Emprended acciones virtuosas y nos las retaseis

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

El verdadero éxito, la tranquilidad real y la felicidad eterna, descansan en tener fe en Allâh y obrar el bien, como dice Allâh en el Qurân: “A quien haya obrado con rectitud sea varón o hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la recompensa que le corresponda por lo mejor que haya hecho” [Sûrah An-Nahl (16), âyah 97]. En otro versículo, Allâh Altísimo señala: “No cabe duda de que aquellos que tienen temor de su Señor, aquellos que creen en los signos de su Señor, aquellos que no dedican actos de adoración excepto a su Señor, aquellos que dan en caridad parte de lo que se les ha concedido, y aun así sienten temor en sus corazones porque saben que comparecerán ante su Señor, ellos se apresuran a realizar obras de bien, y son los primeros en hacerlas” [Sûrah Al-Mu’minûn (23), âyât 57 a 61].

Las obras del ser humano son el resultado de cómo aprovechó su vida. De lo que lleve de este mundo dependerá su destino en el Âjirah. Dijo el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Tres cosas seguirán al difunto [en su funeral], su familia, sus bienes y sus acciones. Dos cosas regresarán y una quedará. Regresarán su familia junto con sus bienes, y quedarán sólo sus acciones”. Las  acciones serán compañeras y amigas del ser humano en su tumba; si son buenas, será recompensado.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Emprended acciones virtuosas y no las retraséis. Pues se avecinan grandes pruebas como una parte de la noche oscura. Amanecerá el hombre creyente y anochecerá incrédulo; y anochecerá creyente y amanecerá incrédulo. Venderá su Dîn por los bienes efímeros de este mundo”.

Dijo también Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Emprended las buenas obras antes de que os lleguen asuntos que os las impidan: como una pobreza acuciante que os impida realizar una obra benéfica; o una riqueza de abusos y excesos que os entretenga en asuntos mundanales; o una enfermedad que os deje incapacitados para hacer algo; o una vejez que desvaría; o una muerte repentina; o lo peor que se puede esperar, el Anticristo; o lo que es más amargo, la Hora”.

Hakim ibn Hizam era sobrino de Jadiyah (radiallâhu ‘anhâ) conocido como el primer niño nacido en la Ka’bah, era un gran apoyo para su tía en sus asuntos comerciales y fue también uno de los amigos íntimos del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). En los primeros tiempos del Islam, Hakim también llevó a cabo un gran esfuerzo en ayudar a la nueva comunidad musulmana a encontrar recursos durante los años del boicot. Años más tarde, cuando él se hizo musulmán después de que Makkah fuera conquistada, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) lo felicitó diciéndole: “En verdad, te hiciste musulmán con tus buenos actos anteriores”, refiriéndose a su beneficencia anterior. Cuando entraba en Makkah, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) lo incluyó en sus saludos y declaró que era seguro buscar refugio en la residencia de Hakim ibn Hizam. Hakim demostró una gran abnegación al compensar el tiempo durante el cual no había aceptado el Islam aun cuando éste había estado tan cerca. En una ocasión, decidió llevar a cabo el Haÿÿ, y antes de partir donó camellos, ovejas y liberó muchos esclavos. Tenía 120 años cuando falleció; había vivido 60 años en la época de la ignorancia anterior al Islam y otros 60 años como musulmán.

Ubai Ibn Ka’b (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Hubo un hombre de los Ansâr, que no conozco otro que viviera más lejos de la mezquita que él y sin embargo no se le escapaba una oración. Le dijeron: “¡Si te compraras un burro y fueses montado en él, las noches de oscuridad y los días de calor serían menos penoso para ti!”. Dijo: “¡No me alegraría que mi casa estuviera al lado de la mezquita! ¡Lo que ciertamente quisiera es que se me anotaran mis pasos hacia la mezquita y los de mi regreso con mi familia!”. Le dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¡Allâh, ya te los ha registrado a todos ellos!” [Muslim].

Otro buen ejemplo, son los pasos de Bilal (radiallâhu ‘anhu) que se escucharon en el Paraíso antes que los pasos el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró: “En el momento de la oración del Faÿr, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le preguntó a Bilal (radiallâhu ‘anhu): “Cuéntame de la mejor acción que hiciste después de abrazar el Islam, porque escuché tus pasos frente a Mi en el Paraíso”. Bilal (radiallâhu ‘anhu) respondió: “No hice nada que valga la pena mencionar, excepto que cada vez que realizaba abluciones durante el día o la noche, rezaba después de la ablución”.

Abû Talha (radiallâhu ‘anhu) era el hombre más rico de entre los Ansar de Madinah, dueño de cuantiosas palmeras. El palmeral que más apreciaba era uno llamado Birha, que tenía detrás de la mezquita, y en el que solía entrar el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a beber de su agua porque era sabrosa y dulce. Dijo Anas: “Cuando descendió la aleya: “No alcanzareis la piedad verdaderamente hasta que no deis (en caridad) de lo que amáis”, Abû Talha (radiallâhu ‘anhu) acudió al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dijo: “¡Mensajero de Allâh! Allâh te ha revelado: “No alcanzareis la piedad verdaderamente hasta que no deis (en caridad) de lo que amáis” Y a mí, de entre toda la riqueza que poseo, lo que más amo es mi palmeral. Así que lo entrego en caridad por la causa de Allâh y anhelando Su recompensa, y que Allâh me la reserve. ¡Gástala pues, oh, Rasûlullâh, en quien te mejor parezca!” Entonces dijo el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) mostrando alegría: “¡Esta es una propiedad que volverá a ti con creces! ¡Esta es una propiedad que volverá a ti con creces! He oído lo que has dicho, y considero que es mejor que lo repartas entre tus parientes”. Dijo Abû Talha (radiallâhu ‘anhu): “¡Así lo haré Mensajero de Allâh!”. Así que lo repartió entre sus familiares y sus primos. 

También es importante destacar la tristeza del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) por no realizar la oración fúnebre sobre la mujer que limpiaba la mezquita. Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que una mujer de piel oscura solía barrer la mezquita, y el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) notó su ausencia, así que preguntó por ella, y se le dijo: “Ella ha fallecido”. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “¿Por qué no me informaste?” Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Era como si consideraran que el asunto no tenía importancia” Ellos le mostraron dónde estaba su tumba, y él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) hizo la oración fúnebre por ella, luego dijo: “Estas tumbas están llenas de oscuridad para los que residen en ellas, y Allâh, el Todopoderoso, las ilumina con mi oración sobre ellas”. [Al-Bujari y Muslim].

Para terminar, reflexionemos en los siguientes versículos del Qurân: “A todo ser humano le hemos atado su destino al cuello y el Día del Levantamiento le sacaremos un libro que encontrará abierto. ¡Lee tu libro! Hoy te bastas a ti mismo para llevar tu cuenta” [Sûrah Al-Isrâ (17), âyât 13 y 14]. También dice Allâh: “Ese día los hombres saldrán en grupos para ver sus obras: Y el que haya hecho el peso de una brizna de bien, lo verá; y el que haya hecho el peso de una brizna de mal, lo verá” [Sûrah Az-Zalzalah (99), âyât 6 a 9].

Quiera Allâh darnos el Taufîq de entender estas valiosas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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