Jutbah Semanal
Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.
- Viernes, 17 de Mayo de 2024
- Yumu‘ah, 9 de Dhul-Qa'dah de 1445
- Imâm: Sh. Sulayman E. Jada
NO MENOSPRECIAR NADA DE CUALQUIER BUENA ACCIÓN
En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Todos somos viajeros en este Dunia. Como fue narrado por Ibn ‘Umar (radiallâhu ‘anhumâ) cuando dijo: “Una vez Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) me tomo del hombro y me dijo: “Se en este mundo como un forastero”.
Nosotros siempre estamos viajando, siempre en movimiento: venimos del Ÿannah al Dunia, después a iremos a la tumba, después al Âjirah, y de ahí al Ÿannah nuevamente o al Ÿahannam. ¡Que Allâh nos concede el Ÿannah!.
El objetivo de nuestra existencia en este Dunia como seres humanos es adorar a Allâh reconociéndolo, vivir una vida llena de a’malus–salihât (buenas obras), obras que agradan a Allâh, a’mâl que nos beneficiaran en el Dunia, el Qabr y el Âjirah, porque la divisa del Âjirah es a’malus–salihât.
Tomemos el ejemplo de un viajero que quiere ir desde Chile a Makkah, Europa u otro destino. Él tendrá que cambiar su moneda chilena a reales sauditas, euros o dólares, porque los pesos chilenos no funcionan allá. Deberá tener la divisa correcta del país donde va para poder disfrutar y gozar de su permanencia al lugar que quiere ir.
Nuestra vida terrenal es una vida de preparación para la vida del Mas Allá. Para acumular y reunir lo más posible la divisa del Âjirah y esta moneda, como hemos dicho, son a’malus–salihât. Los reales, euros, dólares, etc. no funcionan en el Âjirah.
Una persona que no se preparó para su Âjirah y no acumuló suficientes divisas del Más Allá al momento de su muerte, al momento de emprender su viaje desde el Dunia hacia el Âjirah, deseará regresar a este mundo para hacer una buena obra. Como Allâh lo explica en el Sagrado Qurân: “Cuando la muerte los sorprenda [a los que se negaron a creer y vivieron en el pecado], dirán: “¡Oh, Señor mío! Hazme regresar a la vida otra vez, para [creer en Ti y] realizar las obras buenas que no hice”. Pero no se les dará otra oportunidad, pues son solo palabras [que no cumplirán]. Detrás de ellos habrá una barrera hasta que sean resucitados” [Sûrah Al-Mu.minûn (23), âyât 99 y 100], pues esta corta y temporal vida debemos llenarla con a’malus–salihât, sean pequeñas o grandes. No sabemos a través de cual de ellas Allâh nos tendrá misericordia y a través de cual Allâh nos hará entrar en el Paraíso y a través de cual Allâh nos salvará del Infierno, pues no podemos menospreciar ninguna buena obra. Iblîs (Shaitân) fue descendido de un lugar de gloria y honor por no haber hecho una simple postración.
Entonces, cualquier buena obra que sepamos, debemos practicarla y aplicarla, posiblemente recibir a tu hermano musulmán con una sonrisa puede hacerte entrar en el Paraíso; posiblemente tu abstención de decir algo mal de un hermano musulmán puede hacerte entrar también en el Paraíso; puede que tu buena conducta hacia tu vecino te puede hacer entrar en el Paraíso; dar agua a un perro, un gato o cualquier animal puede hacerte entrar en el Paraíso. Hermano mío, tú no sabes a través de qué obra Allâh te puede hacer entrar en el Ÿannah, tú no sabes a través de qué obra tu puedes recibir la Rahmah de Allâh.
Encontraste una piedra en la mitad de la calle que puede obstaculizar el paso de la gente, retírala, es fácil; encontraste a una persona afligida, alíviala, es posible; encontraste a alguien que necesita tu sonrisa, sonríele; encontraste gente que necesita tu intercesión, intercede por ellos; encontraste a un amigo endeudado y Allâh te dio la capacidad de saldar su deuda, ayúdalo; si alguien te debe algo y Allâh te dio suficientes recursos por los que no necesitas cobrarle inmediatamente, dale un plazo. Las puertas del a’malus–salihât están abiertas y son innumerables; talvez pasaste a un hermano musulmán un CD con la recitación del Qurân o de un Dars que cambió tu vida y al escucharlo tu hermano cambió su vida. Todo el mundo conoce el libro Sahîh Al-Bujârî, pero no todos conocen cual fue la razón de que el Imâm Al-Bujârî recopiló y escribió este libro: cuando era joven solía sentarse en las clases de distintos Ulamâ. Uno de estos shaij dijo a sus alumnos que sería bueno si alguien recopila todos los ahadîth sahîh, y esta frase llegó al corazón del joven Al-Bujârî. Su libro es el resultado de una frase de un shaij que para nosotros puede ser algo insignificante, pero Imâm Al-Bujârî hizo un gran trabajo para la Ummah. No debemos menospreciar ninguna buena obra, por pequeña que sea.
