Jutbah Semanal
Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.
- Viernes, 27 de Junio de 2025
- Yumu‘ah, 2 de Muharram de 1446
- Imâm: Sh. Almuthanna Soud Fajreldin
LAS LECCIONES DE LA HIŸRAH, LA EMIGRACIÓN
En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Dice Allah Altísimo en el Sagrado Qurân: “El número de meses para Allah es doce, porque así Él lo decretó el día que creó los cielos y la Tierra. De ellos, cuatro son sagrados. Así es en la religión verdadera” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 36]; y dice también: “Di: “Si amáis a Allah ¡Seguidme! Allah os amará y os perdonará vuestros pecados. Allah es indulgente, misericordioso”. Di: “¡Obedeced a Allah y al Enviado!” Si vuelven la espalda… Allah no ama a los que rechazan la verdad” [Sûrah Âli ‘Imrân (3), âyât 32 y 33].
Respetados hermanos y hermanas, estamos entrando en el mes de Muharram, el primer mes del calendario musulmán y uno de los cuatro meses sagrados. Un mes que tiene grandes virtudes y días a los que el Mensajero de Allâh (sallallahu ‘alaihi wa sallam) dio un trato especial. El décimo día de este mes es conocido como el día de ‘Ashura, y él solía ayunarlo y exhortaba a sus compañeros a hacer lo mismo, y este ayuno es anterior incluso al ayuno del mes de Ramadân. Cuando el Rasûlullâh (sallallahu ‘alaihi wa sallam) fue preguntado acerca de las virtudes de dicho ayuno dijo: “Tengo esperanzas en Allah de que el ayuno de este día borra las faltas cometidas en el año anterior”.
Nuestro calendario musulmán comienza en el año de la emigración de nuestro Profeta desde Makkah hacia Madinah, dedicaremos esta jutbah a repasar juntos las enseñanzas que nos deja ese importante viaje.
Los compañeros de Rasûlullâh (sallallahu ‘alaihi wa sallam) habían comenzado a emigrar de Makkah cuando las persecuciones se hicieron cada vez más difíciles de soportar. Emigraron algunos hacia Abisinia, donde fueron bien recibidos y pudieron practicar su religión libremente. Otros emigraron más tarde a la ciudad de Madinah, en aquel entonces llamada Ÿathrib, y escogieron esa ciudad porque habían escuchado al Profeta muhammas (sallallahu ‘alaihi wa sallam) describir el lugar donde emigraría más tarde, y las descripciones coincidían con la ciudad de Madinah.
El Mensajero de Allah (sallallahu ‘alaihi wa sallam), sin embargo, se quedó en Makkah llamando incansablemente a la gente hacia Allah, y aguardando la orden de Allah para emigrar, porque un mensajero no puede tomar esa decisión por sí solo. Mientras tanto el Islam se expandió por toda Madinah, y su gente se comprometió con la Causa de Allah y con auxiliar al Profeta (sallallahu ‘alaihi wa sallam) y a sus compañeros emigrantes.
La gente de Quraish, al tanto de la situación, se reunió a debatir que se debía hacer con Rasûlullâh (sallallahu ‘alaihi wa sallam) y decidieron acabar con Él de una vez por todas, e idearon para ello un elaborado plan. En ese momento, llegó la Orden de Allah de abandonar Makkah y emigrar hacia Madinah.
Hermanos y hermanas, basta con tener presente la situación de Rasûlullâh (sallallahu ‘alaihi wa sallam) como la hemos expuesto, para entender lo delicado que era emprender un viaje en esas circunstancias. Se necesitaba actuar en extremo secreto, y tomar toda clase de precauciones para poder llegar a Madinah sin problemas.
La gente de Quraish no iba a permitir que el Profeta abandonara Makkah y se reuniera con sus compañeros en un lugar seguro, por lo que no dudarían en perseguirlo y cortar su camino. Pero a pesar de todo, el Mensajero de Allah (sallallahu ‘alaihi wa sallam) se encomendó primeramente a Allah, y así debe actuar cada musulmán ante cada situación o tarea, porque Allah dice en el Qurân: “Quien deposite su confianza en Allah, sepa que Él le será suficiente” [Sûrah At–Talâq (65), âyah 3].
Luego tomó toda clase de medidas para poder llevar a cabo el viaje, calculó bien el camino, contrató a un guía experto para que los llevara por caminos desconocidos, reguló la marcha entre las horas del día y la noche para pasar desapercibidos, y planeó todo con la mejor estrategia. Así debe actuar también cada musulmán y cada musulmana, luego de depositar la confianza en Allah, debe hacer uso de todos los medios que Allah ha puesto a su disposición. Luego los resultados están en las Manos de Allah.
En ese sentido el episodio de la cueva de Thaur es un gran ejemplo. El Mensajero de Allah (sallallahu ‘alaihi wa sallam) escogió ocultarse en una caverna que se ubica en el sentido contrario a la ciudad de Madinah y permanecer ahí tres noches enteras. Pero lo hizo con una confianza plena en Allah, sabiendo que el esfuerzo se hace de parte del siervo, pero el resultado lo maneja el creador. Por eso, cuando los perseguidores llegaron hasta la entrada misma de la cueva, el Mensajero de Allah (sallallahu ‘alaihi wa sallam) no se espantó, sino que se mantuvo firme y tranquilo, sabiendo que él cumplió con su parte y que el final de la historia estaba en manos de Allah. Cuando Abu Bakr (radiallâhu ‘anhu) le señaló al Mensajero de Allah (sallallahu ‘alaihi wa sallam) la cercanía de los perseguidores, la respuesta fue: “No temas ¿Qué crees que pasará con dos personas cuyo tercero es Allah?”.
En este episodio tenemos una verdadera lección de valentía, firmeza y confianza en Allah.
También entre las enseñanzas de ese viaje está la fidelidad de Abu Bakr (radiallâhu ‘anhu) y su fervor por servir la Causa de Allah, poniendo su riqueza y su propia integridad física y dejando su tierra y sus negocios para buscar la complacencia Allah Altísimo.
Rogamos a Allah que haga de nosotros buenos seguidores de su mensajero, y que nos beneficie con las enseñanzas obtenidas de la Hiÿrah. Âmîn.
Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh