Jutbah

Las obras del corazón

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas: dice Allâh Altísimo en Su Libro Sagrado: “A pesar de que no se les había ordenado, sino que adorasen a Allah, rindiéndole sinceramente la adoración” [Sûrah Al-Baiyinah (98), âyah 5].

También dice Allâh en el Qurân: “Y tened por cierto que os pondremos a prueba con temor, hambre, pérdida de riqueza, personas y frutos. Pero anuncia buenas nuevas a los pacientes” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 155].

Dice también Allâh: “¡Hombre! ¿Qué te engañó apartándote de tu Señor, el Generoso? El que te creó, te conformó y te equilibró, dándote la forma que quiso” [Sûrah Al-Infitâr (82), âyât 6 a 8].

El Qurân señala también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allah y que cada uno espere para el mañana lo que él mismo se haya buscado. Y temed a Allah, es cierto que Allah está informado de lo que hacéis” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].

Hermanos y hermanas, las obras del corazón son de las obras más hermosas que puede hacer el siervo para acercarse a Allâh, porque nacen del corazón y permanecen, en la mayoría de los casos, en secreto entre el siervo y su Señor, pero, a pesar de eso, tienen un gran impacto en la mejora de las obras que hacemos con los miembros de nuestro cuerpo, como el salâh, el ayuno, la peregrinación, etc.

El corazón es escenario de grandes obras, como también es el recipiente que puede contener peligrosas enfermedades y males, y en ambos casos, impacta de una manera notoria en nuestros actos manifiestos. Es por esto que, en esta jutbah, así como en las que seguirán, In Sha Allâh, trataremos las obras del corazón, las enfermedades del corazón, y por último las obras que se realizan con el cuerpo, para evidenciar el efecto de lo que ocurre en nuestro corazón sobre lo que ocurre con nuestras extremidades.

En un hadîth lleno de sabiduría, nuestro Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo, entre otras cosas: “Hay en el cuerpo un trozo de carne que, si está bien, todo el cuerpo lo está, pero si se corrompe, se corrompe con él todo el cuerpo”.

Para que el corazón esté bien se debe habituar a algunas obras y protegerlo contra ciertas enfermedades. Entre las obras que se realizan con el corazón, la primera y más importante, luego de la fe en Allâh es la sinceridad.

La sinceridad en las intenciones es una condición vital para la aceptación de nuestras buenas obras, porque Allâh sólo acepta las acciones que han sido realizadas con intención de complacerle. si una persona hace una buena obra con el único objetivo de alcanzar la complacencia de su Señor, y la realiza según lo ha indicado nuestro Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), puede confiar en que Allâh aceptará su obra y lo recompensará por ella.

Al adoptar la sinceridad hasta las costumbres más simples se convierten en acciones buenas, mientras que la ostentación y la falta de sinceridad convierten las buenas obras en malas acciones capaces de arrastrarnos a la ruina.

Otra de las obras del corazón es la paciencia. Allâh le ha dado las buenas nuevas a los pacientes, quienes muestran firmeza ante las calamidades, firmeza y perseverancia en las buenas obras y autocontrol para no caer en lo que Allâh ha prohibido. La paciencia es la llave de la ayuda de Allâh, y material de inestimable valor para obtener consuelo ante las dificultades de esta vida.

Otra de las obras a las que nuestro corazón debe estar habituados es la costumbre de juzgarse a uno mismo, y revisar nuestras acciones de manera periódica. A través de esta costumbre, seremos capaces de hacer un seguimiento de nuestro rumbo en esta vida, e identificaremos nuestros aciertos y errores, para perpetuar así los primeros y corregir los últimos.

Por último, mencionaremos aquí el arrepentimiento. El arrepentimiento es una de las obras más importantes de entre las obras del corazón. Una vez que conseguimos identificar nuestros errores es importante hacer un esfuerzo por abandonarlos lo antes que sea posible, luego arrepentirnos sinceramente ante Allâh, teniendo en cuenta que Él es el Único capaz de perdonar nuestras faltas y es el Perdonador, el Compasivo.

Éstas son sólo algunas de las obras que debe realizar nuestro corazón para obtener la complacencia de Allâh y para que se nos facilite cumplir con las acciones físicas.

Rogamos a Allâh que nos ayude a adquirir estos buenos hábitos y convertirlos en aquello que nos sirva en esta vida y la otra. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La bendición del tiempo y su importancia en la vida del musulmán

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Algunas cosas, cuando se pierden, es posible recuperarlas, excepto el tiempo. Si el tiempo se pierde, no hay esperanza de recuperarlo. Es por eso por lo que el tiempo es uno de los valores más precioso que se puede poseer en esta vida.

El Islam es una religión que reconoce la importancia del tiempo y aprecia su seriedad. Allâh Altísimo dice en el Sagrado Qurân: En la sucesión de la noche y el día, y en lo que Allâh ha creado en los cielos y en la Tierra, hay signos para la gente piadosa [Sûrah Yûnus (10), âyah 6]. El Islam distribuyó sus grandes actos de adoración a lo largo del día y las estaciones del año para formar un sistema preciso en que organiza la vida islámica y la mide con minutos, desde el amanecer hasta el atardecer. Allâh dice en el Qurân: Así que glorifiquen a Allâh al anochecer y al amanecer. Él merece ser alabado en los cielos y en la Tierra, [alábenlo] por la tarde y al mediodía [Sûrah Ar-Rûm (30), âyât 17 y 18].

La vida útil del hombre es su gran capital sobre la cual se le preguntará en el Día del Qiyamah, le preguntarán cómo la gastó y cómo la manejó. Fue narrado en Ÿâmi’ At-Tirmidhî que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Los pies del siervo no se moverán en el Día del Qiyamah, hasta que haya sido interrogado sobre cuatro cosas: Su vida y cómo la gastó; Su juventud y cómo la consumió; Su riqueza y de donde lo ganó y cómo lo gastó; Su conocimiento y cómo actuó según él”.

El tiempo tiene características que le son específicas. Estas características incluyen las siguientes:

1) Su paso rápido: El tiempo pasa como las nubes. No importa cuánto tiempo viva el hombre en este mundo, su vida es corta, ya que la muerte es el fin de toda criatura viviente. Cuando al Profeta Nûh (‘alaihis-salam) se le preguntó: “¡Oh, Profeta más longevo! ¿Cómo encontraste este mundo?” Él dijo: “Es como una casa que tiene dos puertas. Entré por una de ellas y salí por la otra”. Esto es lo que expresó el Qurân, mencionando que su vida es breve, en el momento de la muerte y en el Día del Juicio. Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ: El día que lo vean suceder, les parecerá haber permanecido en la vida mundanal solo el tiempo equivalente a una tarde o una mañana [Sûrah  (79), âyah 46].

2) Lo que sea que pase no regresa y no puede ser compensado: Cada día, hora o momento que pasa no puede recuperarse y, por lo tanto, no puede compensarse. Este significado fue expresado por Hasan Al-Basrî (rahimahullâh) para que Allâh tenga piedad de él cuando dijo: “Todos los días llaman, diciendo: “¡Oh, hijo de Adam! Soy una nueva creación y soy un testigo de tus obras, así que toma provisiones mías para que, si paso, no regrese hasta el Día del Juicio”.

3) Es la cosa más preciosa que el hombre puede poseer: La preciosura del tiempo se atribuye al hecho de que es el contenedor de todas las acciones. De hecho, es el capital real del hombre, ya sea el individuo o la sociedad. El tiempo no solo es oro, como dice el proverbio común, sino que es más precioso que el oro, las perlas y el coral. El tiempo es vida. De hecho, la vida del hombre no es más que el tiempo que se le da desde el día de su nacimiento hasta el día de su muerte. Hasan Al-Basrî (rahimahullâh) dijo: “¡Oh, hijo de Adam! En verdad no eres más que unos días. Cada vez que un día perece una parte de ti perece”. Es por eso que deberíamos estar interesados en beneficiarnos del tiempo. ‘Umar Bin ‘Abdul-‘Azîz (rahimahullâh) dijo: “La noche y el día te consumen, así que cómelos”. Hasan Al-Basrî (rahimahullâh) dijo: “Vi a muchas personas que fueron más amables con su tiempo que usted con su dinero”. ‘Umar Ibn Al-Jattâb (radiallâhu ‘anhu), solía golpear sus pies con el látigo cuando llegaba la noche y se decía a sí mismo: “¿Qué hiciste hoy?”.

De entre las bendiciones de las que muchas personas son despreocupadas e ingratas, e ignorantes de su valor, está la bendición del tiempo libre. Está narrado bajo la autoridad de Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Hay dos bendiciones que muchas personas no aprovechan al máximo: la buena salud y el tiempo libre” [Bujari].

Por eso que, a los predecesores no les gustaba que un hombre fuera libre y no estuviera preocupado por el tema de su religión o el asunto de su vida mundana. ‘Umar Ibn Al-Jattâb (radiallâhu ‘anhu) dijo: “No me gusta que un hombre sea libre y no esté preocupado por el tema de su religión o el asunto de su vida mundana”.

No hay duda de que el hombre ama la vida y ama vivir mucho tiempo, y más bien para siempre, si pudiera. Una larga vida es considerada una de las bendiciones de Allâh, si uno la usa para apoyar la verdad y hacer actos de justicia. At-Tirmidhî narró que se le preguntó al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¿Cuál, entre las personas es mejor?” Él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El que vive una larga vida y hace buenas obras”.

La verdad es que la vida real del hombre no son los años que pasa desde el día de su nacimiento hasta el día de su muerte. Más bien, su edad real está determinada de acuerdo con las buenas obras registradas por Allâh. ‘Abdullâh Ibn Mas’ûd (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Nunca me arrepentí de algo como lamentar un día cuyo sol se ha puesto en el que mi vida disminuyó y mis buenas acciones no aumentaron”.

Hay quienes creen en el dicho popular “El tiempo es oro”. El tiempo en el Islam es más que el oro o cualquier cosa material preciosa en este mundo. De todas las religiones, solo el Islam guía a la humanidad, no solo a la importancia del tiempo, sino también a cómo valorarlo. Allâh Altísimo y Su Mensajero, el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos dicen claramente el valor del tiempo, por qué no debemos desperdiciarlo y cómo podemos aprovechar nuestro tiempo sabiamente para aumentar nuestro îmân (fe) y así alcanzar el éxito, especialmente el éxito eterno en la vida en adelante.

