Los Tres Que Hablaron en la Cuna

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Altísimo dice en el Sagrado Qurân: “Y sé constante en la compañía de aquellos que invocan a su Señor mañana y tarde anhelando Su faz, no apartes tus ojos de ellos por deseo de la vida de este mundo ni obedezcas a aquel del que hemos hecho que su corazón esté descuidado de Nuestro recuerdo; sigue su pasión y su asunto es pérdida” [Sûrah Al-Kahf (18), âyah 28].

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Sólo tres hablaron en la cuna: El primero fue Jesús (‘Isa), hijo de María”. Allâh Altísimo informó al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) del milagroso nacimiento de Profeta ‘Isa (‘alaihis-sallam) en los siguientes versos del Qurân: “Y recuerda en el Libro a Mariam cuando se apartó de su familia retirándose en algún lugar hacia oriente, Entonces se ocultó de ellos con un velo y le enviamos a Nuestro espíritu que tomó la apariencia de un ser humano completo. Dijo: “Me refugio de ti en el Misericordioso, si tienes temor (de Él)”. Dijo: “Yo sólo soy el mensajero de tu Señor para concederte un niño puro”. Dijo: “¿Cómo habría de tener un niño si ningún mortal me ha tocado y no soy una fornicadora?” Dijo: “Así lo ha dicho tu Señor: “Eso es simple para Mí, para hacerlo un signo para los hombres y una misericordia de Nuestra parte”. Es un asunto decretado”. Así pues, lo concibió y se retiró a un lugar apartado. Y le sobrevino el parto junto al tronco de la palmera. Dijo: “¡Ojalá y hubiera muerto antes de esto desapareciendo en el olvido!” Y la llamó desde abajo: “No te entristezcas, tu Señor ha puesto un arroyo a tus pies. Sacude hacia ti el tronco de la palmera y caerán dátiles maduros y frescos. Come y bebe, y refresca tus ojos. Y si ves a algún humano dile: “He hecho promesa de ayuno al Misericordioso y hoy no puedo hablar con nadie”. Y llegó a su gente llevándolo en sus brazos, dijeron: “¡Mariam! Has traído algo muy grave. ¡Hermana de Harûn! Tu padre no ha sido un hombre de mal ni tu madre una fornicadora”. Entonces hizo un gesto señalándolo, dijeron: “¿Cómo vamos a hablar con un niño de pecho?” Dijo: “Yo soy el siervo de Allâh. Él me ha dado el Libro y me ha hecho profeta. Y me ha hecho bendito dondequiera que esté y me ha encomendado la Oración y la purificación mientras viva. Y ser bondadoso con mi madre; no me ha hecho ni insolente ni rebelde. La paz sea sobre mí el día en que nací, el día de mi muerte y el día en que sea devuelto a la vida”. Ese es ‘Isa, el hijo de Mariam, la palabra de la Verdad, sobre el que dudan”. [Sûrah Mariam (19), âyât 16 a 34].

El segundo fue el personaje de la historia del Monje Ÿuraiÿ, que era un hombre que solía retirarse a una ermita para adorar a Allâh. Un día llegó su madre a verle para un asunto y este estaba rezando y le dijo: “¡Oh Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre se marchó. Cuando llegó el día siguiente fue a verle nuevamente y seguía en oración y le dijo: “¡Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre se marchó. Y al tercer día igual fue a verle y él seguía en oración, y le dijo: “¡Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre finalmente dijo enojada: “¡Oh Allâh, que no muera Ÿuraiÿ hasta que mire a los rostros de las prostitutas!”. Los Hijos de Israel comentaron sobre Ÿuraiÿ y sus oraciones. Hubo entonces una prostituta de ejemplar belleza que dijo: “¿Queréis que le ponga a prueba?” Y se mostró a él, pero sin que éste le prestara atención alguna, sabiendo el perjuicio que le podía ocasionar. Entonces fue ella a exhibirse a un pastor que solía ir a la ermita del monje y cohabitaron. Así fue como quedó embarazada y cuando dio a luz, dijo: “Es de Ÿuraiÿ”. Fueron en busca de él, pidiéndole que bajara de su ermita, la que derribaron y luego le golpearon. Dijo: “¿Qué os pasa, porque me golpeáis?” Dijeron: “Has fornicado con esta prostituta y ha dado a luz un hijo tuyo”: Dijo: “¿Dónde está el niño?” Así pues, lo trajeron y luego dijo: “Dejadme hasta que pueda rezar”. Así que rezó y suplicó a Allâh. Después salió y fue hasta el niño y pinchándole en el estómago le preguntó: “¿Quién es tu padre?” Dijo: “Fulano, el pastor”. Y fueron todos a Ÿuraiÿ y empezaron a besarle. Después le dijeron: “Te construiremos una ermita de oro”. Dijo: “No, volved a hacerla de barro como estaba”. Y así la hicieron”.

Como es bien conocido, la súplica de una madre para su hijo nunca es rechazada, aunque haya pasado algún tiempo. Por eso es importante para un musulmán responder al llamado de su madre, aunque uno esté realizando oraciones voluntarias. Ÿuraiÿ estaba realizando una oración voluntaria cuando su madre lo llamó y el no respondió. Allâh lo probo cuando su madre hizo un Du‘â contra él. Después de un cierto tiempo Allâh lo salvo de esta calamidad por su entrega y su piedad y temor que él tenía de Allâh y le facilitó hacer algunos milagros para que la gente en el pueblo supiera el valor que tenía Ÿuraiÿ.

El tercero, fue un bebé que mientras era amamantado por su madre, pasó un hombre de buen aspecto montado sobre un hermoso y ágil animal. Dijo la madre: “¡Oh Allâh, haz que mi hijo sea como éste!” Y dejando de mamar, el niño la miró y dijo: “¡Oh Allâh, no me hagas como él!” Después volvió al pecho de su madre. A continuación, pasaron cerca de una esclava a la que golpeaban y le decían: “Has fornicado y has robado”, y ella decía: “Allâh es suficiente para mí y el mejor protector”. Dijo la madre mirándola: “¡Oh Allâh, no hagas que mi hijo sea como ella!”. El hijo dejó de mamar y la miró diciendo: “¡Oh Allâh, hazme como ella!” Y en ese instante empezó a hablar la madre con el niño y el niño con ella. Le dijo la madre: “Pasó un hombre de buen aspecto y dije: “¡Oh Allâh, haz que mi hijo sea como él!” Y tú dijiste: “¡Oh Allâh, no hagas que sea como él!” Después pasamos por un lugar donde golpeaban a una esclava y le decían: “Fornicaste y robaste”. Y dije: “¡Oh Allâh, no hagas que mi hijo sea como ella!” Y tú dijiste: “¡Oh Allâh, hazme como ella!” Después dijo el niño: “Realmente aquel hombre era un tirano. Y dije: “¡Oh Allâh, no hagas que sea como él!” Y éstos decían a la mujer: “Has fornicado”, pero realmente no fornicó. “Has robado”, pero tampoco robó. Y dije: “¡Oh Allâh, haz que sea como ella!”.

Estos son ejemplos claros del infinito poder de Allâh cuyas manos está el dominio de todas las cosas, realmente cuando quiere algo Su orden no es sino decirle “Sé”, y es.

Quiera Allâh darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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