaban para apoyarse y buscar sombra en una muralla, Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) se acercó a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) lo tomó por el cuello y mirándolo con ira a la cara le dijo: “¡Oh Muhammad! ¿Cuándo vas a pagar lo que se me debe? Por Allâh que lo único que han aprendido los hijos de ‘Abdul-Muttalib posponer y postergar sus deudas. Ahora tengo certeza de esto de primera fuente”. Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) dijo que mientras hacía eso, su mirada se posó sobre ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) y notó que sus ojos comenzaban a girar de ira y lo miró con furia. ‘Umar dijo: “¡Oh, enemigo de Allâh! ¿Le hablas a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) de esta manera y lo tratas de esta forma? Si no fuera por mi respeto a la presencia de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) te habría cortado el cuello”. Zaid dijo que durante todo el incidente el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) lo miraba de la forma más calma y serena. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) luego le dijo a ‘Umar (radiallâhu ‘anhu): “¡Oh, ‘Umar! Todo lo que ambos necesitamos es que me digas a mí que le pague rápidamente y decirle que presente sus demandas en una mejor manera. ¡Oh, ‘Umar! Ve con él y págale lo que se le debe. También dale veinte sa‘a de dátiles de más por la amenaza que lanzaste sobre él”.

Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) dijo que ‘Umar lo llevó junto a él, le pagó lo que se le debía y le pagó veinte sa‘a extra. Cuando preguntó a ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) a que se debían los veinte sa‘a extra, ‘Umar le respondió que así había sido la orden que había dado Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) debido a la amenaza que él había proferido. Zaid luego preguntó: “¡Oh Umar! ¿Me reconoces?” él le dijo que no. Zaid dijo: “Soy Zaid Bin Sa’nah”. “¿El rabino?” preguntó ‘Umar. “Si, el rabino” fue la respuesta. Luego pregunto: “¿Por qué te comportaste como lo hiciste? ¿Por qué hablaste como lo hiciste?”. Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “¡Oh, ‘Umar! Cuando vi a Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) reconocí en él todos los signos de la profecía excepto dos que no había sido capaz de poner a prueba: El que su autocontrol debía sobreponerse a su ira y que su tolerancia conquistaría a toda muestra de extrema insensatez. Ahora he puesto a prueba ambos atributos. ¡Oh, ‘Umar! Te hago testigo de que estoy contento con Allâh como Señor, con el Islam como la verdadera religión y con Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) como Profeta. También te hago testigo del hecho de que doy la mitad de mi patrimonio, siendo una de las personas más adineradas, como caridad para toda la Ummah de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam”. ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Di que es para una parte de la Ummah pues no serás capaz de entregarlo a todos”. Dijo Zaid: “Muy bien, entonces, para parte de la Ummah”. Ambos volvieron donde Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y Zaid Bin Sa’nah (radiallâhu ‘anhu) exclamo: “Atestiguo que no hay nadie digno de adoración excepto Allâh y que Muhammad es el siervo de Allâh y Su Mensajero”. Así, él acepto la fe y dio su compromiso de lealtad al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Participó en muchas expediciones junto a al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y fue martirizado en la expedición a Tabûk. 

Hermanos y hermanas, rogamos a Allâh para que nos embellezca con la cualidad de la indulgencia y que seamos medios de difundirla en el mundo entero. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Los beneficios y virtudes del Nasihah, el buen consejo

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Comenzamos nuestra Jutbah con las palabras de Allâh en Su Libro Sagrado, que señala: “¡Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de un solo ser, creando de él a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres. Y temed a Allâh, por Quien os pedís unos a otros(1), y respetad los lazos de sangre. Realmente Allâh os está observando” [Sûrah An-Nisâ (4), âyah 1].

Dice también Allâh en el Qurân: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh como debe ser temido y no muráis sin estar sometidos” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 102]. Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y que cada uno espere para el mañana lo que él mismo se haya buscado. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh está informado de lo que hacéis” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].

Por último, señala el Qurân: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y hablad acertadamente. Él hará buenas vuestras acciones y os perdonará las faltas. Y quien obedece a Allâh y a Su mensajero ha triunfado con gran éxito.” [Sûrah Al-Ahzâb (33), âyât 70 y 71].

Allâh con su Infinita Sabiduría nos hizo hermanos y en el ser humano puso un instinto (Al-Fitrah) que nos muestra hasta cierto punto lo que es correcto y lo que no lo es. No hay discrepancia entre los humanos, o al menos la mayoría de ellos, en que existe el bien y el mal. Por ende, existe lo bueno y lo malo. Cualquiera sabe que una persona puede estar actuando correcta o incorrectamente, según lo que esté haciendo. 

Pero ¿Quién es el que nos define exactamente qué es lo bueno y que es lo malo? Los seres humanos no somos iguales intelectualmente, y diferimos en la forma de pensar y razonar. Lo que es malo para tí puede ser agradable para mí. Y lo que a ti te desagrada puede que sea placentero para mí. 

¿Quién sino el Creador entonces, puede definir con certeza lo bueno y lo malo? ¿Quién nos puede trazar una línea entre el bien y el mal? No hay más que Allâh, el Altísimo. Dice el Sagrado Qurân: “¿No habría de tener conocimiento Aquel que ha creado y es el Sutil, al que nada se Le oculta?” [Sûrah Al-Mulk (67), âyah 14].

Sin duda, uno de los mayores actos de bondad que Allâh nos enseñó por medio de Su Libro y Su Mensajero (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), es el Nasihah, querer el bien para los demás. Allâh nos muestra en Su Sagrado Libro, como Sus mensajeros fueron benévolos con los pueblos hacia los cuales fueron enviados, deseando para ellos todo tipo de bien, tanto mundano como en el Más Allá. Mostraron esta actitud incluso en los momentos más adversos. Mira la situación del Profeta Nûh (‘alaihis-salam), según narra el Qurân: “Y así fue como enviamos a Nuh a su gente, y les dijo: ¡Gente mía! Adorad a Allâh, fuera de Él no tenéis otro dios; temo para vosotros el castigo de un día terrible. Dijeron los ricos y principales de su gente: Te vemos en un claro extravío. Dijo: ¡Gente mía! No hay en mí extravío alguno, sino que soy un mensajero del Señor de los mundos. Os hago llegar los mensajes de mi Señor y os aconsejo; y sé, procedente de Allâh, lo que no sabéis.” [Sûrah Al-A’raf (7), âyât 59 a 62].

También revisar la historia del Profeta Hûd (‘alaihis-salam): “Y a los Ad, a su hermano Hud que les dijo: ¡Gente mía! ¡Adorad a Allâh! Fuera de Él no tenéis otro dios. ¿No os guardaréis? Dijeron los ricos y principales de su gente, que no creían: Te vemos en una insensatez y te tenemos por uno de los mentirosos. Dijo: ¡Gente mía! No hay en mí ninguna insensatez, sino que soy un mensajero del Señor de los mundos. Os hago llegar los mensajes de mi Señor y soy un consejero digno de confianza para vosotros.” [Sûrah Al-A’raf (7), âyât 65 a 68].

Allâh nos enseñó, por medio de los Anbiyâ, que incluso cuando después de haber aconsejado a alguien, éste cayó en problemas por haber hecho caso omiso de tu consejo, no debes ni estar feliz ni burlarte de él. Deber sentir un dolor por él. Cuando el pueblo de Sâlih (‘alaihis-salam) fue destruido por su corrupción y perversión, la reacción de Sâlih fue como Allâh describió: “Entonces los agarró la gran sacudida y amanecieron en sus hogares caídos de bruces. Se apartó de ellos y dijo: ¡Gente mía! Os hice llegar el mensaje de mi Señor y os aconsejé, pero no amabais a los consejeros” [Sûrah Al-A’raf (7), âyât 78 y 79]. 

La historia de Shuaib (‘alaihis-salam) no fue muy diferente. Dice Allâh en el Qurân: “Fue como si los que habían tachado de mentiroso a Shuaib nunca hubieran habitado en ella. Y ésos que habían negado a Shuaib fueron los perdedores. Se apartó de ellos y dijo: ¡Gente mía! Os he hecho llegar los mensajes de mi Señor y os he aconsejado. ¿Por qué habría de sentir lo que le sucediera a una gente incrédula?” [Sûrah Al-A’raf (7), âyât 92 y 93].

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) educó a sus compañeros para que tuvieran esa cualidad, el Nasihah. Dijoel Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No es creyente uno de ustedes, hasta que no quiera para su hermano lo que quiera para sí mismo”

La mejor persona, el mejor tipo de Nasihah, es el que vela por el bienestar en Mas Allá, y no solo mundanal. El bienestar en el Âjirah es un bienestar eterno mientras que el del Dunia termina.

Ayudémonos mutuamente en este camino largo y a veces difícil. Ayudémonos a ser de aquellos que complacen a Allâh día y noche. Ayudémonos mutuamente a alejarnos de los pecados y los vicios, a tener un ambiente ameno y sano, donde acercarse al Creador se hace fácil.

Dice Allâh en el Qurân: ¡Por el Tiempo! Que es cierto que el hombre está en pérdida. Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia [Sûrah Al-‘Asr (103)].

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos permita aprender, entender y practicar estas enseñanzas. Amîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Los beneficios de consumir solo lo que es Halal

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Dice Allâh Altísimo en el Sagrado Qurân: “¡Oh, creyentes! Comed de las cosas buenas que os hemos proveído, y agradeced a Allah, si es que adoráis sólo a Él” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 172]; y dice también: “¡Oh, Mensajeros! Comed de las cosas buenas y obrad con rectitud que Yo bien sé lo que hacéis” [Sûrah Al-Mu.minûn (23), âyah 51].

Ka’b Bin Uÿrah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) me dijo: “¡Oh Ka’b! No entrará al Ÿannah carne o sangre que crecieron en base a lo ilícito, sino que serán arrojados al fuego ¡Oh Ka’b! La gente se encaminará hacia dos destinos: un destino que los libere y otro destino que los destruya”.

El estómago es el receptáculo del cuerpo, las arterias pasan por el estómago. Si el estómago es sano, las arterias llevarán cosas sanas al cuerpo, pero si se enferma o es alimentado con cosas que contaminan, las arterias llevarán con la sangre la enfermedad o la contaminación.

Respetados hermanos y hermanas debemos alarmarnos de nuestros días, porque se propagó entre la gente buscar las ganancias por las vías fáciles, aunque sean de procedencia Harâm, y las dos principales razones para eso son, la debilidad de la fe y de poca conciencia de Allâh.

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Llegará un tiempo en que el hombre no se preocupará de donde viene su ganancia, si de vías lícitas o ilícitas”. Y eso es lo que vemos hoy en día, hay mucha gente que no está preocupada del origen de sus ganancias, su única preocupación es como llegar a ellas y como incrementarlas. También narró Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ciertamente Allâh es bueno y no acepta sino las cosas buenas. Y ciertamente Allâh ha pedido a los creyentes lo mismo que ha pedido a los mensajeros, cuando dijo: “¡Oh Mensajeros! Coman de lo bueno y obren el bien” Entonces Allâh sólo acepta lo lícito y no acepta lo ilícito de sus siervos”. Después el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) mencionó el siguiente caso: “Un hombre que llega de un viaje muy largo y tiene su ropa y pelo desordenados, y extiende sus manos hacia los cielos diciendo: “¡Oh, mi Señor… Oh, mi Señor!”, pero su comida y bebida son ilícitas ¿Entonces cómo Allâh va a escuchar la súplica de esta persona?”.

Dijo Ibnu Raÿab (rahmatullâhi ‘alaihi) en el comentario de este hadîth: “Hay un signo que indica que las acciones no serán aceptadas, excepto cuando uno come Halâl, porque cuando uno come Harâm destruye todas las buenas acciones y se priva de la aceptación de Allâh”. Por eso, los ‘Ulamâ llegaron a la conclusión que aquella persona que hace el Haÿÿ (la Peregrinación) con dinero ilícito, su Haÿÿ no es aceptado y no obtendrá ninguna recompensa por el esfuerzo que ha hecho, además la Peregrinación sigue siendo obligatoria para esta persona, porque dice Allâh en el Qurân: “Allâh sólo acepta de los que Le temen” [Sûrah Al Mâîdah (5), âyah 27]. Por eso nuestros antepasados se preocupaban tanto de tener acciones que fueran aceptadas por Allâh.