Los siguientes son algunos de los deberes más importantes exigidos a los musulmanes: a) Asegurarse de beneficiarse del tiempo; b) Aprovechar el tiempo libre; c) Competir por buenas obras; d) Aprender del paso del tiempo; e) Buscar los tiempos mejores; f) Planificar y organizar el tiempo; g) Cumplir los compromisos de tiempo; h) Aprender de quienes han derrochado su tiempo.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía llamar a los musulmanes para que tomaran la iniciativa de hacer buenas obras antes de que surgieran obstáculos. Por ejemplo, dijo: “Emprended las buenas obras antes de que os lleguen asuntos que os las impidan: como una pobreza acuciante que os impida realizar una obra benéfica; o una riqueza de abusos y excesos que os entretenga en asuntos mundanales; o una enfermedad que os deje incapacitados para hacer algo; o una vejez que desvaría; o una muerte repentina; o lo peor que se puede esperar, el Anticristo; o lo que es más amargo, la Hora” [Tirmidhî y Baihaqî].

Este hadîth anterior insta a los musulmanes a tomar la iniciativa, y no a retrasar las buenas acciones; La vida del hombre no está libre de impedimentos, como esas calamidades, que pueden impedirle lograr lo que se pudo haber hecho antes. Los sabios son aquellos que aprovechan las oportunidades disponibles antes de verse impedidos por los obstáculos.

Si queremos evaluarnos a nosotros mismos objetivamente, debemos preguntarnos ¿Hemos estado gastando nuestro tiempo sabiamente por la complacencia de Allâh? ¿Hemos estado basando nuestras vidas en el Qurân y la Sunnah? ¿Hemos estado practicando como verdaderos musulmanes? ¿Cuántos de nosotros somos Muminûn (musulmanes creyentes) y/o Muttaqûn (musulmanes temerosos de Allâh)? ¿Cuánto conocimiento del Qurân y la Sunnah tenemos? ¿Practicamos lo que aprendemos e impartimos lo mismo a otros, o al menos los compartimos con nuestras familias y parientes? ¿Alguna vez hemos ordenado a otros lo que es correcto y prohibido lo que está mal?

Para tener éxito, debemos administrar nuestro tiempo sabiamente haciendo planes para que nuestras acciones virtuosas agraden a Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ. Debemos dedicar tiempo a aprender el Islam basado en el Qurân y la Sunnah.

La oportunidad es algo que se desvanece rápidamente y se regresa tarde. Allâh dice en Su Libro Sagrado: “¡Oh, creyentes! Tengan temor de Allâh, y que cada alma considere cuánto ha obrado para el mañana. Tengan temor de Allâh, porque Allâh está bien informado de cuanto hacen” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].

Nuestra actitud hacia el tiempo indica nuestra actitud hacia el valor del capital de la vida. Si queremos comprar algo, requerimos del capital financiero, alguna divisa; y si queremos hacer algo en la vida, necesitamos el capital de la vida, el tiempo. Es por eso por lo que Allâh nos exhorta a valorar el tiempo que tenemos antes de que se acabe la vida. Señala el Qurân: “Den en caridad parte de lo que les he provisto, antes de que la muerte les sobrevenga y [recién] entonces digan: “¡Señor mío! Concédeme un poco más de tiempo para poder hacer caridades y ser de los piadosos” [Sûrah Al-Munâfiqûn (63), âyah 10].

El tiempo es la medida de la vida, el tiempo es una Amânah (encargo de responsabilidad), el tiempo es un regalo del Allâh y su uso apropiado determinará nuestro resultado para la eternidad.

Nacimos en el tiempo, vivimos en el tiempo y morimos en el tiempo; El tiempo es el ámbito en el que operamos. Lo que hacemos con el tiempo es lo que hacemos con nuestras vidas.

Cada uno debe darse cuenta de que cada momento que pasa es una oportunidad perdida, usada o abusada, nunca volverá; pronto se acabará el tiempo y tendremos que dejar este mundo físico y dar cuenta de nuestras vidas. Cuanto más recordemos la responsabilidad del presente, mejor vivimos el momento y cuanto mejor vivamos el momento presente, mejores serán las consecuencias para el futuro.

Nuestra actitud hacia el futuro influye en nuestra mentalidad hacia el resto de la vida. Ser positivo sobre la vida por delante es uno de los motivadores más grandes de la vida. La esperanza es la mejor actitud que uno puede abrigar hacia el futuro; esta expectativa realista de que algo bueno o mejor podría suceder si solo continuamos haciendo lo mejor que podemos. Recuerda que el hoy bien vivido hace del ayer un sueño de felicidad y cada mañana una visión de esperanza.

Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Espero pasar por este mundo, pero una vez; cualquier bien que pueda hacer o cualquier amabilidad que pueda mostrar a cualquier otra criatura, déjame hacerlo ahora; No lo aplazaré ni lo descuidaré, porque no volveré a pasar por este camino. ¡Oh Allâh! Haz de la vida un medio para cada dimensión de bondad”.

Las características del tiempo. Debemos tener en cuenta que el tiempo tiene ciertas características, entre las cuales se encuentran las siguientes: a) El tiempo pasa rápido; b) El tiempo que pasa nunca puede volver, ni puede ser compensado, porque el tiempo es irrecuperable; c) El tiempo es lo más preciado que posee el hombre; d) En general, las personas sensatas saben la importancia del tiempo; e) No lleva balance. No permite sobregiros. Cada día abre una nueva cuenta para ti. Cada noche quema los restos del día. Si no usas los depósitos del día, la pérdida es tuya; f) No hay vuelta atrás. No hay antídoto contra “el mañana”. Debes vivir en el presente de los depósitos de hoy. Inviértalo para obtener de él lo mejor en salud, felicidad y éxito. El reloj está corriendo Aprovecha al máximo el día de hoy.

Para darse cuenta del valor de un año, pregúntale a un estudiante que haya superado una calificación; Para darse cuenta del valor de un mes, pregúntale a una madre que ha dado a luz a un bebé prematuro; Para darse cuenta del valor de una semana, pregúntale a un editor de un periódico semanal; Para darse cuenta del valor de un día, pregúntale a un jornalero que tenga hijos que alimentar; Para darse cuenta del valor de una hora, pregúntale a los amantes que están esperando para encontrarse; Para darse cuenta del valor de un minuto, pregúntale a una persona que ha perdido el tren; Para darse cuenta del valor de un segundo, pregúntale a una persona que haya evitado un accidente; Para darse cuenta del valor de un milisegundo, pregúntale a la persona que ha ganado una medalla de plata en los Juegos Olímpicos.

Hermanos y hermanas, recuerden que el tiempo no espera a nadie. Por eso roguemos a Allâh para que nos conceda el máximo de beneficio de nuestro tiempo. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Terminar el año buscando la complacencia de Allâh

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

En unas horas más estaremos entrando en otro año en el que Allâh nos dará una vez más la oportunidad y la opción de prepararnos para ese inexorable Día en que nos levantaremos frente a Él. Ese Día cuando cada ser humano esté ante la presencia de Allâh, sólo, desprovisto de toda estirpe, rango o estatus, sea cual fuere su posición en la vida de este mundo.

Allâh dice en el Qurân: Allâh hace que germinen el grano y la semilla, y hace surgir lo vivo de lo muerto y lo muerto de lo vivo. ¡Ese es Allâh! ¡Cómo pueden desviarse tanto [de la verdad]! [Sûrah Al-An‘âm (6), âyah 95]. También dice: “Los ha enumerado y contado perfectamente. Todos se presentarán solos ante Él el Día del Juicio. El Compasivo hará que quienes hayan creído y obrado rectamente sean amados [por la gente]” [Sûrah Mariam (19), âyât 94 a 96].

Ya se fue cada segundo, minuto, hora, día, semana, mes y año que pasaron en nuestra vida, y no volverán, porque el tiempo está pasando cada vez más rápido, y esto es uno de los Signos del Qiÿâmah. Por tanto, deberíamos aprender una lección de nuestros piadosos ancestros, en cómo ellos vivieron sus vidas, y por qué Allâh estuvo complacido con ellos. Debemos también aprender una lección de aquellos a quienes Allâh destruyó e hizo desgraciados en este mundo y en la Otra Vida. Entonces cada momento en la vida de un creyente, es una vida de aprendizaje y preparación, pues como los meses y los años terminan inalterablemente, muy pronto nuestras vidas también terminarán. Hoy estamos caminando sobre la tierra, pero mañana ocuparemos un pequeño lugar bajo ella, donde no hay familia ni amigos que puedan acompañarnos, sólo nuestras buenas o malas acciones.

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Emprended las buenas obras antes de que os lleguen asuntos que os lo impidan: como una pobreza acuciante que os impida realizar una obra benéfica; o una riqueza de abusos y excesos que os entretenga en asuntos mundanales; o una enfermedad que os deje incapacitados para hacer algo; o una vejez que desvaría; o una muerte repentina; o lo peor que se puede esperar, el Anticristo; o lo que es más amargo, la Hora”; dijo también el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cada día que se levanta el sol y a cada hombre le corresponde dar una sâdaqah por cada una de sus articulaciones; obrar con justicia entre dos es sâdaqah; ayudar a uno a subir a su montura y subirle sus cosas es sâdaqah; las buenas palabras son sâdaqah; cada paso que das encaminándote a la oración es sâdaqah; y si apartas cualquier obstáculo del camino es sâdaqah”.

La tumba es una de las primeras etapas del Âjirah; quien se ha salvado de los horrores de la tumba, el resto de las etapas serán fáciles para él; y quien lo pasa mal en la tumba, todas las etapas siguientes serán difíciles para él. Por eso ‘Uthmân (radiallâhu ‘anhu) al visitar las tumbas lloraba abundantemente.

Hermanos y hermanas, hagamos la firme determinación de que, Inshâ Allâh en el próximo año, cada uno de nosotros hará un esfuerzo en tratar de vivir la vida de acuerdo con lo que agrada y complace a Allâh.

Lo más valioso que hay en la vida del ser humano es su tiempo, porque es el lapso de vida que le corresponde en este mundo y que se va descontando con cada minuto y segundo que pasan. Allâh jura por el tiempo en varios versículos del Qurân debido al rango que ocupa y a la importancia que tiene en la vida del ser humano. Dice Allâh: “Juro por la aurora y por las diez noches” [Sûrah Al-Faÿr (89), âyât 1 y 2]; dice también Allâh: “Juro por la noche (cuando cubre con su oscuridad) y por el día cuando resplandece” [Sûrah Al-Lail (92), âyât 1 y 2]; dice también Allâh: “Juro por el transcurso del tiempo” [Sûrah Al-‘Asr (103), âyah 1]. El tiempo es una bondad con la que Allâh nos ha agraciado, así está señala el Qurân: Y Él es Quien dispuso la sucesión de la noche y el día para que reflexionéis (en Su grandiosidad) y Le agradezcáis” [Sûrah Al-Furqân (25), âyah 62]. Entonces, ¿de qué manera podemos agradecer la bondad del tiempo? Lo fundamental es que uno lo invierta en concretar mayores logros para que de este modo su tiempo tenga un alto valor. Así, con el comienzo de cada día su vitalidad se verá renovada y su ánimo en el trabajo y la producción levantado, e indudablemente será una mejor persona.

