Las lecciones de la Hiyrah y el Mes de Muharram

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh ha dividido el año en doce meses, como señala el Qurân: “El número de meses para Allâh es doce, en el Libro de Allâh, el día en que creó los cielos y la tierra. De ellos, cuatro son inviolables. Esta es la práctica de Adoración recta. No seáis injustos con vosotros mismos durante estos meses…” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 36]. De los cuatro meses sagrados, tres son consecutivos: Dhul-Qa’dah, Dhul-Hiÿÿah y Muharram. El cuarto es Râÿab que se encuentra entre los meses de Ÿumadul-Ajirah y Sha’bân.

El mes de Muharram, el mes en que los musulmanes comienzan su calendario lunar. El calendario islámico fue introducido de la Hiÿrah, o emigración del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). La Hiÿrah es un acontecimiento que cambió el curso de la historia, pues elevó el estandarte de la verdad y facilitó la formación de una comunidad de creyentes que colmó de justicia y bendiciones toda la tierra. Por esta razón los compañeros del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) acordaron que este acontecimiento sea el punto de referencia para el comienzo de cada nuevo año musulmán, pues el primer día de cada año recuerda este grandioso día en el que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) emigró de Makkah a Madinah.

Allâh envió a la humanidad al mejor de Su creación el Profeta de la misericordia, Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), para enseñar a los hombres la religión que los conduce por el buen camino y los saca de las tinieblas de la idolatría y la ignorancia. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) comenzó invitándolos a que den testimonio de que no hay más divinidad que Allâh y que Muhammad es el Mensajero de Allâh, les exhortó a adorar, invocar y pedirle sólo a Allâh y a seguir únicamente a Su Mensajero. Dice Allâh en el Sagrado Corán: “Y lo que os dé el Mensajero, tomadlo, pero lo que os prohíba, absteneos de ello” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 7]. Además, resguardó los derechos de las personas, dignificó a la mujer y la puso a la altura del hombre en cuanto a derechos y obligaciones.

Los soberbios, los envidiosos y los ignorantes extraviados hicieron un frente en común para derrotar al Islam, y no dejaron recurso sin utilizar para tratar de obstaculizar la difusión del Islam y extraviar a la gente del sendero de Allâh. Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Quieren apagar la Luz de Allâh con lo que sale de sus bocas, pero Allâh siempre hace culminar Su Luz por muchos que les pese a los incrédulos” [Sûrah As-Saf (61), âyah 8]. La hostilidad y la persecución en Makkah se encarnizó a tal punto que los idólatras planearon asesinar al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), y fue entonces cuando el ángel Ÿibrîl (‘alaihis-salam) descendió con la siguiente orden divina: “¡Muhammad! Allâh te ha autorizado a que emigres a la ciudad de Medina, por lo que esta noche no duermas en tu lecho”. Cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) salió de su casa y vio que los idólatras se encontraban rodeando su puerta al asecho para golpearlo entre todos y asesinarlo, comenzó a recitar Sûrah Yasîn y arrojó un puñado de tierra sobre sus caras, fue entonces cuando Allâh hizo que entraran en un estado de somnolencia profundo y no pudieran verlo. Luego el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) junto con su compañero Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu) se refugiaron tres días en una cueva. Los idólatras lo buscaron intensamente hasta que un día, luego de seguir sus rastros, llegaron a la puerta de la cueva en donde se escondía. Cuando Abû Bakr (radiallâhu ‘anhu) vio que los enemigos estaban tan cerca exclamó atemorizado: “¡Mensajero de Allâh! Si uno de ellos mira sus pies nos descubrirá”. Entonces el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le respondió: “¡Abû Bakr! ¿Acaso puedes temer cuando es Allâh el tercero que está con nosotros dos en esta cueva protegiéndonos?” Luego de tres días de permanecer escondidos en la cueva emprendieron su emigración a la ciudad de Madinah, y fue la emigración del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) un gran triunfo para el Islam y los musulmanes. Dice Allâh en el Qurân: “Si vosotros no le ayudáis, ya le ayudó Allâh cuando le habían echado los que no creían y había otro con él. Y estando ambos en la cueva, le dijo a su compañero: No te entristezcas porque en verdad Allâh está con nosotros. Allâh hizo descender sobre él Su sosiego, los ayudo con ejércitos que no veíais e hizo que la palabra de los que se negaban a creer fuera la más baja; puesto que la palabra de Allâh es la más alta. Allâh es Irresistible y Sabio” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 40].

Los habitantes de Madinah se enteraron de que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) había salido de Makkah y se dirigía rumbo a su ciudad, un judío habitante de Madinah se subió a uno de los fortines de la ciudad y divisó al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y sus compañeros, a lo lejos por lo que comenzó a gritar: “¡Habitantes de Madinah! Vuestro compañero ha llegado, ésta es la gran fortuna que esperabais”. Al oír esto, los habitantes de Madinah salieron presurosos a su encuentro. Se escucharon estruendos, gritos e invocaciones de alegría. Los musulmanes elevaban sus voces repitiendo ¡Allâh es el más grande!, como una manifestación de la inmensa alegría.

Todos querían hospedar al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y a su compañero, pero su camella se echó en donde se encuentra actualmente su Mezquita por orden de Allâh, Quien escogió el sitio donde debía vivir Su Mensajero. Y así fue, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) construyó sobre esa tierra la Mezquita que irradia luz a todo el mundo y lo seguirá haciendo hasta el Día del Juicio. A partir de entonces comenzó una nueva época llena de bendiciones y triunfos para el Islam y los musulmanes. La Hiÿrah hacia Madinah es un milagro, emigrar a Madinah fue un motivo de prosperidad y bienestar para los musulmanes y marco el comienzo del calendario lunar para los musulmanes con el mes de Muharram. ‘Abdullah Ibn Salâm narró que cuando el Profeta llegó a Medina yo vi su rostro supe que no era  un mentiroso y entonces escuché con atención sus palabras; dijo: “Daos el saludo cordialmente, alimentad al hambriento, mantened unidos los lazos familiares y orad en la noche mientras los demás duermen que así ingresaréis al Paraíso en paz. El mes de Muharram posee ciertas características especiales, El décimo día de este mes es el más sagrado entre todos sus días. Este día es llamado ‘Âshûra. Según Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ), cuando el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) emigró a Madinah, encontró que los judíos ayunaban ese día. Ellos dijeron que ese día era el día en que el Profeta Mûsa (‘alaihis-salam) y sus seguidores cruzaron milagrosamente el Mar Rojo y Allâh ahogó al Faraón en sus aguas. Al oír esto de los judíos de Madinah, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Nosotros (los musulmanes) estamos más cerca que ustedes de Musa (‘alaihis-salam)” y ordenó a los musulmanes ayunar el Día de ‘Âshûra. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El mejor ayuno después del ayuno de Ramadân, es el del mes de Muharram”. Según otro hadîth, es más aconsejable que el ayuno de ‘Ashura sea precedido o seguido de otro ayuno. Esto significa que deberíamos ayunar dos días, el 9 y el 10 ó el 10 y 11 de Muharram. La razón de este ayuno adicional indicado por Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) es que los judíos solían ayunar en el Día de ‘Ashura solamente, y el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) quiso distinguir la forma de ayuno de los musulmanes del de los judíos. Por lo tanto, él aconsejó a los musulmanes añadir otro ayuno al de ‘Âshûra.

Hermanos y hermanas, quiera Allâh darnos la capacidad y el éxito en entender estas valiosas enseñanzas y lecciones. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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