La hermandad entre los creyentes

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Altísimo ha ordenado a los creyentes mantener la unidad, y esta es una orden de la Shari‘ah. Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Obedezcan a Allâh y a Su Mensajero y no discrepen, porque se debilitarían y serían derrotados. Sean pacientes, porque Allâh está con los pacientes” [Sûrah Al-Anfâl (8), âyah 46].

Uno de los aspectos más importantes de nuestro Dîn, es la unidad, y evitar la desunión. Cuando la Ummah se divide la domina la debilidad, enemistad y el mal trato. Los musulmanes sólo pueden ser una Ummah si están unidos. En muchos versos del Qurân, Allâh nos ordena mantenernos unidos, por ejemplo, dice Allâh: “Aférrense todos al Dîn de Allâh y no se dividan en sectas. Recuerden la gracia de Allâh cuando los hermanó uniendo sus corazones siendo que eran rivales unos de otros, y cuando se encontraban al borde de un abismo de fuego, los salvó de caer en él. Así les explica Allâh Sus signos para que sigan la verdadera guía” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 103]. Y dice también el Altísimo: “Los creyentes son hermanos entre sí; reconcilien a sus hermanos y tengan temor de Allâh para que Él les tenga misericordia” [Sûrah Al-Huÿurât (49), âyah 10].

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¡Eviten las conjeturas! Pues es el discurso más engañoso. No se espíen ni investiguen a otros; no riñan ni se envidien; no se repudien ni se den la espalda. Más bien ¡Oh siervos de Allâh! Sean como hermanos, tal y como Allâh se los ordenó. El musulmán es hermano del otro musulmán; no le maltrata ni le abandona o humilla. Pues la piedad se encuentra aquí (señalando a su pecho). Demasiada maldad tendría una persona cuando humilla a su hermano musulmán. El musulmán es inviolable, en todo, ante otro musulmán: Su vida, honor y propiedad. Allâh no presta atención a vuestros cuerpos ni a vuestras imágenes, sino a vuestros corazones y actos”. Dijo también Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No es permitido para un creyente enemistarse con su hermano musulmán por más de tres días. Quien se enemista por más de tres días, y muere en esta condición, entrará al infierno”.

Estos versos del Qurân y dichos del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), nos ordenan permanecer unidos y vivir como hermanos, con amor y armonía. El Islam nos previene de todas las cosas que nos pueden conducir a la desunión y enemistad, porque somos hermanos y hermanas, y adoramos al mismo y Único Allâh.

Allâh dice en otro verso: “No sean como aquellos que después de haber recibido las pruebas claras, discreparon y se dividieron en sectas. Ésos tendrán un castigo severo” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 105]. Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhu) dijo que Allâh ordenó a los creyentes a mantenerse como una ÿama‘ah –es decir como un grupo unido- y nos prohibió hacer divisiones entre nosotros. Estar divididos y formar grupos nos lleva a la destrucción, como ocurrió a las naciones previas a nosotros. Dice Allâh: “Diles: “Él tiene el poder para enviarles un castigo que caiga del cielo o salga de la tierra bajo sus pies, o puede dividirlos en partidos y hacer que se persigan unos a otros con violencia”. Observa cómo evidencio los signos para que entiendan” [Sûrah Al-An‘âm (6), Verso 65].

También aprendemos del Qurân que una de las excelentes cualidades de los creyentes es la hermandad y la asistencia a los hermanos más próximos. Allâh dice: “Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el zakâh y obedecen a Allâh y a Su Mensajero. De ellos Allâh tendrá misericordia. Allâh es Poderoso, Sabio” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 71].

Nuestro Dîn también nos enseña unidad y hermandad a través del salâh, cuando realizamos la oración en ÿama‘ah. Cuando comenzamos el salâh en forma individual, el Shaitân se mantiene cerca de nosotros, como el lobo cuando asecha a la oveja.

Nuestros hermanos y hermanas tienen muchos derechos sobre nosotros, como por ejemplo, saludarlo o responder su saludo, responder cuando estornuda, visitarlo cuando se enferma, aceptar su invitación, y seguir su ÿanazah (funeral). Debemos aconsejar y orientar  con cariño y amor  a nuestros hermanos en sus asuntos cotidianos y mundanales, y en los asuntos que les  servirán para la Otra Vida.

Un musulmán tiene un valor no menor ante Allâh. Él lo honró y lo elevó, puso el mundo a su disposición, lo nombró musulmán y lo hizo entre la Ummah de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) la mejor creación y el más querido para Allâh. Aquella persona que humilla a un musulmán humilla a quien Allâh Altísimo dio honor.

Si miramos a nuestra historia, encontraremos que el Islam enseña la unidad y la hermandad. Cuando nuestro Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) emigró desde Makkah hasta Madinah, estableció la hermandad entre los Muhaÿirîn y los Ansâr. Entre Hamzah (radiallâhu ‘anhu) que era uno de Quraish y Bilâl (radiallâhu ‘anhu) que era un Abisinio, entre Suhaib (radiallâhu ‘anhu) que era un Romano y Salmân (radiallâhu ‘anhu) que era un Persa. De la misma manera él Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estableció la hermandad entre la tribu de Aus y la tribu de Jazraÿ, que eran grandes enemigos.

‘Abdur-Rahmân Bin Auf (radiallâhu ‘anhu)  dijo: “Cuando yo llegué a Madinah, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) estableció la hermandad entre Sa‘ad Ibn Rabi y yo. Sa‘ad me dijo: “Yo soy la persona más rica de entre los Ansâr, y yo divido mi riqueza en dos partes, una mitad para ti y la otra para mí. Yo tengo dos esposas, yo divorcio a la que quieras y tú podrás casarte con ella después de que su ‘iddah –período posterior al divorcio- haya concluido”. Yo dije: quiera Allâh darte barakah en tu riqueza y familia, yo prefiero ir al mercado y ganar mi sustento, entonces tendré lo necesario y me casaré”.

Dice Allâh en Sagrado Qurân: “Quienes estaban establecidos y aceptaron la fe antes de su llegada, aman a los que emigraron, no sienten envidia alguna en sus corazones por lo que se les ha dado y los prefieren a sí mismos, aunque estén en extrema necesidad. Quienes hayan sido preservados de la avaricia serán los triunfadores” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 9].

Dijo también Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “El ejemplo de los creyentes en su amor mutuo, misericordia y colaboración es como el cuerpo humano: si se duele de un órgano, se resiente el resto del cuerpo por la fiebre y el insomnio”.  

La hermandad y la unidad que el Islam establece y enseña, no existe en ninguna otra parte, porque esta clase de hermandad está basada en una fe pura. No está basada en el color o raza. Los creyentes en Allâh son hermanos, una familia, como una sola alma en un solo cuerpo. ¿Por qué ocurrió que en un muy corto tiempo los sahâbah (radiallâhu ‘anhum) conquistaron tantas naciones y llevaron el Islam tan lejos? Fue debido a su unidad y hermandad entre ellos, también debido a la conducta que ellos desarrollaron. Por eso, grandes y poderosos reinos cayeron a sus pies.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para nos mantenga unidos como verdaderos hermanos y hermanas y darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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