El tiempo es el capital del hombre. Por más que sea abundante no dejará de ser escaso y por más que sea extenso al fin y al cabo es muy corto. Que cada uno de nosotros aproveche de su tiempo porque es su responsabilidad hacerlo. El año que se va deberíamos haber cumplido alrededor de 1.825 oraciones obligatorias ¿Cuántas de ellas hemos cumplido y cuantas no, y cuantas de ellas la hemos hecho en la mezquita en Ÿamâ‘ah? ¿Cuántas de estas oraciones las hemos realizado con devoción y concentración y cuantas de ellas las hemos realizado con apuro? ¿Cuánto Qurân hemos leído? ¿Acaso hemos leído el Qurân con reflexión cada mes, cada dos meses o menos? Si no es así seremos entre aquellas personas de las cuales Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dirá a su Señor en el Día del Juicio Final: “¡Oh, Señor mío! Mi pueblo ha abandonado el Qurân” [Sûrah Al-Furqân (25), âyah 30].

En el año que termina ¿Cuántas veces pensaste en los musulmanes hambrientos mientras tu comías una deliciosa comida? ¿Cuántas veces has recordado a los huérfanos musulmanes cuando tu jugabas con tus hijos? ¿Cuántas veces has hecho Du‘â para los que fueron oprimidos, torturados o asesinados? ¿Cuántas veces te has preocupado por ellos? Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien no se preocupa por los asuntos de los musulmanes, no es uno de ellos”.

Hermanos y hermanas, que rápido están acabando los días, los meses, los años en nuestra vida. El tiempo está pasando muy rápido. Uno de los signos del Qiyâmah es que los años pasaran como meses y los meses como semanas y las semanas como días y los días como horas. Por el paso del tiempo estamos alejándonos del momento de nuestro nacimiento y estamos acercándonos hacia nuestra inexorable muerte y la inevitable tumba, hacia el Âjirah, hacia el momento cuando cada uno de nosotros estará parado en frente de su Señor.

Muchos de nosotros en alguna parte tenemos un calendario colgado en la pared, al principio del año estaba lleno de páginas, pero cada día o mes damos vuelta una página de ese calendario y al fin de año no quedará ninguna, solamente la cartulina en que se apoyan las páginas. Así es mi vida y así es su vida, un conjunto de días, un conjunto de noches. Cada vez que pasa un día o disminuye una noche, disminuye nuestra vida, hasta que llegará un día en que partiremos de este Dunia. Hasan Al-Basrî (rahmatullâhi ‘alaihi) decía: “¡Oh, hijo de Âdam! Ciertamente tú eres un conjunto de días. Cada vez que pasa un día de tu parte, pasa una parte de ti”.

Un año completo de la vida del ser humano fue envuelto y el registro de un año completo se llenó y fue puesto o guardado en un archivo, luego fue sellado y el sello no se romperá hasta el Día del Juicio Final. Allâh Altísimo dice en el Qurân: “Todo ser humano será responsable por sus actos, y el Día de la Resurrección le entregaré un libro abierto. [Se le dirá:] “Lee tu libro, pues hoy será suficiente con que tú mismo leas el registro de tus obras [para saber cuál será tu destino]”.” [Sûrah Al-Isrâ (17), âyât 13 y 14]; y dice también: “A cada uno se le expondrá el registro de sus obras, y verás a los pecadores que por temor a su contenido dirán: “¡Ay de nosotros! ¿Qué clase de registro es éste, que no deja de mencionar nada, ni grande ni pequeño?” Encontrarán mencionado todo cuanto hayan cometido, pero tu Señor no oprimirá a nadie.” [Sûrah Al-Kahf (18), âyât 49].

Nosotros como musulmanes acaso hemos hecho un pacto con Allâh para mejorar nuestra conexión y nuestro comportamiento con Él, y no caer en las incesantes trampas del Shaitân cuando decimos “Hoy no, lo haré mañana… hoy no, lo haré mañana” y así va a pasar otro año y así será el camino de nuestra destrucción.

Por eso es sumamente importante para cada uno de nosotros reflexionar y pensar lo que hemos hecho en el año que paso, si hemos encontrado algo bueno agradecemos a Allâh y le pedimos a Él a darnos más Taufîq para seguir haciendo el bien; o si hemos fallado en algo nos arrepentimos y retornamos hacia Allâh con un corazón lleno de pena y remordimiento. Hagamos un pacto con Allâh que vamos a recibir el año que viene con más entusiasmo por nuestro Din que el año que pasó. Por eso, cada segundo es una oportunidad para acercarnos más a Allâh y prepararnos para nuestro Âjirah.

Hasan Al-Basrî (rahmatullâhi ‘alaihi) decía: “Cada día cuando el alba rompe, anuncia: “¡Oh, hijo de Âdam! Soy una nueva creación, soy testigo de tus hechos. Acumula provisión de mí, pues jamás retornaré hasta el Día del Qiyâmah”. Tratemos de pasar los últimos momentos de este año que termina en el Dhikr de Allâh, recitando algo del Qurân, haciendo salâh voluntario en vez de pasarlo en negligencia. Llegar al final de otro año, no es motivo para celebrar, sino tiempo para meditar. ¿Cuánto he preparado para mi tumba? ¿Cuánto más me acerqué a mi Señor? ¿Qué preparativos he hecho para el Âjirah?

Hermanos y hermanas, pedimos Allâh que nos dé más Taufîq para vivir según las enseñanzas de nuestro Dîn y que nos mantenga a nosotros y a todos los musulmanes en paz en serenidad bajo su misericordia y para que alivie los sufrimientos de todos los musulmanes sea donde sea. Roguemos también para que nos proteja de introducir en nuestra vida como musulmanes las costumbres o prácticas de quienes no son musulmanes, para que nos guie y mantenga en el Camino Recto. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La posición de ‘Isa (‘alaihis-salam) en el Islam

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas: Dice Allâh Altísimo en Su Libro Sagrado: “Verdaderamente ‘Isa, ante Allâh, es como Âdam. Lo creó de tierra y luego le dijo: ¡Sé! Y fue” [Sûrah Ali-‘Imrân (3), âyah 59]. Dice también el Altísimo: “Y dicen: El Misericordioso ha tomado un hijo. Ciertamente traéis una calamidad. A punto están los cielos de rasgarse, la tierra de abrirse y las montañas de derrumbarse por su causa. Porque atribuyen un hijo al Misericordioso. Y no es propio del Misericordioso tomar un hijo. Todos los que están en los cielos y en la tierra no se presentan ante el Misericordioso sino como siervos” [Sûrah Mariam (19), âyât 88 a 93].

También dice el Qurân: “Realmente han caído en incredulidad quienes dicen: Allâh es el Ungido, hijo de Mariam. Cuando fue el Ungido quien dijo a los hijos de Israel: ¡Adorad a Allâh! Mi Señor y el vuestro. Quien asocie algo con Allâh, Allâh le vedará el Jardín y su refugio será el Fuego. No hay quien auxilie a los injustos” [Sûrah (5), âyah 72]. Dijo también el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No excedan los límites alabándome como los cristianos lo hicieron con ‘Isa, hijo de Mariam”.

Respetados hermanos y hermanas, la justicia es darle a cada cosa el derecho y el lugar que merece y la injusticia es lo contrario a eso. La adoración es un derecho exclusivo de Allâh Altísimo, nada ni nadie merece ser adorado excepto Él, por eso, adorar a Allâh es lo justo, mientras que adorar a otro ser o a cualquier persona o cosa aparte de Allâh, es una injusticia evidente. Dice Allâh en el Qurân: “Y cuando Luqmân le dijo a su hijo aconsejándole: ¡Hijo mío! No asocies nada ni nadie con Allâh, pues hacerlo es una enorme injusticia”. [Sûrah Luqmân (31), âyah 13].

Cuando Allâh envió a Sus Mensajeros hacia las distintas comunidades y naciones, los envió con la misión de llamar a la gente a la Unicidad de Allâh en la adoración y prevenirlos de la asociación y la idolatría. Hubo quienes se negaron a aceptar ese noble llamado, se aferraron a sus creencias paganas y rechazaron la Unicidad de Allâh. Otros, en cambio, acataron el llamado de los profetas, se apegaron a sus enseñanzas de manera correcta, siguieron sus órdenes al pie de la letra, y no modificaron a su antojo nada de lo que se les había enseñado. Un tercer grupo cayó presa de su debilidad en la fe y de la ignorancia, sacaron las cosas de su sitio y les otorgaron a los profetas (por su amor y admiración hacia ellos) un nivel más alto del que en realidad tenían. Su nostalgia a ciertos aspectos de la vida pagana los llevó a intentar unir entre cosas que son totalmente opuestas: la Unicidad de Allâh con la idolatría, la obediencia de los Mandamientos de Allâh con la sumisión a sus pasiones e ideas, entre otras cosas. Es por esa razón que Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ y Su Mensajero (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dejaron muy claro el lugar que debe ocupar cada cosa, y los límites que no deben ser sobrepasados.

Pongamos como ejemplo la posición de los profetas en la fe, y las órdenes que dejaron Allâh y Su Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en cuanto a la creencia que se debe tener respecto a ellos: Para nosotros los musulmanes los mensajeros de Allâh son quienes tienen el rango más elevado entre toda la creación. Ellos recibieron la Revelación de parte de Allâh y la pesada tarea de transmitirle a la creación la Voluntad del Creador. Allâh los protegió de las faltas y los pecados para que fueran un ejemplo que seguir para la gente, son también quienes más sufrimiento y dificultades tuvieron que soportar.

Por eso, es natural que haya en el corazón de sus seguidores un profundo amor por ellos, pero ese amor puede convertirse en algo dañino si no se mide, y no se adecúa a las enseñanzas que ellos mismos dejaron. Tenemos un ejemplo de ello en lo que ocurrió a algunos de los seguidores de ‘Isa (‘alaihis-salam): Su amor por él los llevó a elevarlo hasta creer que él es Allâh, o el hijo de Allâh, o parte de una trinidad con Allâh Altísimo.

