NO PERDER LA ESPERANZA EN LA MISERICORDIA DE ALLÂH

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

La esperanza es una fuente de seguridad y de sosiego, además es un rayo que aclara las tinieblas de las rutas e ilumina los senderos, con la cual crece el árbol de la vida y prosperan las construcciones, con la cual saborea el hombre la felicidad y siente el gusto de la vida. Es una fuerza motriz que le incita a trabajar, crea motivos para luchar por el deber, deja fluir la energía en el cuerpo y el alma, incita a los perezosos a esforzarse para conseguir la gloria, impulsa al fracasado a volver a intentarlo, estimula al exitoso a doblar sus esfuerzos.

La esperanza en la vida es lo que impulsa al agricultor a trabajar duramente hasta el sudor. Lo que incita al comerciante a viajar buscando nuevos horizontes es la esperanza de obtener buenas ganancias. Lo que estimula al estudiante a esforzarse es la esperanza de aprobar. Lo que hace que el paciente soporte la amargura de la medicina es la esperanza en su curación y lo que empuja al creyente a luchar contra sus deseos obedeciendo a Allâh es la esperanza de conseguir complacer a Allâh y conseguir el Ÿannah. De no ser por la esperanza se hubiera perdido la acción.

La esperanza, la desesperación, la desesperanza y la presunción:

La esperanza tiene dos partes, una negativa que han censurado el Qurân y la Sunnah, y otra positiva. Abordamos aquí lo positivo de la esperanza. Por un lado, la esperanza es el secreto de la vida, motor de su actividad, alivio de sus desgracias, motivo de placer y gusto en ella. Por otro lado, la desesperación es un obstáculo, y el apagón de la llama en nuestro corazón, ese corte del hilo que une el corazón con la esperanza. Es un impedimento permanente, y un obstáculo muy poderoso que destroza en el alma los motivos que incitan a trabajar y debilitan en el cuerpo los motivos de la fuerza. 

Ibn Mas‘ûd (radiallâhu ‘anhu) dijo: “La muerte está en dos cosas, la desesperanza y la presunción”. La desesperanza es la desesperación, y la presunción, o el amor propio, es la vanidad. El Imâm Al-Gazâlî (rahmatullâhi ‘alaihi) explica este dicho de Ibn Mas‘ûd, diciendo: “El cual ha agrupado ambos conceptos (la presunción y la desesperación) porque la felicidad sólo se consigue con la busca y la demanda y con el esfuerzo y la preparación. El desesperado no busca ni demanda, porque considera imposible lo que pide, inmovilizado, manso, parado en el mismo lugar, no evoluciona, y el presumido cree que ha buscado en la vida y ha conseguido su objetivo, así que no busca. Así que uno no pide porque tiene y ya, y el otro no intenta. La muerte está en dos cosas, la desesperanza y la presunción. El desesperado es inactivo, también el presumido, porque el desesperado ve que alcanzar su meta es imposible así que no intenta buscarla, lo mismo el presumido ve que ya ha abarcado todo”.

Si se desespera el estudiante por su aprobación, detestará el libro y la pluma, odiará la escuela y el hogar, y ninguna lección particular, ningún consejo, ningún lugar tranquilo le afectará porque ha perdido la esperanza, y solamente volverá, si brilla de nuevo la esperanza dentro de su corazón. Si el paciente se desespera, odiará la medicina, al médico, la clínica y la farmacia, detestará la vida y la gente, y ningún tratamiento le será útil, a menos que vuelva a renacer nuevamente la esperanza. Si uno se deja vencer por la desesperación, le invadirá la melancolía, verá todas las puertas cerradas, no acertará y no le será suficiente la tierra con toda su vastedad.

La fuerte relación entre la desesperación y la incredulidad:

Existe una correlación consistente entre la desesperación y la incredulidad. Los incrédulos son los más desesperados, y los desesperados son los más incrédulos, Allâh dice en el Qurân: “pues sólo desespera de la misericordia de Allâh la gente que se niega a creer” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 87]. También dice Allâh: “¿Y quién puede desesperar de la misericordia de su Señor sino los extraviados?” [Sûrah Al-Hiÿr (15), âyah 56]. Y aparece esa desesperación claramente cuando el hombre sufre desgracias, Allâh dice: “Si le hacemos probar al hombre una misericordia procedente de Nosotros y luego se la quitamos, se queda desesperado y es ingrato” [Sûrah Hûd (11), âyah 9], continua diciendo más adelante: “Pero no es así para los que tienen paciencia y llevan a cabo las acciones de bien” [Sûrah Hûd (11), âyah 11]. En otro capítulo del Qurân, dice: “Y cuando favorecemos al hombre se aparta y se retira a lo suyo, pero cuando le toca el mal se queda desesperado” [Sûrah Al-Isrâ (17), âyah 83]. Y en otra âyah: “El hombre no se cansa de pedir lo bueno, pero si el mal le toca se queda abatido, desesperado” [Sûrah Fussilât (41), âyah 49].

La desesperación no es sólo un requisito de la incredulidad sino también de la incertidumbre. Toda persona que pierde la certeza firme en Allâh, en Su perfección, Su divinidad, Su existencia, Su sabiduría y Su justicia, se priva de la esperanza y ve solo el lado negro de la vida, su mirada a la gente, a la vida y al universo es pesimista, ve la tierra como una selva donde las personas son salvajes y siente que vivir es una carga insoportable. Es la mirada de los desesperados y los errantes, los de poca fe.

La correlación entre la fe y la esperanza:

Solamente la fe genera la esperanza en las almas. La esperanza tiene un lado negativo y otro positivo. Hablaremos acerca del lado positivo ya que la parte negativa la han censurado el Qurân y la Sunnah de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). La desesperación y la incredulidad son inseparables, así como la fe y la esperanza. Por eso el creyente es el que más esperanza tiene, el más optimista y regocijado. Lógico que el pesimismo, la insatisfacción y el aburrimiento están muy lejos de él.

¿Qué significa la fe? Significa creer que hay una fuerza mayor que dirige el universo, está al tanto de todo, tiene la capacidad infinita, inmensa misericordia y generosidad ilimitada. Creer que Allâh Misericordioso, Poderoso, responde al necesitado si le pide, facilita las dificultades, recompensa con todos los bienes, perdona a sus siervos pecadores arrepentidos. Creer que Allâh es más misericordioso con sus siervos que la madre con su hijo y quiere lo mejor para sus siervos, más que ellos mismos.

La fe significa creer en Allâh, que extiende la mano por la noche a los arrepentidos pecadores del día, y extiende la mano de día a los arrepentidos pecadores de la noche. La fe significa creer en Allâh, Él se complace por el arrepentimiento de Su siervo más que la alegría de un perdido encontrado, del retorno de un viajero y del sediento cuando bebe. La fe significa creer en Allâh, el cual recompensa el bien con 10 como él, multiplicándolo hasta 700 veces o mucho más, y castiga uno por uno o perdona.

La fe significa creer en Allâh que llama a quien se abstiene a aproximarse y recibe a quien acude a Él desde lejos, y dice: “Yo estoy allí en lo que mi siervo piensa de mí. Estoy con él si me recuerda, así si me recuerda en sí mismo le recordaré en mí y si me recuerda entre una multitud, le recordaré en una multitud mejor, y si se acerca a mí un palmo, me acercaré a él un codo y si se acerca a mí un codo, me acercaré una distancia como el largo de los brazos. Si me viene andando, le iré corriendo”.

La fe significa creer en Allâh que alterna los días entre la gente. Cambia el temor por seguridad, la debilidad por fuerza. Cambia la tensión en alivio, la preocupación en serenidad y facilita las dificultades.

El refugio del creyente en su Señor y la confianza en su victoria:

El creyente se refugia en su Señor Misericordioso, Todopoderoso, Generoso, el Perdonador, el Amoroso, Dueño del Trono sublime, El que hace lo que quiere. Vive en la esperanza positiva ilimitada, y ruego firme, siempre optimista, mira la vida con una sonrisa en la cara, y recibe sus eventos con gran confianza.

Si el creyente lucha, confiará en la victoria, porque está con Allâh, y Allâh está con él, pertenece a Allâh y por eso Allâh le auxiliará. Dice e Qurân: “Ya sucedió antes que dimos Nuestra palabra a Nuestros siervos enviados. Y fueron auxiliados. Y es verdad que Nuestros ejércitos fueron vencedores” [Sûrah AsSâffât (37), âyât 171 a 173]. Si el creyente se enferma no desespera de la curación. Dice Allâh: “Que me creó y me guía. Que me alimenta y me da de beber y que, cuando estoy enfermo, me cura” [Sûrah Ash-Shu‘arâ (26), âyât 78 a 80].

Si el creyente comete un pecado, no desespera del perdón, por muy grande que sea el pecado, porque el perdón de Allâh es mayor. Dice Allâh Altísimo: “Di: ¡Siervos míos que os habéis excedido en contra de vosotros mismos, no desesperéis de la misericordia de Allâh, es verdad que Allâh perdona todas las faltas, pues Él es el Perdonador, el Compasivo!” [Sûrah Az-Zumar (39), âyah 53]. Dice también: “Porque es cierto que junto a la dificultad hay facilidad. Sí, junto a la dificultad hay facilidad” [Sûrah Ash-Sharh (94), âyât 5 y 6].

La dificultad no vence a dos facilidades, y si la dificultad se metiera dentro de una cueva, la facilidad la seguiría.

Allâh acompaña al creyente en todo lugar y tiempo:

Si un creyente sufre una desgracia de las desgracias de la vida, tendrá la ilusión de que Allâh le recompense su calamidad, y se la reemplaza por algo mejor, Allâh Altísimo dice: “Aquéllos que cuando les ocurre alguna desgracia dicen: “De Allâh somos y a Él hemos de volver” Bendiciones de su Señor y misericordia se derramarán sobre ellos. Son los que están guiados” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyât 156 y 157].

Incluso si el creyente disputa u odia, pues estará más cerca de la paz y la buena relación, deseando la pureza y la armonía, confiando en que Allâh transforma los corazones de un estado a otro, dice Allâh Altísimo: “Puede ser que Allâh ponga afecto entre vosotros y los que de ellos hayáis tenido como enemigos. Allâh es Poderoso y Allâh es Perdonador y Compasivo” [Sûrah Al-Mumtahanah (60), âyah 7].

Si el creyente viera que una falsedad surge, ausente de verdad, tendría certeza de que esa falsedad va a acabar despareciendo, y que la verdad va a mostrarse y a triunfar: “Sin embargo arrojamos la verdad contra la falsedad para que la derrote y entonces se desvanezca. Tendréis la perdición por lo que decíais” [Sûrah Al-Ambiyâ (21), âyah 18].

Si el creyente alcanza la vejez y se le debilitan los huesos, y se le vuelve el cabello canoso, no parará de solicitar la Otra Vida donde hay juventud sin vejez, vida sin muerte, felicidad sin sufrimiento, dice Allâh Altísimo: “Los jardines de Adn que el Misericordioso ha prometido a Sus siervos antes de que los hayan visto, verdaderamente Su promesa llegará” [Sûrah Mariam (19), âyah 61].

Acudir a Allâh es un refugio en los momentos difíciles y en la soledad:

Los materialistas, errantes, desorientados, descuidados, desobedientes, se quedan en las costumbres habituales, y las causas externas, no anhelan nada más allá, mientras que los creyentes superan las apariencias causales y penetran hasta el secreto de la existencia para llegar a Allâh, el Creador de las razones y causas, el cual posee causas interiores, y una protección sutil y escondida que se escapa a la comprensión de las mentes de sus siervos. Dirige los corazones de los fieles hacia él, cuando les humillan las crisis, y les controlan las circunstancias.

Ellos encuentran en el hecho de acudir a Allâh un refugio de los peligros, compañía en la soledad y victoria en la minoría. El enfermo se dirige hacia Él cuando los médicos no encuentran remedio a su enfermedad. A Él se dirige el angustiado pidiendo paciencia y consentimiento, pidiendo que se le reemplace lo que ha pasado y se le recompense todo lo perdido. A Él se dirige el oprimido esperando que algún día, no muy lejano, recupere su derecho del opresor, porque no existe ningún velo entre la oración del oprimido y Allâh. Se dirige a Él quien fue privado de hijos pidiendo al Señor que le dé buena descendencia.

Este es el significado positivo de la esperanza, la fe sola, e insisto en la palabra sola, pues es la que crea la esperanza dentro de las almas.

La fe sola crea la esperanza en las almas, y su ejemplo es:

  1. El Profeta Ibrâhîm (‘alaihis-salâm): Él es padre de los profetas (‘alaihimus-salâtu wassalâm) siendo un anciano mayor, pidió un hijo de Allâh: “¡Señor mío! Concédeme una descendencia de justos” [Sûrah AsSâffât (37), âyah 100]. Allâh se lo concedió, entonces dijo Abraham: “Las alabanzas a Allâh que me ha concedido en la vejez a Ismail e Ishâq; es cierto que mi Señor atiende las súplicas” [Sûrah Ibrâhîm (14), âyah 39]. Que seas de una edad avanzada, un anciano mayor y pidas un hijo, es la esperanza en la generosidad de Allâh.
  2. El Profeta Yaqûb (‘alaihis-salâm): Después de haber desaparecido su hijo Yûsuf (‘alaihis-salâm) ¿Qué fue lo que dijo?: “Dijo: ¡No! Vuestras almas os han incitado a algo, pero hermosa paciencia. Puede que Allâh me los traiga a todos a la vez, verdaderamente Él es el Conocedor y el Sabio” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 83]. “Dijo: Yo sólo me lamento de mi dolor y de mi pena ante Allâh y sé de Allâh lo que no sabéis” [Sûrah Yûsuf (12), âyah 86].
  3. El Profeta Zakariya (‘alaihis-salâm): “Kaf, Ha, Ya, ‘Ain, Sad. Este es el recuerdo de la misericordia de tu Señor con Su siervo Zakariya. Cuando llamó a su Señor en súplica escondida. Dijo: ¡Señor mío! Mis huesos se han debilitado y mi cabello ha encanecido y nunca, Señor, en lo que Te he pedido, he sido decepcionado. Temo por mis parientes cuando yo no esté; y mi mujer es estéril, concédeme de Tu parte un hijo que sea mi heredero y herede de la familia de Yaqûb y hazlo, Señor, complaciente” [Sûrah Mariam (19), âyât 1 a 6]. “Entonces Zakariya suplicó a su Señor y dijo: ¡Señor mío! Concédeme una buena descendencia procedente de Ti; realmente Tú eres el que atiende las súplicas” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 38]. ¿Cuál fue el resultado? “¡Zakariya! Te anunciamos un hijo cuyo nombre será Yahia, nadie antes de él ha recibido ese nombre” [Sûrah Mariam (19), âyah 7].
  4. El Profeta Ayyûb (‘alaihis-salâm): Dice Allâh Todopoderoso: “Y Ayyûb cuando imploró a su Señor: El mal me ha tocado, pero Tú eres el más Misericordioso de los misericordiosos. Y le respondimos apartando de él el mal que tenía. Y le devolvimos a su familia dándole además otro tanto, como misericordia de Nuestra parte y recuerdo para los adoradores” [Sûrah Al-Ambiyâ (21), âyât 83 y 84].
  5. El Profeta Yûnus (‘alaihis-salâm): Estaba en una posición de las más raras, en tres tinieblas: en la oscuridad del vientre de la ballena, en la oscuridad de la noche y en la oscuridad de las profundidades del mar: “Y Dhun-Nûn cuando se marchó enfadado sin pensar que lo íbamos a poner en aprietos. Así clamó en las tinieblas: No hay dios sino Tú, Gloria a Ti. Verdaderamente he sido de los injustos. Y le respondimos y lo libramos de la angustia. Así es como salvamos a los creyentes” [Sûrah Al-Ambiyâ (21), âyât 87 y 88]. Allâh trasformó esa historia en una ley, dice: “Así es como salvamos a los creyentes” [Sûrah Al-Ambiyâ (21), âyah 88]. En cualquier época, en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier estado y en cualquier situación.
  6. El Profeta Mûsâ (‘alaihis-salâm): Fue perseguido por Faraón, acaso no sabían quién era Faraón, con su ejército, fuerza, tiranía, dureza, y con un puñado de sus compañeros humillados, teniendo el mar delante de ellos, y Faraón detrás, y dijo Moisés a sus compañeros: “”Cuando ambos grupos se divisaron, dijeron los compañeros de Musa: Hemos sido alcanzados. Dijo: No, mi Señor está conmigo y Él me guiará” [Sûrah Ash-Shu‘arâ (26), âyât 61 y 62]. Allâh salvó a él y a sus compañeros, y ahogó al Faraón y sus seguidores.
  7. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): Nuestro Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), cuando estaba en la cueva con Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu), él le dijo: “¡Oh Mensajero de Allâh, si alguien mirase donde está mi pie nos vería” Dijo: ¡Oh Abû Bakr, ¿Qué crees siendo nosotros dos y Allâh es el tercero?”. Algunos libros cuentan que le dijo otra vez: “¡Oh Mensajero de Allâh, nos han visto” Dijo entonces: “¡Oh Abû Bakr! ¿No has leído la aleya: “Los ves que te miran, pero no ven” [Sûrah Al-A’râf (7), âyah 198]?