Abû Said Al Judrî (radiallâhu ‘anhu) narró que el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien come de las ganancias buenas y obra de acuerdo a la Sunnah y no causa daño a la demás gente, entrará al Ÿannah”, Le dijeron: “¡Oh Profeta de Allâh!  Con estas cualidades hay muchos de tus compañeros hoy”, él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) replicó: “Siglos después de mi tiempo habrá gente que ganará su sustento lícitamente y obrarán de acuerdo a mi Sunnah y no causarán daño a los demás. Ellos también tendrán su destino en el Ÿannah”.

Una vez el Imâm Ahmad (rahmatullâhi ‘alaihi) fue preguntado sobre el significado del Taqwah, y el respondió: “El Taqwah es purificar las acciones y no dejar nada ilícito”.

Dijo Yahia Ibni Mu‘âdh (rahmatullâhi ‘alaihi) la obediencia es un tesoro de entre los tesoros de Allâh, su llave es la súplica y los dientes de la llave son la comida Halâl.

Un sahâbih pidió al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) que rogara por él ante Allâh, para que sus súplicas sean aceptadas. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le dijo: “Preocúpate de comer Halâl y tu súplica será aceptada por Allâh”. Esto, hermanos, porque se narra que por un mordisco de algo Harâm que el hombre se lleve a la boca su Du‘â será rechazado por cuarenta días seguidos, entonces si queremos que Allâh acepte nuestra súplica, debemos preocuparnos de que nuestras ganancias sean lícitas.

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Allâh repartió entre ustedes sus conductas, tal como repartió sus provisiones, y por cierto que Allâh da los bienes en este mundo a quien quiere, pero también a quien no quiere, mientras que el Dîn lo da solamente a quien quiere”. Si queremos borrar las malas obras, incluso en las ganancias malas, debemos hacer las buenas obras y cambiar las vías de nuestras ganancias haciéndolas lícitas. No debemos engañarnos cuando vemos a un no musulmán, incluso a un incrédulo manifiesto, con bienes y dinero, pensando que este es un regalo de Allâh hacia él, porque podemos ver a una persona muy pobre, pero con fe, al que Allâh no le nada de esta vida mundana, ni dinero ni bienes, pero el hecho de que Allâh le dio la fe, es un regalo mucho más valioso que todo el dinero, bienes y cualquier otra cosa en esta vida mundana.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El Dunia (la vida de este mundo) es dulce y fresco. Quien gana en él su provisión por vías lícitas y lo gasta por vías lícitas, sale de este mundo ganando y Allâh le hereda el Paraíso; quien gana en él por vías ilícitas y lo gasta por propósitos ilícitos, pierde el Dunia, y Allâh le hereda la Casa de la Humillación”.

‘Abdullâh Ibn Mubarak (rahmatullâhi ‘alaihi) decía: “Para mí, devolver un dirham dudoso, es mejor que dar cien mil dirhams en sâdaqah”.

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No entrará al Ÿannah un cuerpo que se alimenta de lo que es Harâm”. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) decía: “Allâh no aceptará el salâh de quien su estómago se alimenta del Haram, mientras no se arrepienta”; ‘Umar (radiallâhu ‘anhu) decía: “Solíamos dejar nueve décimos del Halâl para no caer en lo Harâm”.

Abû Umâmah (radiallâhu ‘anhu) narró que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “En el Día del Qiÿâmah se traerá a un grupo de gente que ganó tanta hasanât, que pesaba más que la cordillera de Tuhamah. Cuando sean puestas en la Balanza, Allâh las hará como un polvo desparramado en el aire y ellos serán arrojados al Fuego”. Alguien dijo: “¡Oh Mensajero de Allâh! ¿Cómo es eso?”. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Son gente que solían rezar, ayunar, pagar el zakâh y hacer el Haÿÿ, pero cuando se les ofrecía un negocio o ganancia Harâm, lo tomaban, entonces esas ganancias ilícitas hicieron fracasar sus obras”.

‘Âishah (radiallâhu ‘anhâ) dijo que Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu) tenía un sirviente que estaba encargado de Baitul-Mâl (la Casa de los Bienes de los Musulmanes) y Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu) a veces comía de estos bienes. Un día el sirviente trajo algo de comer a Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu), después le contó que esa comida era producto de las ganancias que obtenía en la época de la ignorancia, engañando a la gente. Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu) al escucha eso, puso los dedos en su boca y vomito todo lo que había comido.

Se comenta del sueño de alguien, en el cual veía a un hombre virtuoso y le preguntaba: “¿Cómo te ha tratado Allâh? ¿Qué te ha dado después de tu muerte?”. El hombre respondió: “Bien…, todo bien. Excepto, que estoy retenido en la puerta del Ÿannah por una aguja que pedí prestada y no la devolví”.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que el origen de nuestros bienes siempre sea Halâl, y que nos aleje de lo que es Harâm y lo aleje de nosotros. Amîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

No destruir lo que se construyó en Ramadân

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Hace solo unos días atrás todos los musulmanes del mundo estábamos esperando la llegada de una visita muy valiosa con la esperanza de que esta vista nos trajera mucha bondad. A través de la llegada de esta visita los musulmanes compitieron entre sí en hacer buenas obras.

Esta espera fue la llegada del Mes de Ramadân, la temporada donde las puertas del Ÿannah están abiertas y los medios de conseguirlo se hacen fáciles. También es la temporada donde hubo muchas ofertas, por ejemplo, la recompensa de un acto voluntario equivalía a un Fard, o sea una acción obligatoria, y la recompensa de un Fard equivalía hasta setenta Farâid. La época donde las vías de la destrucción y las puertas del Infierno estaban cerradas, los shayatîn fueron encadenados. Donde alejarse de todo lo prohibido y obedecer a Allâh era fácil. Ejercitar la paciencia era fácil y también donde se notaba la cualidad de la generosidad de la hermandad de la Ummah.