Allâh deja claro en el Qurân que ‘Isa (‘alaihis-salam) es un ser humano que fue bendecido con la profecía, pero jamás guardó ningún parentesco con Allâh Altísimo, pues Allâh no tiene parentesco con nadie de Su creación. Dice Allâh: “Di: Él es Allâh, Uno. Allâh, el Señor Absoluto. No ha engendrado ni ha sido engendrado. Y no hay nadie que se Le parezca” [Sûrah Al-Ijlâs (112)]. Dice también: “Realmente han caído en incredulidad quienes dicen: Allâh es el Ungido, hijo de Mariam. Cuando fue el Ungido quien dijo a los hijos de Israel: ¡Adorad a Allâh! Mi Señor y el vuestro. Quien asocie algo con Allâh, Allâh le vedará el Jardín y su refugio será el Fuego. No hay quien auxilie a los injustos. Y han caído en incredulidad los que dicen: Allâh es el tercero de tres, cuando no hay sino un Único Dios. Si no dejan de decir lo que dicen, ésos que han caído en la incredulidad tendrán un castigo doloroso. ¿Es que no van a volverse hacia Allâh y Le van a pedir perdón? Allâh es Perdonador y Compasivo. El Ungido, hijo de Mariam, no es más que un mensajero antes del cual ya hubo otros mensajeros. Su madre era una mujer veraz y ambos comían alimentos. Mira cómo les hacemos claros los signos y mira cómo luego inventan” [Sûrah Al-Mâidah (5), âyât 72 a 75].

No es propio de un profeta de Allâh que exija a sus seguidores que lo adoren asociándolo con Allâh, ¿Cómo podría hacerlo, si eso va en contra del espíritu mismo de su misión? Allâh nos informa en el Qurân: “Y cuando Allâh dijo: ¡‘Isa, hijo de Mariam! ¿Has dicho tú a los hombres: ¡Tomadme a mí y a mi madre como dioses aparte de Allâh? Dijo: ¡Gloria a Ti! ¡No me pertenece decir aquello a lo que no tengo derecho! Si lo hubiera dicho, Tú ya lo sabrías. Tú sabes lo que hay en mí, pero yo no sé lo que hay en Ti. Es cierto que Tú eres el Conocedor de lo más recóndito. Sólo les dije lo que me ordenaste: ¡Adorad a Allâh, mi Señor y el vuestro! Y he sido testigo de ellos mientras permanecí en su compañía. Y cuando me llevaste a Ti, Tú eras Quien los observaba, Tú eres Testigo de todas las cosas. Si los castigas… Son Tus siervos; y si los perdonas… Tú eres ciertamente el Poderoso, el Sabio.” [Sûrah Al-Mâidah (5), âyât 116 a 118].

Es por esta razón, que nuestro Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos previno de que nuestro amor por él nos lleve a otorgarle una posición más elevada de la que Allâh le dio, como hicieron los cristianos con ‘Isa (‘alaihis-salam). dijo: “No excedan los límites alabándome como los cristianos lo hicieron con ‘Isa, hijo de Mariam”.

Hermanos y hermanas, uno de los aspectos que identifican nuestro Dîn es el equilibrio que pone a todas las cosas, y la instrucción de darle su derecho a Allâh, a cada persona, a cada criatura e incluso a cada cosa.

Rogamos a Allâh Altísimo que nos otorgue el amor por Sus mensajeros como es debido, y que nos dé un entendimiento completo y correcto de Su Dîn, para que podamos así cosechar el éxito tanto en esta vida como en la otra. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Los Tres Que Hablaron en la Cuna

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Altísimo dice en el Sagrado Qurân: “Y sé constante en la compañía de aquellos que invocan a su Señor mañana y tarde anhelando Su faz, no apartes tus ojos de ellos por deseo de la vida de este mundo ni obedezcas a aquel del que hemos hecho que su corazón esté descuidado de Nuestro recuerdo; sigue su pasión y su asunto es pérdida” [Sûrah Al-Kahf (18), âyah 28].

Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Sólo tres hablaron en la cuna: El primero fue Jesús (‘Isa), hijo de María”. Allâh Altísimo informó al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) del milagroso nacimiento de Profeta ‘Isa (‘alaihis-sallam) en los siguientes versos del Qurân: “Y recuerda en el Libro a Mariam cuando se apartó de su familia retirándose en algún lugar hacia oriente, Entonces se ocultó de ellos con un velo y le enviamos a Nuestro espíritu que tomó la apariencia de un ser humano completo. Dijo: “Me refugio de ti en el Misericordioso, si tienes temor (de Él)”. Dijo: “Yo sólo soy el mensajero de tu Señor para concederte un niño puro”. Dijo: “¿Cómo habría de tener un niño si ningún mortal me ha tocado y no soy una fornicadora?” Dijo: “Así lo ha dicho tu Señor: “Eso es simple para Mí, para hacerlo un signo para los hombres y una misericordia de Nuestra parte”. Es un asunto decretado”. Así pues, lo concibió y se retiró a un lugar apartado. Y le sobrevino el parto junto al tronco de la palmera. Dijo: “¡Ojalá y hubiera muerto antes de esto desapareciendo en el olvido!” Y la llamó desde abajo: “No te entristezcas, tu Señor ha puesto un arroyo a tus pies. Sacude hacia ti el tronco de la palmera y caerán dátiles maduros y frescos. Come y bebe, y refresca tus ojos. Y si ves a algún humano dile: “He hecho promesa de ayuno al Misericordioso y hoy no puedo hablar con nadie”. Y llegó a su gente llevándolo en sus brazos, dijeron: “¡Mariam! Has traído algo muy grave. ¡Hermana de Harûn! Tu padre no ha sido un hombre de mal ni tu madre una fornicadora”. Entonces hizo un gesto señalándolo, dijeron: “¿Cómo vamos a hablar con un niño de pecho?” Dijo: “Yo soy el siervo de Allâh. Él me ha dado el Libro y me ha hecho profeta. Y me ha hecho bendito dondequiera que esté y me ha encomendado la Oración y la purificación mientras viva. Y ser bondadoso con mi madre; no me ha hecho ni insolente ni rebelde. La paz sea sobre mí el día en que nací, el día de mi muerte y el día en que sea devuelto a la vida”. Ese es ‘Isa, el hijo de Mariam, la palabra de la Verdad, sobre el que dudan”. [Sûrah Mariam (19), âyât 16 a 34].

El segundo fue el personaje de la historia del Monje Ÿuraiÿ, que era un hombre que solía retirarse a una ermita para adorar a Allâh. Un día llegó su madre a verle para un asunto y este estaba rezando y le dijo: “¡Oh Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre se marchó. Cuando llegó el día siguiente fue a verle nuevamente y seguía en oración y le dijo: “¡Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre se marchó. Y al tercer día igual fue a verle y él seguía en oración, y le dijo: “¡Ÿuraiÿ, te habla tu madre!” Y dijo: “¡Oh, Señor! Mi madre o mi oración”. Siguió con su oración y la madre finalmente dijo enojada: “¡Oh Allâh, que no muera Ÿuraiÿ hasta que mire a los rostros de las prostitutas!”. Los Hijos de Israel comentaron sobre Ÿuraiÿ y sus oraciones. Hubo entonces una prostituta de ejemplar belleza que dijo: “¿Queréis que le ponga a prueba?” Y se mostró a él, pero sin que éste le prestara atención alguna, sabiendo el perjuicio que le podía ocasionar. Entonces fue ella a exhibirse a un pastor que solía ir a la ermita del monje y cohabitaron. Así fue como quedó embarazada y cuando dio a luz, dijo: “Es de Ÿuraiÿ”. Fueron en busca de él, pidiéndole que bajara de su ermita, la que derribaron y luego le golpearon. Dijo: “¿Qué os pasa, porque me golpeáis?” Dijeron: “Has fornicado con esta prostituta y ha dado a luz un hijo tuyo”: Dijo: “¿Dónde está el niño?” Así pues, lo trajeron y luego dijo: “Dejadme hasta que pueda rezar”. Así que rezó y suplicó a Allâh. Después salió y fue hasta el niño y pinchándole en el estómago le preguntó: “¿Quién es tu padre?” Dijo: “Fulano, el pastor”. Y fueron todos a Ÿuraiÿ y empezaron a besarle. Después le dijeron: “Te construiremos una ermita de oro”. Dijo: “No, volved a hacerla de barro como estaba”. Y así la hicieron”.

Como es bien conocido, la súplica de una madre para su hijo nunca es rechazada, aunque haya pasado algún tiempo. Por eso es importante para un musulmán responder al llamado de su madre, aunque uno esté realizando oraciones voluntarias. Ÿuraiÿ estaba realizando una oración voluntaria cuando su madre lo llamó y el no respondió. Allâh lo probo cuando su madre hizo un Du‘â contra él. Después de un cierto tiempo Allâh lo salvo de esta calamidad por su entrega y su piedad y temor que él tenía de Allâh y le facilitó hacer algunos milagros para que la gente en el pueblo supiera el valor que tenía Ÿuraiÿ.

El tercero, fue un bebé que mientras era amamantado por su madre, pasó un hombre de buen aspecto montado sobre un hermoso y ágil animal. Dijo la madre: “¡Oh Allâh, haz que mi hijo sea como éste!” Y dejando de mamar, el niño la miró y dijo: “¡Oh Allâh, no me hagas como él!” Después volvió al pecho de su madre. A continuación, pasaron cerca de una esclava a la que golpeaban y le decían: “Has fornicado y has robado”, y ella decía: “Allâh es suficiente para mí y el mejor protector”. Dijo la madre mirándola: “¡Oh Allâh, no hagas que mi hijo sea como ella!”. El hijo dejó de mamar y la miró diciendo: “¡Oh Allâh, hazme como ella!” Y en ese instante empezó a hablar la madre con el niño y el niño con ella. Le dijo la madre: “Pasó un hombre de buen aspecto y dije: “¡Oh Allâh, haz que mi hijo sea como él!” Y tú dijiste: “¡Oh Allâh, no hagas que sea como él!” Después pasamos por un lugar donde golpeaban a una esclava y le decían: “Fornicaste y robaste”. Y dije: “¡Oh Allâh, no hagas que mi hijo sea como ella!” Y tú dijiste: “¡Oh Allâh, hazme como ella!” Después dijo el niño: “Realmente aquel hombre era un tirano. Y dije: “¡Oh Allâh, no hagas que sea como él!” Y éstos decían a la mujer: “Has fornicado”, pero realmente no fornicó. “Has robado”, pero tampoco robó. Y dije: “¡Oh Allâh, haz que sea como ella!”.

Estos son ejemplos claros del infinito poder de Allâh cuyas manos está el dominio de todas las cosas, realmente cuando quiere algo Su orden no es sino decirle “Sé”, y es.

Quiera Allâh darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La Protección del Corazón

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Dice Allâh Altísimo en el Sagrado Qurân: “…Y luego se alejan. ¡Que Allâh aleje sus corazones! Porque ellos son gente que no comprende” [Sûrah At-Tawbah (9), âyah 127].  Dice también: “Y cuando se apartaron, Allâh apartó sus corazones. Allâh no guía a la gente descarriada” [Sûrah As-Saf (61), âyah 5].

Respetados hermanos y hermanas, la peor enfermedad y la más grave que puede aquejar al siervo es la dureza y desviación del corazón, o que Allâh ponga una barrera entre la persona y su corazón a raíz de un pecado que haya cometido.

Cuando el corazón de una persona se endurece y se desvía su atención de Allâh, Allâh lo aleja de Su obediencia y deja de afectarse por los actos de adoración y por los signos de Allâh que se manifiestan en la creación que lo rodea, como si fuera una auténtica ceguera. Dice Allâh: “Y es verdad que no son los ojos los que están ciegos sino que son los corazones que están en los pechos los que están ciegos” [Sûrah Al-Haÿÿ (22), âyah 46].

Si una persona desea saber en qué estado está su corazón, debe observar a la gente que encuentra un disfrute en la adoración de Allâh y un sabor especial en la recitación del Qurân y en sus conversaciones con Allâh en la oscuridad de la noche mientras la gente duerme, sus corazones se han vuelto brillantes y puros, inclinados naturalmente hacia la obediencia de Allâh, y que mire, por otro lado, a la gente que persiste en los pecados, sus faltas les provocan daños gigantescos en esta vida y la otra, pero, a pesar de eso, se mantienen  sumidos en ellos y cuando alguien les aconseja, no escuchan su consejo. Sus corazones se encuentran oscuros e indolentes y no tienen ya la facultad de discernir entre el bien y el mal.

¿A cuál de estos grupos pertenezco? ¿Con cuál de estos estados me identifico? Deben ser estas las preguntas que debe formularse cada uno de nosotros.

Los compañeros del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), así como los que les siguieron, solían revisar periódicamente el estado de sus corazones, identificaban los efectos negativos que habían dejado las faltas cometidas para poder así realizar una limpieza a través del recuerdo de Allâh y la recitación del Qurân hasta recuperar el buen estado del corazón.

Dice Allâh: “Allâh ha hecho descender el más hermoso de los relatos: Un libro homogéneo, reiterativo. A los que temen a su Señor les eriza la piel y ésta y sus corazones se enternecen con el recuerdo de Allâh” [Sûrah Az-Zumar (39), âyah 23].

Cuando el corazón de una persona se ablanda, empieza a percibir el gusto de las buenas obras y a disfrutar de ellas. Por eso, mencionaremos algunas acciones que ayudan a ablandar el corazón:

Cuidar de las obras obligatorias.

Recitar frecuentemente el Qurân. Lo ideal es recitar lo todos los días una cantidad especifica, de acuerdo con las capacidades de cada uno. El Qurân es lo que le da vida a nuestro espíritu. Dice Allâh: “Asimismo te hemos inspirado un espíritu que viene de Nuestra orden” [Sûrah Ash-Shura (42), âyah 52].

El abundante Recuerdo de Allâh. Dice Allâh Altísimo: “Los que creen y tranquilizan sus corazones por medio del recuerdo de Allâh. ¿Pues no es acaso con el recuerdo de Allâh con lo que se tranquilizan los corazones?” [Sûrah Ar-Ra’d (13), âyah 28].

La súplica. El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía pedir a Allâh que guiará su corazón hacia su obediencia. Dice Allâh en el Qurân: “¡Señor nuestro! No desvíes nuestros corazones después de habernos guiado y concédenos misericordia procedente de Ti, ciertamente Tú eres el Dador Generoso “ [Sûrah Ali-‘Imrân (3), âyah 8].

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh que ilumine nuestros corazones y los guíe hacia su obediencia, que nos proteja de la dureza del corazón y sus negativos efectos en esta vida y la otra. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Las Primeras âyât de Sûrah Al-Mulk

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Allâh Altísimo dice en el Sagrado Qurân: “Bendito sea Aquel en Cuyas manos está el reino y tiene el poder sobre todas las cosas. Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor. Él es el Poderoso, el Perdonador” [Sûrah Al-Mulk (67), âyât 1 y 2].

Abu Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Existe una Sûrah de treinta âyât en el Qurân que intercede por la persona (quien la recita) hasta que es perdonada. Esta es la Sûrah Tabârakalladhî biyadihil mulk”. [Abu Dâwûd, Musnad Ahmad, Nasaî, Ibn Hibbân y Hâkim].

Existe una narración que en que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Mi corazón desea que esta Sûrah esté en el corazón de cada creyente”.

Tirmîdhî (rahmatullâhi ‘alaihi) narró de Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ): “Algunos sahâbah montaron una tienda en un lugar sin saber que había una tumba en él. De improviso, algunos de los que estaban levantando la tienda escucharon que alguien recitaba la Sûrah Tabârakalladhî. Ellos reportaron el asunto a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), quien les explicó que esta Sûrah protege contra el castigo de Allâh y asegura la liberación”.

Ÿâbir (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) no se iba a dormir hasta que había recitado la Sûrah Alif Lâm Mîm Saÿdah y Tabârakalladhî.

Nuestra Jutbah de hoy, enfatiza una parte de la âyah donde Allâh dice: “Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor”.

Cuando se construye un edificio, se hace un camino, empieza un proyecto, o se construye una fábrica en la mejor manera posible ¿Cuál será el resultado? Se ahorran muchos recursos y riqueza, muchas almas serán protegidas, se disminuye el riesgo, muchas personas vivirán en tranquilidad y lo más importante, el edificio o proyecto permanecerá por mucho tiempo y muchas personas se beneficiarán de ello, ¿Por qué fue esto? Porque todo lo que hicieron lo hicieron en la mejor manera.

Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ nos creó y nos puso en este mundo. Como seres humanos, el propósito de nuestra existencia no es solamente adorar a Allâh, sino adorarlo en la mejor manera posible. Allâh envió a los profetas (‘alaihimus-salam) y descendió los libros y creó el universo para que el ser humano pueda cumplir el derecho de adorarlo con todos sus requisitos. Como el propósito de nuestra existencia es la adoración de Allâh, entonces tenemos que hacerlo no solo bien sino muy bien, porque llegará un día en el que vamos a ser presentados en frente de Allâh y cada persona recibirá su registro de sus obras que serán pesadas, y cada uno deseará tener un buen resultado. Por eso Allâh nos pide que no solamente hagamos los actos de adoración, sino que en todo lo que hacemos o decimos lo hagamos en la mejor manera posible.

Entre todos los actos de adoración el más importante y principal en la vida de un creyente es su salâh, por eso veamos cuán importante es realizar esta obra en la mejor manera posible, para que uno pueda recibir su recompensa completa.

‘Ammâr Bin Yâsir (radiallâhu ‘anhumâ), narró que escuchó decir al Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cuando una persona termina su salâh, obtiene una décima, una novena, una séptima, una sexta, una quinta, una cuarta, un tercera o una media parte de la recompensa máxima (dependiendo de la calidad de su salâh)

Anas (radiallâhu ‘anhu), narra que el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando alguien ofrece su salâh a la hora debida, habiendo hecho correctamente el wudû, con humildad y sumisión, cumpliendo satisfactoriamente con el qiyâm, el rukû’ y el suÿûd, este salâh se eleva como una forma brillante y hermosa y bendice a la persona diciendo: “Que Allâh te proteja como tú me has protegido”. Por el contrario, si una persona no es puntual con su oración, ni hace wudû, qiyâm, rukû’ y suÿûd correctamente, su oración se eleva en una forma horrenda y oscura diciendo: “Que Allâh te arruine como tú me has arruinado a mí”. Luego es arrojada como un trapo viejo en la cara de la persona”.

Afortunados son aquellos cuyo salâh es tan perfecto que este importante acto de adoración reza por ellos. Pero qué hay de aquellas oraciones que la gente está haciendo actualmente. Se van directo al suyud después del ruku’ y rápidamente levantan la frente del suelo para hacer el siguiente suyud, tal como un cuervo que picotea. La maldición de tal persona es mencionada en este hadîth. Si nuestro propio salâh nos está maldiciendo ¿Quién podría evitar nuestra ruina? Esta es la razón por la que la condición de los musulmanes se deteriora cada día más en todas partes del mundo.

La misma descripción es dada en otro hadîth, agregando que el salâh ofrecido con sinceridad y devoción asciende luminosa y las puertas del cielo se abren para recibirla e intercede por Allâh a favor de Su siervo.

El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El ejemplo de una persona que no se inclina completamente en el rukû’, es como el de la mujer embarazada que aborta justo antes de dar a luz”. [At-Targîb].

‘Abdullâh Bin Abu Qatâdah (radiallâhu ‘anhu) narra: “El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo una vez: “El peor ladrón es quien roba de su salâh”. Sus compañeros le preguntaron: “¿Cómo alguien puede robar de su salâh? !¡Oh, Profeta de Allâh!” Él respondió: “No haciendo el rukû’ y el suÿûd correctamente”.

Hay muchos otros ahâdîth que apuntan al mismo sentido. Robar es una acción muy deshonrosa y el ladrón es despreciado por todos ¿Qué se debe esperar entonces de quien es calificado como el peor ladrón según el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y cuando el peor robo es no cumplir con el ruku’ y el suÿûd correctamente?

Un fuerte énfasis se ha puesto en el correcto cumplimiento del salâh en las cartas del Shaij Ahmad Sarhindî (rahmatullâhi ‘alaihi). Sus discursos acerca del tema cubren una buena parte de su correspondencia. En una carta él escribió: “Es necesario, junto con otras cosas, que mantengamos unidos los dedos de las manos durante el suÿûd y separados en el ruku’. Estas regulaciones no están sin beneficio alguno, tienen un propósito”. Además, escribió, “Mantener la mirada en el lugar del suÿûd mientras estamos de pie, en nuestros pies en el ruku’, en la nariz durante el suÿûd, y en nuestras manos durante el Qa’dah (sentado), ayuda a mantener la concentración en el salâh”.

Si estas simples regulaciones, que son mustahab (recomendable), incrementan el valor de nuestro salâh, podemos imaginar cuánto beneficio se puede alcanzar si nos preocupamos de otras regulaciones, que son Sunnah y más importantes”

Estos ahâdîth nos muestran que el propósito no es solamente cumplir la orden de Allâh sino cumplir en la mejor manera, haciéndolo con buena concentración y devoción con sinceridad siguiendo las sunan de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), sino será arrojado en nuestras caras como un trapo viejo.

Si eso es la condición uno debe cumplir su oración como será con el wudû con el ayuno con el Haÿÿ, etc. Entonces si vamos a adorar a Allâh, lo adoramos en la mejor manera, a eso Allâh se refiere cuando dice: “Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor”.

Por eso los sabios nos recomiendan para que podemos cumplir nuestros actos de adoración en la mejor manera tenemos que practicar y entrenar donde uno cumple los waÿibât (obligaciones), las sunan, los mustahabbât (actos recomendables), después de haber cumplido todo esto Inshâ Allâh recibiremos su recompensa completa.

Cuando uno hace todos los actos de adoración en la mejor manera la primera cosa que uno recibe es el amor de Allâh y Su cercanía, si no los hacemos perdemos el amor de Allâh y experimentaremos dificultades problemas en cada fase de la vida.

Si un trabajador, un dueño de una empresa, un chofer, un profesor, un médico, un imam de una mezquita, un pensador, un inventor, no trabajan bien y no cumplen su trabajo en la mejor manera ¿Qué pasará? Todos sabemos los resultados. Si eso es para los resultados mundanales ¿Cuál sería los resultados en nuestra ibâdât sino lo hacemos en la mejor manera?

Pedimos a Allâh que nos dé el Taufîq de cumplir no solamente nuestros actos de ibâdât en la mejor manera, sino todos nuestros asuntos mundanales. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La Excelencia De Invocar Saludos Y Bendiciones Sobre El Profeta Muhammad (saw)

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

En muchas ocasiones se nos ha dicho y hemos oído que como musulmanes debemos enviar salutaciones a nuestro amado Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Pero ¿Por qué tenemos que hacerlo? Después de Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ, el mayor benefactor en el universo, sobre todos los seres humanos, especialmente sobre los creyentes, es Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). La cantidad de favores que ha hecho a nosotros no puede compararse con los favores de nadie más. Lo que nos demandan estos favores es que mostremos nuestro aprecio, el mayor amor y creencia de que cada vez que su nombre se pronuncie o cuando no sea pronunciado, debemos invocar salutaciones sobre él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). En realidad, salawât y salam son un gran, elevado y honorable Du‘â en la presencia de Allâh que es realizado a Su Mensajero (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Para mostrar nuestro vínculo de îmân con él. Este es un Du‘â tal que es definitivamente aceptado, no hay duda alguna ni espacio para su objeción.

Allâh nos ordena hacer el bien, y responder con el bien hacia quien lo ha hecho a nosotros. Sin embargo, no hay bien que podamos hacer que sea suficiente para responder a las gracias y favores que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) ha hecho por nosotros, en esto somos totalmente débiles. Miremos nuestra indefensión y pequeñez, Allâh nos ha ordenado invocar salawât y salâm sobre nuestro Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a cambio de los favores y sacrificios que hizo por nosotros. En realidad, esto es solo para nuestro beneficio y es bondad sobre bondad. Como consecuencia de esto, el amor aumenta, y es parte del îmân, es liberada del Ÿahannam y las buenas nuevas del Ÿannah las recibirá, todo por el mérito de estas pequeñas pero valiosas acciones. También adhiere como consecuencia todo tipo de éxito.

Si analizamos el Qurân, encontraremos que contiene muchas órdenes acerca del salâh, el ayuno, el Haÿÿ, etc. Y también menciona las vidas de muchos ambiyâ (‘alaihimus-salam) y también los honra, por ejemplo, en el caso de Âdam (‘alaihis-salam), menciona su creación y de como a los ángeles se les ordenó postrarse ante él. Sin embargo, en ninguna otra norma ni para honrar a ninguna otra persona Allâh declara que Él mismo realiza una cierta acción, sobre la cual los creyentes también son ordenados a actuar como en el siguiente versículo: “Es verdad que Allâh y Sus ángeles hacen oración por el Profeta. ¡Vosotros que creéis! Haced oración por él y saludadlo con un saludo de paz” [Sûrah Al-Ahzab (33), âyah 56]. Este honor está reservado solo para la más virtuosa creación de Allâh, el orgullo de los hijos de Âdam (‘alaihis-salam), para quien todo este universo fue creado, Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Notamos que Allâh menciona inicialmente salawât sobre el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) como algo proveniente de Él mismo y luego de los malâikah y finalmente lo ordena a los creyentes que ellos también deben de invocar salawât ‘ala an-Nabi. Que gran honor para Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) que los creyentes se unan a Allâh y a los ángeles en este acto tan bendito.

La primera razón por la cual invocamos salutaciones sobre Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) es porque resulta ser una orden de Allâh. Una segunda razón es que a través del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Allâh nos guio al Camino Recto; a través de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Allâh nos sacó de la oscuridad y nos mostró la luz; a través de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), Allâh nos sacó de la ignorancia y nos mostró el verdadero conocimiento. Una tercera razón es que si miramos la vida del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) encontraremos que su vida está llena de amor y compasión por la Ummah y una vida de sacrificio, lucha, esfuerzo por la Ummah. Hay muchos incidentes en relación a esto y también hay muchas más razones, por ello nuestra única manera de poder compensar lo que el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) hizo por nosotros es invocar salawât y salâm sobre él, en abundancia, especialmente durante el día viernes.

Ahora examinaremos algunas de las virtudes de invocar salawât y salâm sobre el Mensajero (sallallâhu ‘alaihi wa sallam):

Anas (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “En la presencia de quien mi nombre sea pronunciado, deberá enviar salutaciones a mí. Y quien invoque salawât sobre mí una sola vez, Allâh derramara diez favores sobre él, y le perdonará diez pecados y elevara su rango diez veces” [Musnad Ahmad, Nasai e Ibnu Hibbân].

Abu Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien quiera que envíe salutaciones sobre mí una vez, Allâh derramara sobre el diez favores”.

Ibn Mas‘ûd (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ciertamente la gente más cercana a mí en el día del Qiyâmah serán aquellos que enviaban salutaciones para mi, abundantemente” [Tirmidî].

Se narra también que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Invoquen salutaciones sobre mi abundantemente pues en la tumba serán preguntados por mí en un comienzo”.

Otro hadîth narra: “Invoquen salutaciones sobre mi abundantemente pues ciertamente será una luz en la oscuridad del Sirât, y quien desee que sus acciones pesen mucho en la balanza, que invoque salât en abundancia”.

Ibn Mas‘ûd (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ciertamente Allâh tiene ciertos ángeles moviéndose alrededor de la tierra para hacerme llegar las salutaciones de mi Ummah”.

Ubay Ibn Ka‘ab (radiallâhu ‘anhu) narró: “Pregunte: ¡Oh, Rasûlullâh! Desearía invocar más salutaciones sobre ti. ¿Cuánto tiempo del que dispongo para el Du‘â debería reservarlo para ello?” Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “Tanto como desees”. Dije: ¿Entonces debería utilizar un cuarto de ese tiempo? Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Tanto como tú desees. Y si lo aumentas aún más, será mejor para ti”. Dije: En ese caso destinare la mitad del tiempo. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Será tanto como desees, y si aumentas aún más será mejor para ti”. Dije: Destinare dos tercios de ese tiempo. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “Como desees, y si aumentas más, será mejor para ti”. Dije: ¡Oh, Rasûlullâh! Hare ahora la intención de que destinaré todo mi tiempo para Du‘â para invocar salutaciones sobre ti. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió: “En ese caso, todas tus preocupaciones serán removidas y tus pecados serán perdonados” [Tirmidî y Musnâd Ahmad].

Abû Ad-Dardâ (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien invoque salât sobre mi diez veces en la mañana, y diez veces en la tarde contará con mi intercesión en el día del Qiyâmah” [At-Tabarani].

Ruwayfî Bin Thâbit Al-Ansârî (radiallâhu ‘anhu) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien diga “Allâhuma salli ‘alâ Muhammad wa anzilhul-maqa’dal-muqarraba ‘indaka yaumal-Qiyâmah” (¡Oh, Allâh! Haz descender Tus salutaciones sobre Muhammad y otórgale una posición de cercanía a Ti en el Día del Qiyâmah), recibirá mi intercesión en nombre suyo”.

Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhumâ) narró que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien diga: “Ÿazallâhu ‘anna Muhammadan ma hua ahluhu” (quiera Allâh recompensar a Muhammad en nuestro nombre, con la recompensa que le es debida), ciertamente mantendrá ocupados a setenta ángeles durante mil días (para registrar la recompensa)”.

Aûs Ibn Aûs (radiallâhu ‘anhu) narró que el Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El mejor de vuestros días es el ÿumu’ah. Multiplicad en ese día la invocación de bendiciones sobre mí, pues vuestras bendiciones me alcanzan”. Le preguntaron: “¿Cómo han de alcanzarte nuestras bendiciones cuando te hayas consumido en la tumba?” Les respondió: “¡Allâh ha prohibido a la tierra consumir el cuerpo de los profetas!” [Abû Dâûd, Isnâd Sahîh].

Abû Huraîrah (radiallâhu ‘anhu) narró que el Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando alguien me salude con el salâm, Allâh me devolverá el alma para que le pueda responder el saludo con el salâm” [Abû Dâûd, Isnâd Sahîh].

Abû Muhammad Ka’b Ibn ‘Uÿrah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Cuando salió el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a donde nosotros estábamos le preguntamos: “¡Oh, Enviado de Allâh! Hemos aprendido cómo saludarte con el salâm, pero ¿cómo pedimos bendiciones por ti?” Respondió: “Decid: ¡Oh, Señor! Agracia a Muhammad y a la familia de Muhammad como agraciaste a la familia de Ibrâhîm, Tú eres Loable, Glorioso. ¡Oh, Señor Allâh! Bendice a Muhammad y a su familia como bendijiste a la familia de Ibrâhîm, ciertamente Tú eres Loable, Glorioso” [Al- Bujâri y Muslim].

Fadâlah Ibn ‘Ubaîd (radiallâhu ‘anhu) dijo: “El Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) escuchó a alguien pidiendo Du‘â en su salâh sin antes haber dado alabanzas a Allâh, ni haber pedido bendiciones por el Enviado, entonces el Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “¡Se ha apresurado!” Y agregó: “Si alguno de vosotros quiere hacer un Du‘â que comience por glorificar a Su Señor y alabarle, luego que pida bendiciones por su Enviado, y finalmente que pida lo que desee” [Abû Dâûd y At-Tirmidhî, dijo: hadîth hasan sahîh].

Estas son solo algunas de las innumerables virtudes de invocar salawât y salâm sobre Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Ahora nombraremos solo algunos de los beneficios de estas invocaciones sobre Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam):

  1. El musulmán sincroniza sus acciones con Allâh, ya que Allâh también invoca estas salutaciones,
  2. El musulmán sincroniza sus acciones con los ángeles, pues ellos también invocan estas salutaciones,
  3. Una sola salutación de un creyente atrae diez favores de Allâh,
  4. Es un medio para lograr la misericordia y las súplicas de los ángeles,
  5. Es un medio de atraer el Du‘â y la misericordia de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam),
  6. Una sola salutación hace que desciendan diez favores de Allâh, diez pecados son perdonados y el creyente será elevado diez veces su rango,
  7. Invocar cien salutaciones es un medio para lograr la liberación de Ÿahannam y de la hipocresía,
  8. Purifica las acciones,
  9. Acarrea más recompensa que liberar a un esclavo,
  10. Permite obtener la intercesión de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam),
  11. Permite el testimonio de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en favor de quien envía salutaciones,
  12. Es causa de que la balanza del creyente se encuentre llena de buenas acciones,
  13. Es un medio de protección contra una severa sed en las llanuras de la resurrección,
  14. Es un medio para que creyente esté firme en el puente del sirât,
  15. Es una de las acciones más amadas,
  16. Es un medio para que la pobreza y las situaciones de estrechez sean removidas,
  17. Las bendiciones de las salutaciones se perpetúan en nuestra descendencia,
  18. Es un medio para remover el óxido de nuestros corazones,
  19. Es un medio de protección contra errores cometidos en nuestro camino al Ÿannah,
  20. Es un medio de fortalecer nuestro corazón,
  21. Causa el aumento del amor por Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam),
  22. Atrae bendiciones en todos los asuntos,
  23. Es un medio para que la pena, angustia, calamidades y catástrofes sean apartadas,
  24. Es un medio para alcanzar una Luz Divina con la que el musulmán se sobrepondrá ante sus enemigos,
  25. Las bendiciones serán derramadas sobre la riqueza del creyente,
  26. El musulmán recibirá la buena nueva del Ÿannah o verá su lugar en el Ÿannah aun estando en este mundo,
  27. Es un medio para alcanzar todo tipo de bendiciones en este mundo y en la Próxima Vida,
  28. Es un medio para la aceptación de nuestras súplicas. (es por esto que nuestros Du‘â son suspendidos en el cielo mientras no recitemos salawât sobre el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Es por esto que recomendamos invocar salutaciones sobre él antes y después de nuestros Du‘â),
  29. El musulmán no será considerado de entre los avaros, y
  30. Uno de los grandes beneficios es el que el creyente recibirá la respuesta de cada salutación del mismo Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam).

Quiera Allâh darnos el taufîq para dedicar algo de nuestro tiempo diariamente para invocar salutaciones sobre nuestro amado Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y quiera darnos la capacidad para aumentar nuestras salutaciones durante el viernes. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

La felicidad y como obtenerla

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas en el Islam, es un hecho común que cada creación de Allâh, cada ser vivo, todos y cada uno de los organismos que respiran tienen un único objetivo final; en cada cosa que hace, en su sueño y en su estado de vigilia, en sus accionar y su descanso, en su comida, bebida y socialización, en cualquier acción que haga cualquier tipo de organismo vivo, animal o persona, humano o genio, musulmán o no musulmán, hombre o mujer, solo tiene un objetivo final, que es encontrar la felicidad interior. Este objetivo es sentirse pleno, sentir alegría, sentir sakîna (sosiego) y tuma’nîna (satisfacción), es sentirse en paz dentro de sí mismos. Entonces, haga lo que haga cada persona, esa persona piensa que a través de esto “seré feliz; me traerá consuelo; me traerá placer; me traerá alegría y paz”. Esto es lo que motiva a cada organismo vivo y a cada ser.

El objetivo es uno, y ese es el objetivo de sentirse feliz. Pero encontramos que los caminos para encontrar esta felicidad son diferentes. Encontramos que varias personas toman diferentes objetivos, diferentes métodos, diferentes caminos, y todos piensan que llegarán al mismo destino. Entonces encontramos que un grupo de personas cree que la felicidad se encontrará a través de las posesiones, del dinero, de la riqueza, de poseer las mejores casas y automóviles. Entonces, encontramos que esta persona, todo lo que hace es averiguar ¿Cómo puedo obtener la mayor cantidad de dinero? ¿Qué título debo obtener? ¿Qué educación, qué universidad, qué trabajo, qué empresa, qué compañía? ¿Cómo puedo subir la escalera corporativa? Toda su vida se convierte en conseguir riquezas, por lo que creen que serán felices.

Otro grupo de personas piensa que la felicidad se encuentra en la fama o el reconocimiento. Así encontramos que este grupo todo lo que hacen es ¿Qué puede hacerme famoso? ¿Cómo puede reconocerme la sociedad? Entonces se convierten en actores o actrices, se dedican a la música y al canto, o si les gustan las artes y las ciencias, piensan: “¿Qué puedo hacer para ser famoso, para ganar un premio? Cuando todos sepan quién soy, entonces alcanzaré la felicidad y la satisfacción”.

Otro grupo más de personas cree que la felicidad se encuentra en satisfacer sus deseos carnales y sus instintos sensuales. Y así, encuentras a este grupo de personas volviéndose hacia la lujuria y los embriagantes, hacia las drogas y la extravagancia. Piensan que, al adormecer sus sentidos, al asegurarse de que se cumplan todos y cada uno de los deseos más básicos dentro de ellos, encontrarán la felicidad.

La mayoría de nosotros lamentablemente creemos que la felicidad es una combinación de todos esos factores. Un poco de riqueza, con un poco de fama y un poco de deseos sensuales. Así es como buscamos la “felicidad”. Pero la realidad es que, cuando miras a las personas que han pasado su vida siguiendo estos diversos caminos, cuando miras a las personas que la sociedad considera que han alcanzado los escalones más altos de riqueza, fama, sensualidad, las personas más extravagantes, ricas y famosas, te das cuenta de su triste realidad. Si fueras a entrevistar a esta élite, si fueras a conocerlos y preguntarles: “Has pasado tu vida acumulando esta riqueza, amasando fortunas, estás en la lista de las cien personas más ricas o las cincuenta personas más ricas; eres una de las personas más influyentes según los medios; o, eres uno de los actores y actrices más famosos, todo el mundo te conoce; tus fotos aparecen en las revistas; te caes, estornudas, te ríes, se convierte en noticia nacional; entras al hospital, sales de él, todo el mundo lo sabe, déjame preguntarte ¿Has alcanzado la felicidad? ¿Has traído esta felicidad a tu vida?, porque el resto de la sociedad te admira y te toman como su modelo a seguir, te toman como sus ídolos a los que tienen que adorar; todo lo que haces se convierte en su objetivo de vida, siguen tus estadísticas, tus matrimonios y divorcios ¡tú eres su modelo a seguir! Pero déjame preguntarte ¿Eres feliz en tu vida personal? ¿Has logrado lo que el resto de la gente cree que has logrado?”. Si estas personas pudieran ser honestas contigo (y muchas de ellas lo han sido, si lees sus entrevistas, y muchas de ellas no lo son, pero si pudieran ser honestas contigo) dirían: “No. Todavía no”.

Para muchas personas, lo mismo que estaban deseando se convierte en una maldición. Para muchas personas, la fama, el reconocimiento, se convierte en una maldición de la que no pueden salir, ya no pueden vivir una vida normal. Eran los que no querían vivir una vida normal, eran los que se esforzaban por hacerse famosos. Una vez que llegan allí, se arrepienten. Ya no pueden disfrutar de una vida normal. y no tienen a nadie a quien culpar sino a ellos mismos.

Cuando se vuelven ricos, todo su pensamiento, todo su día y noche se convierte en preocupación por su capital que sube y baja, sus ingresos tambalean o se incrementan. En otras palabras, su tiempo queda encerrado con ese dinero, no con su familia, no con las alegrías de la vida, no con la felicidad real. Si visten un traje más elegante y conducen un auto mejor. Sus corazones están más ocupados y sucios, no tienen nada con qué disfrutarlo, porque sus mentes siempre están pensando en este dinero y en cómo obtener más y cómo  asegurarse de que no desaparezca. Se vuelven esclavos del dinero que estaban adorando aparte de Allâh.

Muchos de nosotros, desafortunadamente, también hemos caído en este tipo de pecados, pero ¿Estos deseos traen felicidad infinita? ¿Provocan alegría y sinceridad genuinas? ¿Producen realización, sakîna interior?; o es como un dulce envenenado, que disfrutas algo por un rato. Disfrutas de algo por un tiempo, y luego lo que queda es veneno amargo. Esto es algo que experimentamos en nuestra vida diaria, cuando cometemos un pecado, cualquiera que sea ese pecado. Claro que lo disfrutamos, por eso lo hicimos. No nos engañemos y digamos que no hay placer en el pecado. Por supuesto que hay placer en el pecado, por eso cometemos pecados; porque disfrutamos haciéndolos. Pero déjame preguntarte, cuando terminamos ese pecado, incluso durante, mientras cometemos ese pecado y tan pronto como lo terminamos ¿Nos sentimos orgullosos? ¿Nos sentimos bien? ¿Nos sentimos felices dentro de nosotros mismos? Por el contrario, nos sentimos disgustados. Nos sentimos mal, nos sentimos sucios, un tipo de suciedad, puedes darte mil duchas, no te quitará la suciedad que sientes porque es una suciedad interior. Es una basura interior que has puesto en ti mismo y en tu propio sistema.

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Pero quien se aparte de Mi recuerdo… Es cierto que tendrá una vida mísera…” [Sûrah Taha (20), âyah 124].

Todo esto nos muestra que los caminos hacia la felicidad que ha elegido la humanidad no son los caminos últimos hacia la felicidad, eso es evidente todo eso, cada persona puede observar eso. La vida misma nos lo demuestra. El Qurân y la Sunnah se suman a esto, no necesitamos citar muchas evidencias, porque la experiencia humana, la interacción humana, es evidencia suficiente de que los caminos hacia la felicidad no se encuentran en las formas en que la mayoría de la humanidad. los están haciendo.

Entonces surge la pregunta, si los caminos a la felicidad no son como hemos mencionado antes, ¿cuál es entonces el camino a la felicidad?. Esto nos trae a un punto muy interesante e importante. El ser humano es compuesto de un cuerpo y un alma, Rûh (alma) y Ÿasam (cuerpo). Tenemos un cuerpo físico y un alma interior, un rûh, los dos juntos forman la vida tal como la conocemos. El rûh y el ÿasam juntos forman la vida tal como la conocemos.

Por lo tanto, para alimentar el rûh, necesitamos sostenerlo a través de una conexión con Allâh Subhânahû wa Ta‘âlâ. Entonces ¿Cómo alcanzamos la felicidad al alimentar el alma? Estableciendo una conexión con Allâh. ¿Cómo establecemos una conexión con Allâh? Haciendo lo que Allah quiere de nosotros.

Hermanos y hermanas, la máxima felicidad proviene de Allâh Subhânahû wa Ta‘âlâ. Para obtener esa felicidad necesitamos establecer una conexión con Allâh. Una vez que establecemos una conexión con Allah, el mundo se vuelve secundario. El mundo no se convierte en nuestro objetivo final y cuando el mundo se convierte en nuestro objetivo final, de repente estamos contentos con lo que tenemos. Nuestro dinero, nuestra riqueza, nuestra fama, nuestra familia, nuestra salud, todo, lo tenemos, Alhamdulillâh, le agradecemos a Allâh, y si no lo tenemos, igual agradecemos a Allâh y nuestras actitudes son optimistas y esperamos lo mejor de Allâh.

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Los que creen y tranquilizan sus corazones por medio del recuerdo de Allâh. ¿Pues no es acaso con el recuerdo de Allah con lo que se tranquilizan los corazones?” [Sûrah Ar-Ra’d (13), âyah 28].

Sa’d (radiallâhu ‘anhu) narró: “El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Entre la felicidad del hijo de Âdam está la satisfacción con lo que Allâh ha decretado para él; entre las miserias del hijo de Âdam está el dejar de pedir guía a Allâh; y, entre las miserias del hijo de Âdam está el descontento con lo que Allâh ha decretado para él”. [Tirmîdhî].

El punto es que cuando corregimos nuestra perspectiva, el estado externo y superficial y los deseos del mundo, se vuelven verdaderamente irrelevantes. Si no corregimos nuestro estado interior y nuestro rûh, no importa cuánto alimentemos nuestros deseos, el ÿasam, nunca estará satisfecho. No importa lo que hagamos con el cuerpo nunca estará satisfecho, siempre querrá más y más y más. Pero si alimentamos el alma correctamente, entonces el cuerpo se vuelve feliz, y cuando se vuelve feliz, solo entonces es donde encontramos la felicidad definitiva.

‘Umar ibn Al-Jattâb (radiallâhu ‘anhu) narró: “Fue preguntado el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¿Qué acciones son las mejores?” El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Traer felicidad a un creyente, calmar su hambre, vestir su desnudez o satisfacer sus necesidades”. [Al-Maÿma’ul-Ausât].

Por eso siempre debemos entender y tener presente que nuestro éxito en este mundo y después de la muerte, es en la actualidad solamente en vivir manteniendo nuestra conexión con Allâh, el mejor ejemplo para nosotros es el Mensajero de Allah (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y sus distinguidos compañeros.

Nuestra vida en este mundo es muy corta, el camino hacia la felicidad eterna es con Allâh, con el Dîn de Allâh y la Sunnah de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Por eso, roguemos a Allâh para que ilumine nuestras vidas y que Allâh nos de la habilidad de seguir este bendito camino. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

Al-Ijlâs, La Sinceridad En Nuestras Obras Para Lograr La Complacencia De Allâh

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Queridos y respetados hermanos y hermanas, el tema de nuestra Jutbah de esta semana es, Al-Ijlâs, es decir la sinceridad en nuestras obras, para lograr la Complacencia de Allâh.

Allâh Altísimo dice en el Qurân: “Él es el Viviente, no hay dios sino Él, invocadlo ofreciéndole con sinceridad, sólo a Él, la adoración. La alabanza pertenece a Allâh, el Señor de los mundos” [Sûrah Al-Gâfir (40), âyah 65]. También señala: “A pesar de que no se les había ordenado, sino que adorasen a Allâh, rindiéndole sinceramente la adoración, como hanifes y que establecieran el salâh y entregaran el zakâh. Y esta es la práctica de Adoración auténtica” [Sûrah Al-Baiyinâ (98), âyah 5].

En el Islam, la sinceridad es la comunión del interior con el exterior, de la acción con la intención, la correlación del discurso y la creencia y de la práctica con la prédica. Como tal, la sinceridad es la piedra angular de la rectitud en el carácter del musulmán y el trampolín de sus acciones virtuosas.

En estos versículos la sinceridad consiste en realizar una acción, una obra de bien con la exclusiva intención de complacer a Allâh y a nadie más que a Él, sin aparentar ni pretender reputación. Si una obra no incluye esta sinceridad, no le sirve de nada a quien la realiza.

El Amir de los creyentes Abû Hafs ‘Umar Ibn al Jattab (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Escuché al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) decir: “Las acciones no valen sino por sus intenciones y cada uno tendrá según su intención. Aquel que emigró por Allâh y Su Mensajero, su emigración será contada como si fuera por Allâh y Su Mensajero. Mientras que aquel cuya emigración fue para alcanzar un bien de este mundo, o una mujer con la que casarse, su emigración será contada por aquello por lo que emigró”.

Uno de los mejores medios para lograr la sinceridad para que nuestras obras logren la complacencia de Allâh, es cuando el creyente glorifica a Allâh Altísimo y tiene presente claramente que su Señor lo está observando y sabe todo lo que esconde dentro de sí. Allâh dice en el Qurân: “Conoce las miradas subrepticias, y lo que esconden los corazones” [Sûrah Al-Gâfir (40), âyah 19].

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) narró la historia de tres personas que, debido a su sinceridad y a que siempre recordaban a Allâh cuando se encontraron en una dificultad, Allâh les respondió sus llamados cuando Lo necesitaron: “Hace algún tiempo partieron tres individuos hasta que llegaron a una cueva y entraron en ella para pasar la noche y una vez dentro, se desprendió una roca de la montaña y taponó la entrada, quedándose atrapados. Se dijeron: “Realmente no nos libraremos de esta roca mientras no invoquemos a Allâh con la más recta de nuestras acciones”. Empezó uno de ellos su relato diciendo: “¡Oh Allâh! Yo tenía mis padres ancianos a los que daba de beber la leche antes que nadie, pero un día me alejé de ellos demasiado, tratando de encontrar pasto para el ganado, por lo que tardé en volver a casa y cuando regresé los encontré durmiendo; así que ordeñé para darles de beber la leche y no quise ni despertarlos ni dársela de beber a nadie antes que a ellos. Entonces me quedé vasija en mano, esperando a que se despertaran hasta el amanecer y los niños llorando de hambre a mis pies. Por fin se despertaron y les di de beber su leche. ¡Oh Allâh! ¡Si esto lo hice tratando de complacerte, líbranos de esta roca!”. Y en ese momento se descorrió un poco la roca sin que pudieran salir aún.

A continuación, dijo otro: “¡Oh Allâh! Yo tenía una prima a la que quería más que a nadie, tanto como puede querer un hombre a una mujer. Pues, quise tomarla, pero me lo impidió y se alejó de mí. Hasta que llegó un año de sequía, vino a mí y le di ciento veinte dinares a fin de que se quedara a solas conmigo. De manera que ella accedió en principio a mi pretensión. Y cuando estaba a punto de tomarla, ella dijo: “Teme a Allâh y no lo hagas si no es con su legítimo derecho”. Así que me retiré de ella dejando el oro que le había dado, siendo la persona que más quería. ¡Oh Allâh Si esto lo hice por complacerte, sácanos de aquí!”, y se descorrió otro poco la roca, sin que todavía pudieran salir de la cueva. Después dijo el tercero: “¡Oh Allâh! Yo contraté unos trabajadores y a todos les di su salario, excepto a uno que se marchó sin él. Pero lo invertí y se multiplicó su dinero. Hasta que vino un día y me dijo: “¡Siervo de Allâh, págame el salario que me debes!”, entonces le dije: “Todo esto que ves es de tu sueldo: camellos, vacas y corderos”. Él me respondió: “¡Siervo de Allâh, no te burles de mí!”, y le dije: “No me estoy burlando de ti”. Finalmente lo cogió todo y se lo llevó sin dejar nada. ¡Oh Allâh! ¡Si hice esto tratando de complacerte, libéranos de aquí!” Y en ese preciso instante, se apartó la roca para que salieran y se marcharon”.

La sinceridad tiene muchas virtudes importantes y magníficos efectos, los siguientes son algunos de ellos:

Magnifica la obra e incrementa su recompensa: La obra por sí misma puede ser pequeña, pero su recompensa puede incrementarse y ésta se agrandará debido a la sinceridad de la persona. Allâh dice en el Qurân: “Los que gastan sus bienes en el camino de Allâh se parecen a un grano que produce siete espigas y cada una de las espigas lleva cien granos. Así multiplica Allâh a quien Él quiere; Allâh es Espléndido y Conocedor” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 261].

Preserva el corazón de la decepción y el rencor: El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Existen tres cosas que pueden proteger el corazón del siervo creyente de tener rencor: la sinceridad al realizar sus obras, aconsejar a los líderes (de los musulmanes) y aferrarse a la Ummah”.

Protege al siervo de los males destructivos: Allâh dice en el Qurân: “Fue así para apartar de él el mal y la indecencia. En verdad es uno de Nuestros siervos elegidos” [Sûrah Yûsuf (12), âyah]. 

Rescata al siervo durante las adversidades: Un claro ejemplo de esto es la historia que escuchamos anteriormente acerca de los tres que quedaron atrapados en la caverna por una roca.

Protege a la persona de Shaitân: Allâh dice en el Qurân: “Dijo: ¡Por Tu poder, que los extraviaré a todos! Con la excepción de aquéllos que sean Tus siervos sinceros” [Sûrah Sâd (38), âyât 82 y 83].

Otorga un rango elevado: Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: (El musulmán) no realiza una obra por la causa de Allâh sin ganar un rango y una posición muy elevada”.

Nos hace ganar el Paraíso: El Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien diga con sinceridad en su corazón Lâ ilâha illallâh (no hay divinidad excepto Allâh), entrará al Paraíso”.

Sabemos que alcanzar la sinceridad no es algo fácil, y por eso es necesario luchar contra sí mismo antes de realizar una obra, durante su realización y después de haberla realizado. Esto es así, para asegurar que la obra sea y permanezca puramente por la causa de Allâh.

Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que ponga la sinceridad en nuestro corazón de manera que con Su favor nuestras obras puedan alcanzar Su complacencia. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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