Durante la Hiÿrah, se ofreció un centenar de camellos como recompensa para quien trajera a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) vivo o muerto. Le persiguió uno que se llamaba Surâqah Ibn Mâlik, pero las patas de su caballo se hundieron en la arena, el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le dijo (en un extenso hadîth): “¡Oh, Surâqah! ¿Que te parecería si te vistieras con las pulseras de Kisrah?”

¿Qué significa esto? Es perseguido, se ofreció un centenar de camellos a quien viniera con él vivo o muerto, y su gran esperanza es que llegaría al Madinah y establecería allí una sociedad islámica, instauraría la justicia en todos los países y tendría los tesoros de Kisrah, incluso prometió a Surâqah ibn Mâlik que iba a ponerse las pulseras de Kisrah.

Durante el califato de ‘Umar (radiallâhu ‘anhu), llegaron los tesoros, los volcó ‘Umar con un vara que estaba en su mano, y dijo: “Quien trajo esto son honrados” le dijo a Ali (radiallâhu ‘anhu): “¡Oh, emir de los creyentes! Fuiste honrado y por eso, ellos lo fueron también, si no fueras así, ellos no lo serían”. Después preguntó por Surâqah y cuando vino le puso las pulseras, la corona y la túnica de Kisrah y dijo: “¡Bravo! !Bravo! Un beduino se viste con las pulseras de Kisrah”.

No existe presunción en esto: “Allâh les ha prometido a los que de vosotros crean y practiquen las acciones rectas que les hará sucesores en la tierra como ya hiciera con sus antepasados y que les reafirmará la práctica de Adoración que tienen, que es la que Él ha querido para ellos, y que cambiará su miedo por seguridad. Me adorarán sin asociarme nada. Quien reniegue después de eso… Esos son los descarriados” [Sûrah An-Nûr (24), âyah 55].

Hermanos y hermanas, quiera Allâh darnos la capacidad y el entendimiento de estas profundas enseñanzas. Roguemos también a Allâh que conceda a todos los musulmanes y musulmanas la capacidad de fortalecer su esperanza en Allâh Altísimo y en Su Infinito Poder, para que el dolor y sufrimiento de la Ummah desaparezca y se transforme en más îmân y dependencia sincera en Allâh. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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