Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

INVERTIR TODOS NUESTROS RECURSOS Y GASTARLOS DURANTE RAMADÂN

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh dice en el Sagrado Qurân: “¡Apresúrense a alcanzar el perdón de su Señor y así obtener un Paraíso tan vasto como el cielo y la Tierra, el cual está reservado para quienes creen en Allâh y en Sus Mensajeros! Esa es la bendición de Allâh, y Él se la concede a quien quiere. Allâh es poseedor de una bendición grandiosa” [Sûrah Al-Hadîd (57), âyah 21].

‘Ubâdah Ibn As-Sâmit (radiallâhu ‘anhu) narró que un día, cuando Ramadân se acercaba, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El mes de Ramadân; el mes de las bendiciones, ha venido a ustedes. En él, Allâh se vuelve hacia vosotros y les envía su especial Misericordia, perdona sus faltas, acepta sus súplicas, acepta su competencia en hacer cosas buenas y se vanagloria de ustedes ante los ángeles. Así que muéstrenle a Allâh su rectitud; ya que ciertamente, el más desafortunado es aquél que es privado de la Misericordia de Allâh durante este mes”.

Las obras del ser humano son el resultado de cómo aprovechó su vida. De lo que lleve de este mundo dependerá su destino en el Âjirah. Cada momento en nuestra vida es muy valioso, por eso aquellos que cuidaron su tiempo y obraron el bien, se les dirá mañana en el Día del Juicio Final: “Coman y beban con alegría en recompensa por lo que obraron en los días pasados” [Sûrah Al-Hâqqah (69), âyah 24].

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Allâh, Poderoso y Majestuoso dijo: “Toda práctica del hijo de Âdam es para él, excepto el ayuno que es para Mí y Yo recompenso por él”. El ayuno es protección. Y si alguno de vosotros está ayunando que no diga obscenidades ni grite o alborote. Y si alguno es insultado o dañado que diga: “¡Estoy ayunando!” ¡Por Aquel que tiene el alma de Muhammad en su mano que el aliento de la boca del ayunante es mejor ante Allâh que el olor del almizcle! El ayunante tiene dos momentos de gran alegría: el momento de romper el ayuno y cuando llegue al encuentro con su Señor, se alegrará de haber ayunado”.

Ubaî Ibn Ka’b (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Hubo un hombre de los Ansâr, de quien no conozco otro que viviera más lejos de la mezquita que él y sin embargo no se le escapaba una oración. Le dijeron: “¡Si te compraras un burro y fueses montado en él, las noches de oscuridad y los días de calor serían menos penosos para ti!”. Dijo el hombre: “¡No me alegraría que mi casa estuviera al lado de la mezquita! Lo que ciertamente quisiera es que se me anotaran mis pasos hacia la mezquita y los de mi regreso con mi familia”. Le dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¡Allâh, ya te los ha registrado a todos ellos!” [Muslim].

Narraron Hâkim, Baihaqî y Tabranî (rahmatullâhi ‘alaihum) que después de la muerte del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) estaba en i’tikâf en la Mezquita de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y llegó un hombre, lo saludó y se sentó. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) le preguntó: “¿Porque te veo tan triste?”. Respondió el hombre: “Adquirí una deuda con alguien y debo pagarle lo antes posible, pero no sé cómo voy a solucionar este problema”. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) dijo: “¿Quieres que hable con esa persona para que te dé más plazo?”. El hombre respondió: “Eso me gustaría mucho y sería muy bueno para mí porque tendría más tiempo para juntar el dinero y pagar mi deuda”. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) Respondió con lágrimas en sus ojos: “Yo escuché a quien habita en esta tumba (el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam)) diciendo: “Para aquélla persona que ayuda a su hermano en su problema hasta que sale de él, eso será mejor para él que diez años de i’tikâf, y quién hace una noche de i’tikâf solamente para complacer a su Señor, Allâh pondrá entre él y el Fuego del Infierno tres fosos, y la distancia de cada foso será como la distancia entre el Este y el Oeste”.

Hakîm Ibn Hizâm (radiallâhu ‘anhu) quien era sobrino de Jadiya (radiallâhu ‘anhâ), conocido como el primer niño nacido en la Ka’bah, era un gran apoyo para su tía en sus asuntos comerciales y fue también uno de los amigos íntimos de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). En los primeros tiempos del Islam, Hakîm también llevó a cabo un gran esfuerzo en ayudar a la nueva comunidad musulmana a encontrar recursos durante los años del boicot. Años más tarde, cuando él se hizo musulmán después de que Makkah fuera conquistada, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) lo felicitó diciéndole: “En verdad, te hiciste musulmán con tus buenos actos anteriores”, refiriéndose a su beneficencia anterior. Cuando entraba en Makkah el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), lo incluyó en sus saludos, y declaró que era seguro buscar refugio en la residencia de Hakîm Ibn Hizâm. Hakîm (radiallâhu ‘anhu) demostró una gran abnegación al compensar el tiempo durante el cual no había aceptado el Islam aun cuando éste había estado tan cerca. En una ocasión, decidió hacer el Haÿÿ, y antes de partir, donó camellos, ovejas y liberó muchos esclavos. Tenía ciento veinte años cuando falleció. Había vivido sesenta años en la época de la Ÿahiliyah (ignorancia) anterior al Islam, y otros sesenta años como musulmán.

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que vinieron unos pobres de los emigrantes al Mensajero de Allah (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), y le dijeron: “La gente rica se ha hecho con las posiciones más altas y un bienestar estable; rezan como lo hacemos nosotros; ayunan como nosotros; pero gozan de favor en la riqueza; hacen la peregrinación mayor y menor; y dan sâdaqah y nosotros no podemos. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¿Queréis que os enseñe algo con lo que daréis alcance a los que os preceden y también a los que vendrán después, y nadie será mejor que vosotros, excepto quien haga lo mismo que vosotros?” Dijeron: “¡Claro que sí, Mensajero de Alláh!” Dijo (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Diréis: Subhânallâh wal-Hamdulillâh wallâhu akbar, después de cada oración cada frase treinta y tres veces” [Muslim].

Otro buen ejemplo, son los pasos de Bilâl (radiallâhu ‘anhu) que escuchó Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en el Ÿannah delante de sus pasos. Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró: “En el momento de la oración del Faÿr, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le preguntó a Bilâl (radiallâhu ‘anhu): “Cuéntame de la mejor acción que hiciste después de abrazar el Islam, porque escuché tus pasos frente a Mi en el Ÿannah”. Bilâl (radiallâhu ‘anhu) respondió: “No hice nada que valga la pena mencionar, excepto que cada vez que realizaba abluciones durante el día o la noche, rezaba después de la ablución”.

Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Y que el hombre sólo obtendrá aquello por lo que se esfuerce? Pero que su esfuerzo se verá” [Sûrah An-Naÿm (53), âyât 39 y 40]. El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) aconsejando a su Ummah dijo: “No acumulen lo que no comerían; no construyan en lo que no vivirían; no compitan en lo que mañana dejarían; teman a Allâh porque ante Él serán resucitados; y prepárense para su destino en la otra vida donde vivirán para siempre”.

Roguemos a Allâh para que nos permita aprender, entender y practicar estas enseñanzas. Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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