Una época en que cada momento era bendito. Era el día del ayuno y la noche del Qiyâm (la oración del Tarawîh). La primera parte de este mes era de Rahmah, la mitad de Magfirah, y la última parte era la liberación del Infierno. La época donde el musulmán dejó de ser esclavo de Shaitân. Ramadân era en realidad como una Madrasah en donde se aprende todo el bien y las obras de bien, y genera la costumbre de alejarse del mal y sus medios. Cuando termina Ramadân el creyente ya está acostumbrado al bien y la obediencia. Pero lo que es importante ahora es la constancia y el istiqâmah (la rectitud) no solamente para el resto del año sino hasta la muerte, Inshâ Allâh.

Ayer estábamos esperando la llegada de este bendito mes y en unos días más con mucha pena y amargura vamos a decir ¡Al-widâ’ ya Ramadân (adiós Ramadân)! Como es la Sunnah de Allâh en este mundo, nada ni nadie se queda para siempre, tanto nosotros como el tiempo terminarán. Ahora, la pregunta es ¿En qué condición Ramadân nos está dejando? ¿Acaso hemos corregido nuestros a’mâl (obras)? ¿Acaso hemos embellecido nuestro ajlâq (conducta)? ¿Acaso nuestros corazones están más blandos que antes? ¿Acaso nuestro entusiasmo hacia el bien y hacia la Otra Vida han aumentado, nuestro disgusto hacia el mal se ha reforzado, y el desapego hacia este Dunia se ha desarrollado? Si es así, tenemos que agradecer a Allâh porque eso significa que nosotros hemos aprovechado y nos hemos beneficiado del mes de Ramadân. Ahora la necesidad es preservar hasta la muerte lo que nosotros hemos hecho en el mes de Ramadân, porque nuestro Rabb, nuestro Señor, no solamente es el Rabb de Ramadân, sino que es el Rabb de todos los meses. Por eso la necesidad del momento es istiqâmah.

Queridos hermanos y respetadas hermanas, en el mes de Ramadân hemos visto la Mezquita perfumada con las almas de los ayunantes, hemos visto la Mezquita llena con los orantes, haciendo eco con la recitación del Qurân, los creyentes compitiendo uno con otro en las obras de bien, en la bondad y en la generosidad, pero lo triste es pensar en cómo quedará la Mezquita después de Ramadân. Como hemos mencionado, el Rabb de Ramadân es el Rabb de todos los meses, por eso tenemos que seguir frecuentando la Mezquita y continuar con la recitación del Qurân y el ayuno voluntario. Tenemos que seguir haciendo estas acciones, aunque en menos cantidad después de Ramadân, pero eso sí, con constancia y eso es lo que es más querido para Allâh, un â’mal pequeño pero constante. Para aprender la importancia de la constancia recordamos el siguiente hadîth. Abû ‘Amrû Sufiân Ibnu ‘Abdullâh (radiallâhu ‘anhu) narró haber dicho: “¡Enviado de Allâh! Enséñame algo sobre el Islam que no tenga que preguntar a nadie más luego de ti. Dijo el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Di: “¡Creo en Allâh!”, y luego compórtate rectamente”.

Es muy importante pensar que, como nosotros no sabemos cuándo nos llegara la muerte, es vital que sigamos obedeciendo a Allâh como lo hicimos en Ramadân, para que cuando nos visite el Ángel de La Muerte, nos encuentre obedeciendo a Allâh. Como se dice, cada persona será resucitada como murió, entonces quien vivió en la obediencia, morirá obedeciendo a Allâh y será resucitado en la obediencia, porque el istiqâmah en la obediencia a Allâh es la verdadera fortuna y el éxito real.

Hermanos y hermanas, cuando termina Ramadân encontramos dos grupos de gente, el primero cumplió con el derecho de su Señor ayunando con fe sincera parado en frente de Allâh en la noche con una esperanza sincera en recibir recompensa de Allâh y buscando en ella la complacencia de su Señor y tratando de abstenerse de todo lo que motiva la ira de su Señor. Ellos no perdieron ningún momento en este mes tan vendido, salieron de Ramadân limpios y perdonados de sus pecados.

El segundo grupo son aquellas personas que solamente tenían esperanza en Allâh, pero seguían su Nafs (su ego) y pasaba sus días como cualquier día y sus noches como cualquier noche, no cumplía ni con los derechos de Allâh, ni con el de los siervos de Allâh. Cuantas veces fue aconsejado, pero no acepto el consejo, cuantas veces fue llamado a reconciliar con su Señor, pero no respondió. Aquellas personas mañana, el Día del Remordimiento, no tendrán que culpar a nadie sino a sí mismo.

Hermanos y hermanas, todos tenemos que reflexionar en lo que hemos hecho en Ramadân y preocuparnos que nuestras acciones sean aceptadas por Allâh.

Fudalah bin ‘Ubaid (rahmatullâhi ‘alaihi) dijo: “Si hubiese sabido que Allâh había aceptado de mí una acción del tamaño de semilla de mostaza, sería mucho más querido para mí que el Dunia y lo que contiene, porque Allâh dice: “Allâh solo acepta de los que Le temen” [Sûrah Al-Mâîdah (5), âyah 27]. Ese era el hábito de nuestro antepasados, incluso algunos de ellos seis meses después de Ramadân hacían Du‘â para que Allâh aceptara las obras hechas en Ramadân.

Hermanos y hermanas, ¿Cómo podemos saber que nuestras acciones fueron aceptadas? porque el gaib (lo oculto) lo conoce solo Allâh: Unas de las señales de la aceptación de la obra es uno sigue haciendo las mismas acciones después de Ramadân. Por eso, tenemos que seguir haciendo lo que solíamos hacer en Ramadân, aunque en menor magnitud porque Allâh ama aquella obra que se realiza con constancia, aunque sea poco.

Hay algunos beneficios grandes en la constancia, en la rectitud: 1) Era un hábito de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y todos nuestros piadosos antepasados; 2) Es una manera de adquirir el amor de Allâh; 3) Un medio de ser salvado de las dificultades; 4) Medio de obtener un buen fin; y 5) Es la cualidad de los creyentes.

Antes que terminamos me gustaría recordarles de una importante Sunnah, que es ayunar seis días en el mes de Shauwâl, como Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien ayuna el mes de Ramadân y luego lo completa con seis días de Shawâl es como si ayunara un año entero”.

Terminamos esta Jutbah preguntándonos ¿Acaso sabemos cuál es la recompensa del istiqâmah en la obediencia? Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Realmente los que hayan dicho: Mi Señor es Allah y hayan sido rectos, los ángeles descenderán a ellos: No temáis ni os entristezcáis y alegraos con la buena nueva del Jardín que se os había prometido. Somos vuestros protectores en esta vida y en la Última, allí tendréis lo que deseen vuestras almas y todo cuanto pidáis. Hospedaje de un Perdonador, Compasivo.” [Sûrah Fussilat (41), âyât 30 a 32].

Roguemos a Allâh para que nos haga entre ellos. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Jutbah ‘Îdul-Fitr

Allâhu akbar, Allâhu akbar, Allâhu akbar, lã ilâha illallâh

Allâhu akbar, Allâhu akbar wa lillâhilhamd

Allâhu akbaru kabîrâ walhamdulillâhi kathîrâ

Wa subhânallâhi bukratan wa asîlâ

Lã ilâha illallâhu wahdah

Alhamdulillâh, por la Gracia, Misericordia y la Ayuda de Allâh, Quien nos ha dado la capacidad y posibilidad para completar un nuevo Mes de Ramadân.

Hace pocas semanas atrás esperábamos con mucho entusiasmo la llegada de un invitado: el mes de Ramadân. Hoy nuestro bendito invitado nos deja. Decimos salâm a un gran mes en el que fuimos ordenados a permanecer levantados en oración ante Allâh, durante el día se nos ordenó ayunar, y felizmente nos rendimos a nuestro Señor quien es Generoso. Mañana en el día del Qiÿâmah, a quien haya cumplido, le será ordenado entrar al Ÿannah por la Puerta de Ar-Raiyân, que es exclusiva para aquellos que ayunaron.

Felicitaciones a aquellos que se dirigieron sólo a Allâh… que se mantuvieron con hambre por complacer a Allâh… que pasaron sed en la búsqueda de la complacencia de Allâh… que se mantuvieron en oración en frente de Allâh… a esos ojos que derramaron lágrimas debido al temor de Allâh…

Hoy es un día para celebrar y estar contentos. Cuando el día del ‘Îd llegaba, la cara del amado de Allâh, el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) se iluminaba de dicha y sonreía. Es el día de la alabanza, y así debe ser. Debemos estar contentos en este día como se nos ha sido ordenado por Allâh en el Qurân: “Di: Que con el favor de Allâh y con Su misericordia se regocijen, ello es mejor que cuanto reúnen” [Sûrah Yûsuf (10), âyah 58].

Es el día en que debemos traer felicidad a nuestras familias, nuestros queridos, nuestros cercanos y nuestros amigos. Iluminar nuestras casas con unidad y remover todas las separaciones y divisiones. Hoy es un día de perdón, un día para olvidar lo malo, un día de consuelo, un día de paz, un día para visitarnos unos a otros, y no debemos olvidar a nuestros hermanos y hermanas en otras partes del mundo que están sufriendo, lo menos que podemos hacer por ellos es recordarlos en nuestras súplicas, especialmente en este día en que las súplicas son aceptadas.

Entonces el querido Mes de Ramadân, el mes de la generosidad, el mes del ayuno, el mes del Qurân, el mes del Tarâwîh; nos ha dejado. Han ganado aquellos que se exhortaron a sí mismos en ‘ibadât, y aquellos que fueron negligentes se han privado de sus bondades. Hoy, los resultados serán anunciados, los premios serán entregados. Hoy, aquellos que ayunaron, aquellos que se mantuvieron en salâh, levantándose en la noche para orar, se regocijarán con los beneficios y frutos de sus esfuerzos. La verdadera recompensa, la ha preparado Allâh para nosotros en la Próxima Vida, especialmente para aquellos que ayunaron. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos enseñó: “Allâh dijo que los ayunantes experimentan dos felicidades, una al momento de romper su ayuno y la otra cuando se encuentren con su Señor”.

¡Imagínense a sí mismos, Oh ayunantes! cuando estén en frente de su Señor en el Día del Qiyâmah y Él les entregue los libros con sus obras, y ustedes lo encuentren lleno de buenas obras, como montañas, obras por las cuales serán premiados, por su salâh, por su ayuno y sus sadaqât.

Su ayuno y recitación del Qurân intercederán ante la Corte de Allâh, el ayuno hablará y dirá: “¡Oh Allâh! Lo previne de comer y beber durante el día, por lo tanto, acepta mi intercesión en su favor”; El Qurân dirá: “¡Oh, mi Señor! Lo previne de dormir durante la noche, por tanto, acepta mi intercesión en su favor” Ambas intercesiones serán aceptadas. Luego Allâh les otorgará otro favor, pues les apartará del Fuego de Ÿahannam y les hará entrar en el Ÿannah. Les será entregado su libro de obras en su mano derecha, lo tomarán y correrán mostrándolo a la gente como Allâh dice en el Qurân: “Ese día seréis puestos al descubierto y no quedará nada oculto de vosotros. Al que se le dé su libro en la derecha, dirá: ¡Venid! ¡Leed mi libro!” [Sûrah Al-Hâqqah (69), âyât 18 y 19].

Luego avanzarán hacia el Ÿannah, cruzando el puente del Sirât a la velocidad del rayo; se detendrán en frente de la Puerta de Raiyân, la que ha sido exclusivamente preparada para aquellos que ayunaron. Apenas pongan un pie en el Ÿannah, los ángeles les darán la bienvenida con las mejores de las palabras y saldrán a su encuentro por cada Puerta: “Paz con vosotros, porque tuvisteis paciencia, y que excelente la morada del buen final. Entonces así será que desde ahora en adelante ustedes serán llamados “La Gente del Ÿannah”. Ese Ÿannah acerca del cual Allâh dice: “He preparado para mis siervos justos lo que ningún ojo ha visto jamás, ni oído alguno ha escuchado, ni ha pasado por la imaginación de nadie; y recitad si queréis, nadie sabe la alegría que le espera a los piadosos como recompensa por lo que hicieron”.

Luego, en lechos elevados, comerán de las frutas del Ÿannah, abundantes frutas que no dejarán de producirse ni serán inalcanzables. Por tanto, sólo pasarán su tiempo en bondades, favores, regalos, comiendo, bebiendo, sólo complaciendo sus deseos. Como Allâh dice en el Qurân: “Se exceptúan los siervos sinceros de Allâh. Esos tendrán una provisión conocida: Frutos. Y se les honrará en los Jardines del Deleite. Estarán enfrente unos de otros, recostados sobre lechos. A su alrededor se harán circular copas de un vino de manantial. Blanco y dulce para quienes lo beban. No producirá indisposición ni se embriagarán con él. A su lado habrá unas que sólo tendrán mirada para ellos, de grandes ojos. Como perlas escondidas” [Sûrah (37), âyât 40 y 49].

En el Ÿannah encontrarán millones y millones de árboles que Allâh ha plantado para ustedes, debido al Tasbîh (subhânallâh), al Tahmîd (Alhamdulillâh), al Takbîr (Allâhu akbar) y al Tahlîl (Lâ ilâha illallâh) que recitaron en este mundo. Por cada uno de ellos Allâh ha plantado un árbol que se cuentan por millones y cuando veas a los que ahí están, veras deleite en el Gran Reino. Cuando pasees en los jardines de tus palacios y tus casas encontrarás en ellos ríos fluyendo, como Allâh describe en el Qurân: “Y a los que hayan creído y llevado a cabo las acciones de bien los hospedaremos en elevadas estancias del Jardín por cuyo suelo corren los ríos y en el que serán inmortales. ¡Qué excelente recompensa la de los que actúan!” [Sûrah Al-Ankabût (29), âyah 58]. No solo un río, si no que diferentes tipos de ríos, como Allâh describe en el Qurân: “Esta es la semblanza del Jardín prometido a los temerosos: Ríos de agua de inalterable olor, ríos de leche siempre del mismo sabor, ríos de vino, dulzor para los que beban, y ríos de miel pura. En él tendrán toda clase de frutos y perdón de su Señor” [Sûrah Muhammad (47), âyah 16].

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo en un extenso hadîth: “En la noche del ‘Îdul-Fitr, llamada Lailatul-Ÿâizah (noche de la premiación) y en la mañana del ‘Îd, Allâh envía ángeles a todos los rincones y caminos de la tierra, para que anuncien con una voz que todas las criaturas pueden oír excepto los humanos y los genios “¡Oh, nación de Muhammad! Salid de vuestros hogares hacia un Señor que es Graciabilísimo y Noble, Quien concede en abundancia y perdona los pecados mayores”. Cuando las personas van hacia la oración del ‘Îd, Allâh pregunta a los ángeles: “¿Cuál es la recompensa para los empleados que han cumplido con su trabajo?”. Los ángeles responden: “¡Oh, Amo y Señor! Su derecho es recibir la recompensa total por sus servicios”. Allâh dirá entonces: “Sed testigos ¡Oh, ángeles Míos! Por haber ayunado durante el mes de Ramadân, por haber hecho oraciones para Mí durante las noches, les He concedido como recompensa Mi complacencia y Mi perdón. ¡Oh siervos Míos! pidan ahora de Mí, pues juro por Mi Honor y Mi Grandeza, que lo que pidáis de Mi en esta asamblea por vuestras necesidades de la Otra Vida os lo concederé; y lo que pidáis de Mi por vuestras necesidades mundanas Lo veré favorablemente. Por Mi Honor juro, en tanto Me obedezcáis, cubriré vuestras faltas. Por Mi Honor y Mi Grandeza, Juro que no los deshonraré entre los malhechores y los incrédulos. ¡Marchad ya, ¡Habéis sido perdonados, estáis complacidos de Mí y Yo lo estoy de vosotros!”. Los ángeles, viendo esta gran recompensa concedida por Allâh a la Ummah de Muhammad en este día del ‘Îd se vuelven muy felices y complacidos”.

La más grande de todas las bondades que uno disfrutará en el Ÿannah, será cuando los creyentes puedan ver a su Señor, como uno ve el sol y la luna en este Dunia. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando los habitantes del Ÿannah entren en él, Allâh preguntará: “¿Necesitan algo más?” Ellos responderán: “Oh Allâh, ya nos has iluminado de luz, ya nos has concedido entrar en Tu Paraíso salvándonos de Tu Fuego” Entonces Allâh Altísimo descubrirá el velo y no habrá nada más amado para ellos que contemplar el Rostro Majestuosos de su Señor”.

Quiera Allâh aceptar todas nuestras acciones realizadas durante el Mes de Ramadân y quiera Él perdonar nuestras faltas. Debemos preocuparnos acerca de la aceptación de Allâh, no debemos tomar como un hecho el que nuestras obras serán aceptadas. Según el ejemplo de nuestros piadosos predecesores ellos por días y meses después del mes de Ramadân lloraban y hacían Du‘â a Allâh por la aceptación de las acciones que realizaron durante Ramadân.

Uno de los signos de la aceptación de nuestras acciones en el mes de Ramadân es que cada cosa que hicimos continuará después del mes de Ramadân. Entonces tengamos la determinación de continuar frecuentando la Casa de Allâh, la Mezquita, por el resto del año como lo hicimos durante este bendito Mes y continuemos con nuestra recitación del Qurân, nuestro dhikr, etc.

El mes siguiente a Ramadân, se llama Shauwâl, y fue establecido en la Sunnah la recomendación de ayunar seis días. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien ayuna el mes de Ramadán y luego lo completa con seis días de Shauwâl es como si ayunara un año entero”. La explicación de por qué el ayuno de Ramadân y seis días de Shauwâl equivalen a ayunar un año completo es porque en un hadîth, el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estableció que Allâh recompensa las buenas obras multiplicándolas por diez, en su infinita misericordia y bondad, es decir que al ayunar los treinta días del mes de Ramadân y multiplicarlos por diez, significa que equivale a ayunar trescientos días, si a eso le sumamos el ayuno de los seis días de Shauwâl, y multiplicarlos por diez, equivalen a sesenta días, lo que da un total de trescientos sesenta días, que equivalen a un año lunar completo. Alabado sea Allâh por su Generosidad hacia sus siervos. Respecto a este ayuno, es lícito ayunar los seis días seguidos, o también hacerlo por separado.

Hermanos y hermanas, en este día tan especial y bendito, roguemos a Allâh por todas nuestras necesidades, por la aceptación de nuestras obras y para que se mantengan constantes el resto del año. Roguemos también a Allâh para que nos conceda su complacencia y que nos premie con aquello que es lo más anhelado para un creyente, el Paraíso. Quiera también Allâh llevar alivio a nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo, que Allâh convierta sus sufrimientos en recompensas. Nosotros tenemos la obligación de recordar a ellos especialmente en este día en que Allâh concede todas las súplicas. Âmîn.

Taqabballâh minna wa minkum

‘ID MUBÂRAK

La generosidad durante Ramadân

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ dice en el Qurân: “Los que gastan sus bienes en el camino de Allâh se parecen a un grano que produce siete espigas y cada una de las espigas lleva cien granos. Así multiplica Allâh a quien Él quiere; Allâh es Espléndido y Conocedor” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 261]. En estos versos del Qurân, Allâh nos aclara como Él da y multiplica la recompensa de aquellas personas que gastan en Su camino, por Su causa.

Dar caridad extingue los pecados como el agua extingue el fuego. La caridad también extingue la ira de Allâh y resguarda a la persona en el Día de la Resurrección. Existen muchas otras grandiosas virtudes relacionadas con la caridad, y el mes de Ramadân es el mes de la generosidad.

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Al que da una sâdaqah por el valor de un dátil conseguido de forma lícita y honrada, Allâh sólo acepta lo bueno, Allâh la hace crecer de la misma forma que uno de vosotros alimentáis y contribuye al crecimiento de vuestro potro. Así hasta convertir el valor de su sâdaqah del tamaño de una montaña”.

Allâh nos invita y nos anima a gastar de nuestra riqueza y bienes que Él Mismo nos dio, en Su camino. Nos ha prometido también, barakah (bendición), aumento de nuestro sustento en este mundo, y Su misericordia, Su Paraíso y Su complacencia en la otra vida, la vida del Âjirah.

Dar sâdaqah es una muy virtuosa e importante acción que Allâh recompensará enormemente, porque beneficia a los siervos de Allâh: El afligido es aliviado de su angustia, los que tienen hambre son saciados y los que están carentes son vestidos. Por esta acción, uno muestra su gratitud hacia Allâh por todas las bendiciones con que nos ha favorecido. Así, la persona toma un poco de las bendiciones que ha recibido de Allâh y las gasta en los pobres, los necesitados y los afligidos. Un hombre que da en sâdaqah y la oculta de manera tal que su mano izquierda no sabe lo que su mano derecha está dando estará bajo la sombra del trono de Allâh.

El Qurân y los ahâdîth están llenos de referencias a las virtudes de la caridad. Los siguientes son algunos ejemplos de estas virtudes: La caridad que se entrega secretamente, extingue la ira de Allâh; La sâdaqah es una cura para las enfermedades del cuerpo y del espíritu; Los ángeles suplicarán por quien da sâdaqah; Protege de las calamidades;  Es un medio de purificar la riqueza.

Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) era el más generoso de todas las personas, y solía alcanzar la cima de la generosidad en el mes de Ramadân, cuando Ÿibrîl (‘alaihis-salam) lo visitaba. Ÿibrîl solía reunirse con él todas las noches de Ramadân para enseñarle el Qurân; y cuando estaba con él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) era más generoso que un viento fuerte e incontrolable (es decir, en la preparación y la rapidez para hacer obras de caridad)” [Al-Bujari y Muslim]. Ibn Haÿar (rahmatullâhi ‘alaihi) comentando sobre esta narración, diciendo: “Esta generosidad incrementada resultaba de la virtud del mes, de aquél con quien repasaba el Qurân, y de lo que estaba siendo repasado (es decir, la Palabra de Allâh)”.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Las obras más queridas para Allâh son: introducir la alegría en el corazón de un musulmán, levantarle alguna dificultad, disiparle algún temor o miedo o hacerse cargo de alguna deuda suya”. También dijo (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Quien le facilite ayuda a un creyente en un momento de dificultad, Allâh le facilitará ayuda en esta vida y en la otra”.

Se narra que Abû Talhah (radiallâhu ‘anhu) era el hombre más rico de entre los Ansâr de Madinah, era dueño de cuantiosas palmeras. El palmeral que más apreciaba era uno llamado Bairahah que tenía detrás de la Mezquita, y en el que solía entrar el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a beber de su agua porque era sabrosa y dulce. Cuando descendió la âyah que dice: “No alcanzarán la piedad auténtica hasta que den (en caridad) lo que más aman” [Sûrah Alî ‘Imrân (3), âyah 92], Abû Talhah acudió ante el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dijo: “¡Mensajero de Allâh! Allâh te ha revelado: “No alcanzareis la piedad verdaderamente hasta que no deis (en caridad) de lo que amáis”, y a mí, de entre toda la riqueza que poseo, lo que más amo es mi palmeral, así que lo entrego en caridad por la causa de Allâh y anhelando Su recompensa, y que Allâh me la reserve. ¡Gástala pues, Mensajero de Allâh, en quien te parezca!” Entonces dijo el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) mostrando alegría: “¡Esta es una propiedad que volverá a ti con creces! ¡Esta es una propiedad que volverá a ti con creces! He oído lo que has dicho, y considero que es mejor que lo repartas entre tus parientes” Dijo Abû Talhah (radiallâhu ‘anhu): “¡Así lo haré, Mensajero de Allâh!” Así que lo repartió entre sus familiares y sus primos.

Es muy recomendado dar sâdaqah o gastar en el camino de Allâh lo más secretamente posible. De lo contrario, hacerlo público, pero con la intención de animar a otros a que también den en el camino de Allâh. Dice Allâh en el Qurân: “Si dais limosnas públicamente es bueno, pero si las ocultáis y se las dais a los necesitados, será mejor para vosotros; y os cubriremos parte de vuestras malas acciones. Allâh está perfectamente informado de lo que hacéis” [Sûrah AlBaqarah (2), âyah 271].

Ulbah Ibn Zaid (radiallâhu ‘anhu) narró: “El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en una ocasión llamó a los sahâbah para gastar en el camino de Allâh. Yo hubiese querido dar, pero carecía de los medios, así que dije: “Mi sâdaqah será que yo perdono, por la complacencia de Allâh, a cada persona que me ha insultado, maltratado o que ha hablado mal acerca de mí”. A la mañana siguiente, hice la oración del Faÿr con el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y él dijo: “¿Dónde está la persona que anoche gastó en el camino de Allâh?”, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) repitió la pregunta: “¿Dónde está la persona que anoche gastó en el camino de Allâh?”. Finalmente me puse de pie y Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “¡Buenas noticias para ti! Porque ciertamente Allâh ha registrado tu contribución entre las sadaqât aceptadas”.

Existe caridad en cada vez que glorificamos a Allâh al pronunciar Subhânallâh (Glorificado sea Allâh); existe caridad en cada declaración de Su Grandiosidad al pronunciar Allâhu Akbar (Allâh es Grande); existe caridad en cada alabanza dirigida a Él al decir Al-Hamdulilâh (Alabado sea Allâh); existe caridad en cada declaración de que nadie merece ser adorado excepto Él al decir Lâ ilâha illallâh; existe caridad al ordenar el bien y existe caridad al prohibir el mal. Dos raka‘ât de SalatudDuhâ (oración de la media mañana) son iguales a todo esto (en la recompensa).

Abû Dhar (radiallâhu ‘anhu) narró que el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando te levantas en la mañana, debes dar caridad por cada una de tus articulaciones”.

Anas (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando Allâh creó la tierra, esta comenzó a moverse, entonces Allâh creó las montañas y las puso para afirmar la tierra y esta se estableció. Los ángeles quedaron muy sorprendidos por el poder de las montañas y preguntaron: “¡Oh, Señor ¿Hay algo más poderoso que las montañas?” Allâh dijo: “El hierro”, preguntaron: “¿Hay algo más poderoso que el hierro?” Allâh dijo: “El fuego”, preguntaron: “¿Hay algo más poderoso que el fuego?” Allâh dijo: “El agua”, preguntaron: “¿Hay algo más poderoso que el agua?” Allâh dijo: “El viento”, preguntaron: “¿Hay algo más poderoso que el viento?” Entonces Allâh dijo: “El ser humano que da caridad tan secretamente que su mano izquierda no sabe lo que su mano derecha dio”.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos dé la oportunidad de dar sâdaqah y de gastar en Su camino para obtener de Él la recompensa de aquello que gastemos. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Ramadân, una oportunidad que no puede ser desperdiciada

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Dice Allah Altísimo en el Sagrado Qurân: “Y se les proclamará: Aquí tenéis el Jardín, lo habéis heredado por lo que hicisteis” [Sûrah Al-A’raf (7), âyah 43]. También dice Allah: “Es cierto que lo hicimos descender en la noche del Decreto. ¿Y cómo hacerte saber qué es la noche del Decreto? La noche del Decreto es mejor que mil meses. En ella descienden los ángeles y el espíritu con las órdenes de tu Señor para cada asunto. Paz, ella dura hasta el despuntar del alba.” [Sûrah Al-Qadr (97), âyât 1 a 5].

Dijo nuestro Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cuando llega la primera noche de Ramadân los demonios malvados son encadenados, las puertas del Infierno son cerradas sin que quede abierta ni una sola; las puertas del Paraíso son abiertas hasta que no quede cerrada ninguna puerta, y un anunciante llama diciendo: “¡Oh tú, que buscas el bien, ¡Acércate! ¡Oh tú, que buscas el mal, ¡Aléjate!”

Hermanos y hermanas, esta vida mundana es, como se suele decir, un conjunto de oportunidades que pueden ser aprovechadas o desperdiciadas, y el comercio es un ejemplo de eso. El comerciante experto e inteligente que conoce el valor de las oportunidades aprovecha la temporada en la que la demanda de sus productos es elevada y trabaja en ella casi sin descanso, porque sabe el beneficio que le aguarda, mientras que el comerciante que no distingue bien, y no conoce la demanda de sus productos, o es presa de la flojera, deja pasar la temporada sin sacar de ella ningún beneficio.

En los asuntos mundanales es así, y todos estamos conscientes de ello, pero en los asuntos espirituales también las cosas funcionan de esa manera, pues si bien cada momento es importante, hay temporadas y oportunidades de un valor mucho mayor, y que demandan de nosotros más esfuerzo para aprovecharlas como se debe.

Una de esas oportunidades valiosas es el mes de Ramadân. La visita más esperada por todos y que está con nosotros por un tiempo limitado y pasa con una velocidad gigantesca. ya estamos terminando el primer tercio de Ramadân, y es conveniente que recordemos alguna de sus virtudes, para que nos sirvan de impulso para aprovechar lo que resta de la mejor manera.

En el hadîth que mencionamos al principio de nuestra Jutbah de hoy, nuestro Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo que en este mes las puertas del Infierno son cerradas. En este mes la gente que toma los caminos que llevan al fuego están en disminución y la gente que se agolpa a sus puertas también, mientras que mucha gente recibe la liberación por parte de Allah.

Al mismo tiempo, las puertas del Paraíso se abren y se embellece en preparación para recibir a sus afortunados moradores. La gente que transita por los caminos que conducen al Paraíso aumenta, y la gente que llama a sus puertas también.

En el mes de Ramadân los demonios son encadenados, lo que nos libra de un enemigo implacable, aunque no debemos olvidar que la lucha contra el nafs continúa incluso en este mes.

En estos benditos días, si bien no podemos escuchar el llamado del anunciante con nuestros oídos, podemos sentirlo en nuestros corazones, y como se inclinan hacia el bien de manera natural y se alejan del mal de manera natural.

¿Se ha visto un mes donde haya tanta gente dispuesta a hacer el bien? Ramadân es una oportunidad para obrar el bien que difícilmente puede ser igualada. el hecho de que todos estén dispuestos a ayunar, recitar el Qurân, revivir las noches con el salâh del Tarawîh, es de gran ayuda para cada individuo, porque es cierto que el musulmán se fortalece por medio de sus hermanos y hermanas.

Respetados hermanos y hermanas: rogamos a Allah que nos ayude a aprovechar esta hermosa oportunidad, y que nos permita vivirla y aprovecharla muchas veces más. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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