Cuando encuentres la oportunidad de hacer cualquier buena obra hazla, no perderás nada, porque tú no sabes si a través de esta cual obra Allâh te perdonará. Dos raka‘ât del Shurûq o dos del Duhâ o dos en la noche cuando todos duermen, no los menosprecies.
Hermano, no todos sabemos quién fue Zubaidah, la esposa de Harûn Ar-Rashîd. Ella hizo una gran obra en la historia del Islam, construyó un pequeño embalse en Mina para proveer agua a los huÿÿâÿ que la gente llamó ‘Ainu Zubaidah. Ella murió y el embalse aún existe. Una vez alguien la vio en sus sueños y le preguntó: “¿Qué hizo Allâh contigo?”, ella dijo: “Allâh me perdono”, le preguntó: “¿Por el embalse?” y dijo: “No fue por el embalse, fue por dos raka‘ât que yo hacía siempre en medio de la noche”. Dos raka‘ât en la mitad de la noche fue el medio de su salvación. Las acciones se juzgan no como la gente las mira, sino como Allah las mira. Así que no debemos subestimar ninguna acción, por pequeña que parezca.
Um Mihÿan (radiallâhu ‘anhâ) era una sahabiyah, de ascendencia africana que barría regularmente la Mezquita de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Ella observaba las pequeñas cosas que ensuciaban la Mezquita y las recogía después. Se ofreció voluntariamente para llevar a cabo esta tarea a diario sin esperar nada de nadie excepto complacer de Allâh. Cuando Um Mihyan murió, los compañeros la enterraron y llevaron a cabo su funeral tranquilamente, sin informar al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Cuando él no la vio por un tiempo, preguntó por ella y los compañeros le notificaron que ella había fallecido y fue sepultada. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) preguntó: “¿Por qué no me lo dijeron?”, ellos respondieron: “Estabas durmiendo y no quisimos despertarte”. Parecía que los compañeros sentían que el asunto era irrelevante, pero el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) no estaba contento con ellos y los reprendió por no haberle informado de su muerte, lo que causo que él se perdiera su funeral. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Muéstrame su tumba”. Cuando se le mostró, él ofreció la oración fúnebre por ella y dijo: “Estas tumbas cubren a aquellos que están en ellas en la oscuridad, y Allah las ilumina como resultado de mi súplica por ellos”. Luego continuó y dijo que había visto a esta mujer y que tenía polvo de la mezquita en sus manos y estaba de pie en el Paraíso. Después de presenciar la reacción del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), la gente se dio cuenta de cuán grande era realmente Um Mihÿan (radiallâhu ‘anhâ).
Um Mihÿan (radiallâhu ‘anhâ) fue una mujer que dedicó su vida al camino de Allah. Ella tenía un gran amor y respeto por la Casa de Allah y, por lo tanto, reconoció la importancia de limpiarla y cuidarla. Ella continuó con esta buena acción a lo largo de su vida sin ningún elogio o aprecio de la gente. Sin embargo, Allah reconoció su esfuerzo y amor por Su casa y la recompensó con el Paraíso.
Otro buen ejemplo, son los pasos de Bilal (radiallâhu ‘anhu) que se escucharon en el Paraíso antes que los pasos el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró: “En el momento de la oración del Faÿr, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le preguntó a Bilal (radiallâhu ‘anhu): “Cuéntame de la mejor acción que hiciste después de abrazar el Islam, porque escuché tus pasos frente a Mi en el Paraíso”. Bilal respondió: “No hice nada que valga la pena mencionar, excepto que cada vez que realizaba abluciones durante el día o la noche, rezaba después de la ablución”.
Ahora veamos cuales son algunos de los frutos de hacer estas buenas acciones: la persona que facilite a alguien afligido, Allâh facilitará sus asuntos tanto en el Dunia como en el Âjirah, será un medio de su perdón y salvación del castigo y los tormentos del Âjirah.
Ahora veamos alguna etiquetas al momento de hacer una algunas buenas obras: agradecer primero a Allâh por habernos dado el taufîq, la oportunidad y la capacidad de realizarlo; agradecer a la persona que hizo bien a uno. Como Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “A quien fue hecho una buena obra y dice a la persona que hizo el bien ÿazakallâhu jairan, ciertamente ha sido muy agradecido” [Tirmidhi]; aceptar la buena obra que fue hecho hacia uno. Como dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Quien recibió alguna buena obra de parte de su hermano sin pedirlo con la lengua ni desearlo en el corazón, pues debe aceptarlo y no rechazarlo porque es un sustento que Allâh le envió” [Musnad Ahmad].
Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos dé el taufîq de llenar nuestras vidas de todo tipo de buenas obras. Amîn.
Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh