Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

EL PROFETA MUHAMMAD (SAW), UNA GUIA PARA TODA LA HUMANIDAD

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Queridos y respetados hermanos y hermanas, nuestra Jutbah de hoy no podía tratar acerca de otro tema que acerca de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Realmente Allâh ha concedido una gracia a los creyentes al enviarles un Mensajero salido de ellos mismos que les recita Sus signos, los purifica y les enseña el Libro y la Sabiduría; ya que antes estaban en un extravío evidente”. [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 164].

Siempre, los musulmanes en todo el mundo suelen hablar sobre el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), especialmente en este mes de Rabi‘ûl-Auwal. Allâh envió a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) como una guía para toda la humanidad. Dice Allâh en el Qurân: “¡Oh Profeta! Es verdad que te hemos enviado como testigo, anunciador de buenas nuevas y advertidor. Y para llamar a Allâh con Su permiso y como una lámpara luminosa” [Sûrah Al-Ahzâb (33), âyât 45 y 46].

Ÿâbir (radiallâhu ‘anhu) narró que el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Mi ejemplo y el vuestro es como el de un hombre que prende un fuego en el que caen las langostas y las mariposas, mientras él trata de apartarlas. Y yo os agarro por la cintura para salvaros del Fuego, sin embargo, vosotros os escapáis de mis manos (y caéis en él al desoír mis mandatos)”.

Cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) vino, la Ummah estaba totalmente perdida y destruida. No tenían moral, adoraban ídolos, enterraban vivas a sus hijas, asesinaban, engañaban, etc., pero él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) se esforzó con ellos poniéndose como ejemplo de misericordia. Dice Allâh: “En verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 128].

La cadena de la Profecía fue completada por nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Él es el Último Profeta de Allâh, y él es el Sello de todos los profetas (‘alaihimus-salâm). Allâh lo hizo el mejor de los modelos y ejemplos a seguir para toda la humanidad. La venida del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) fue el medio para sacar al hombre de la oscuridad de la ignorancia, hacia la luz de la fe. Y de la destrucción y el fracaso, hacia la salvación y el éxito.

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) fue un signo de Allâh de entre los muchos signos de Allâh, y él fue uno de los milagros, de entre muchos milagros de Allâh. Es debido a él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) que nosotros reconocemos a un sólo Señor, Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ. Rasulullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) recibió el wahî –la Revelación Divina– desde los cielos y conectó a los moradores de la tierra con Allâh.

Allâh lo hizo un perfecto y completo ejemplo. Dice en el Qurân: “Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Allâh y en el Último Día y recuerde mucho a Allâh” [Sûrah Al-Ahzâb (33), âyah 21]. Allâh alabó al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) diciendo: “Y estás hecho de un carácter magnánimo” [Sûrah Al-Qalam (68), âyah 4]. Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Toda mi nación entrará en el Paraíso, excepto quien se rehúse”, dijeron: “¡Mensajero de Allâh! ¿Y quién podría rehusar (entrar al Paraíso)?”, dijo (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Quien me obedece entrará en el Paraíso y quien me desobedece pues se rehúsa”.

Entre toda la gente, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) era el de mejor conducta; de mucha humildad; el mejor modo de vida; no era rudo, ni áspero, ni de corazón duro; no gritaba ni decía malas palabras; no hacia las cosas apresurado; no guardaba rencor ni envidia; no era tacaño; siempre agradecía a Allâh en momentos de prosperidad y siempre ejercitaba la paciencia en momentos de estreches; siempre hablaba correctamente; no oprimía a nadie; no pedía lo que quería; la pobreza era su símbolo; no causaba daño a quien lo dañaba; no se inmiscuía en cosas que no le importaban; cuando prometía, cumplía; cuando le pedían, daba; cuando le invitaban, aceptaba; cuando hacía algo, lo hacía correctamente; cuando hablaba, siempre decía la verdad; cuando tenía poder, hacía las cosas con ternura; era muy tierno hacia los parientes y viajeros; era una persona con mucha humildad; era una persona con el corazón limpio, puro y muy generoso; era el primero en hacer el bien y el más lejano de hacer cosas contra de su estatus de enviado de Allâh.

Era conocido por su generosidad. Fue persona de pocas palabras, veraz, lejos de la soberbia y el orgullo. Cuando le fue dada la opción de elegir entre ser un profeta rey o un profeta siervo, escogió ser un profeta siervo. Era un ayudante para los necesitados y un padre para los huérfanos; tenía buen humor; era tolerante; respetaba a los mayores y mostraba cariño y misericordia hacia los menores; unía lo que estaba roto; daba en abundancia; siempre sonreía, pero su corazón siempre estaba con preocupación; le hacía feliz su pobreza; era más dulce que la miel y más suave que la mantequilla. No hacía públicos los secretos; hacia las cosas con tranquilidad y suavidad.

‘Aîshah (radiallâhu ‘anha) dijo sobre la conducta del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Su conducta era el Qurân”. La mayor parte de su tiempo se quedaba en silencio, no hablaba innecesariamente; era confiable; el Dunia no le hacía enojar, el Dunia no le importaba; el mismo reparaba sus sandalias y parchaba su ropa; era muy servicial hacia los quehaceres de la casa, ordeñaba los animales y daba de pastar a los animales. Visitaba a los enfermos; amaba a los pobres y se sentaba con ellos; asistía a su ÿanazah (funeral) y jamás despreciado a un pobre por su condición.

Murió el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) después de 63 años. Él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) murió, pero no murió su enseñanza ni su Sunnah ni su ejemplo, el único ejemplo valido para toda humanidad hasta el Día del Juicio Final para tomar el camino recto hacia Allâh. Por eso Allâh otorga tanta recompensa para quien siga su Sunnah, entonces debemos tomarla con amor y respeto como un modo de vida. ¡Con él, la plegaria y la Paz cuando nació, cuando murió y cuando Allâh lo resucite!

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos conceda el honor de ser verdaderos seguidores del mejor de los Profetas (‘alaihimus-salâm), y para que nos dé la invaluable oportunidad de vivir nuestra vida en el modo de vida de Su Mensajero Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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