
- Viernes, 21 de Abril de 2023
- Yumu‘ah, 1 de Shawâl de 1444
- Imâm: Sh. Yusuf G. Hoosen
En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Hace solo unos días atrás todos los musulmanes del mundo estábamos esperando la llegada de una visita muy valiosa con la esperanza de que esta vista nos trajera mucha bondad. A través de la llegada de esta visita los musulmanes compitieron entre sí en hacer buenas obras.
Esta espera fue la llegada del Mes de Ramadân, la temporada donde las puertas del Ÿannah están abiertas y los medios de conseguirlo se hacen fáciles. También es la temporada donde hubo muchas ofertas, por ejemplo, la recompensa de un acto voluntario equivalía a un Fard, o sea una acción obligatoria, y la recompensa de un Fard equivalía hasta setenta Farâid. La época donde las vías de la destrucción y las puertas del Infierno estaban cerradas, los shayatîn fueron encadenados. Donde alejarse de todo lo prohibido y obedecer a Allâh era fácil. Ejercitar la paciencia era fácil y también donde se notaba la cualidad de la generosidad de la hermandad de la Ummah.
Una época en que cada momento era bendito. Era el día del ayuno y la noche del Qiyâm (la oración del Tarawîh). La primera parte de este mes era de Rahmah, la mitad de Magfirah, y la última parte era la liberación del Infierno. La época donde el musulmán dejó de ser esclavo de Shaitân. Ramadân era en realidad como una Madrasah en donde se aprende todo el bien y las obras de bien, y genera la costumbre de alejarse del mal y sus medios. Cuando termina Ramadân el creyente ya está acostumbrado al bien y la obediencia. Pero lo que es importante ahora es la constancia y el istiqâmah (la rectitud) no solamente para el resto del año sino hasta la muerte, Inshâ Allâh.
Ayer estábamos esperando la llegada de este bendito mes y en unos días más con mucha pena y amargura vamos a decir ¡Al-widâ’ ya Ramadân (adiós Ramadân)! Como es la Sunnah de Allâh en este mundo, nada ni nadie se queda para siempre, tanto nosotros como el tiempo terminarán. Ahora, la pregunta es ¿En qué condición Ramadân nos está dejando? ¿Acaso hemos corregido nuestros a’mâl (obras)? ¿Acaso hemos embellecido nuestro ajlâq (conducta)? ¿Acaso nuestros corazones están más blandos que antes? ¿Acaso nuestro entusiasmo hacia el bien y hacia la Otra Vida han aumentado, nuestro disgusto hacia el mal se ha reforzado, y el desapego hacia este Dunia se ha desarrollado? Si es así, tenemos que agradecer a Allâh porque eso significa que nosotros hemos aprovechado y nos hemos beneficiado del mes de Ramadân. Ahora la necesidad es preservar hasta la muerte lo que nosotros hemos hecho en el mes de Ramadân, porque nuestro Rabb, nuestro Señor, no solamente es el Rabb de Ramadân, sino que es el Rabb de todos los meses. Por eso la necesidad del momento es istiqâmah.
Queridos hermanos y respetadas hermanas, en el mes de Ramadân hemos visto la Mezquita perfumada con las almas de los ayunantes, hemos visto la Mezquita llena con los orantes, haciendo eco con la recitación del Qurân, los creyentes compitiendo uno con otro en las obras de bien, en la bondad y en la generosidad, pero lo triste es pensar en cómo quedará la Mezquita después de Ramadân. Como hemos mencionado, el Rabb de Ramadân es el Rabb de todos los meses, por eso tenemos que seguir frecuentando la Mezquita y continuar con la recitación del Qurân y el ayuno voluntario. Tenemos que seguir haciendo estas acciones, aunque en menos cantidad después de Ramadân, pero eso sí, con constancia y eso es lo que es más querido para Allâh, un â’mal pequeño pero constante. Para aprender la importancia de la constancia recordamos el siguiente hadîth. Abû ‘Amrû Sufiân Ibnu ‘Abdullâh (radiallâhu ‘anhu) narró haber dicho: “¡Enviado de Allâh! Enséñame algo sobre el Islam que no tenga que preguntar a nadie más luego de ti. Dijo el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Di: “¡Creo en Allâh!”, y luego compórtate rectamente”.
Es muy importante pensar que, como nosotros no sabemos cuándo nos llegara la muerte, es vital que sigamos obedeciendo a Allâh como lo hicimos en Ramadân, para que cuando nos visite el Ángel de La Muerte, nos encuentre obedeciendo a Allâh. Como se dice, cada persona será resucitada como murió, entonces quien vivió en la obediencia, morirá obedeciendo a Allâh y será resucitado en la obediencia, porque el istiqâmah en la obediencia a Allâh es la verdadera fortuna y el éxito real.
Hermanos y hermanas, cuando termina Ramadân encontramos dos grupos de gente, el primero cumplió con el derecho de su Señor ayunando con fe sincera parado en frente de Allâh en la noche con una esperanza sincera en recibir recompensa de Allâh y buscando en ella la complacencia de su Señor y tratando de abstenerse de todo lo que motiva la ira de su Señor. Ellos no perdieron ningún momento en este mes tan vendido, salieron de Ramadân limpios y perdonados de sus pecados.
El segundo grupo son aquellas personas que solamente tenían esperanza en Allâh, pero seguían su Nafs (su ego) y pasaba sus días como cualquier día y sus noches como cualquier noche, no cumplía ni con los derechos de Allâh, ni con el de los siervos de Allâh. Cuantas veces fue aconsejado, pero no acepto el consejo, cuantas veces fue llamado a reconciliar con su Señor, pero no respondió. Aquellas personas mañana, el Día del Remordimiento, no tendrán que culpar a nadie sino a sí mismo.
Hermanos y hermanas, todos tenemos que reflexionar en lo que hemos hecho en Ramadân y preocuparnos que nuestras acciones sean aceptadas por Allâh.
Fudalah bin ‘Ubaid (rahmatullâhi ‘alaihi) dijo: “Si hubiese sabido que Allâh había aceptado de mí una acción del tamaño de semilla de mostaza, sería mucho más querido para mí que el Dunia y lo que contiene, porque Allâh dice: “Allâh solo acepta de los que Le temen” [Sûrah Al-Mâîdah (5), âyah 27]. Ese era el hábito de nuestro antepasados, incluso algunos de ellos seis meses después de Ramadân hacían Du‘â para que Allâh aceptara las obras hechas en Ramadân.
Hermanos y hermanas, ¿Cómo podemos saber que nuestras acciones fueron aceptadas? porque el gaib (lo oculto) lo conoce solo Allâh: Unas de las señales de la aceptación de la obra es uno sigue haciendo las mismas acciones después de Ramadân. Por eso, tenemos que seguir haciendo lo que solíamos hacer en Ramadân, aunque en menor magnitud porque Allâh ama aquella obra que se realiza con constancia, aunque sea poco.
Hay algunos beneficios grandes en la constancia, en la rectitud: 1) Era un hábito de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y todos nuestros piadosos antepasados; 2) Es una manera de adquirir el amor de Allâh; 3) Un medio de ser salvado de las dificultades; 4) Medio de obtener un buen fin; y 5) Es la cualidad de los creyentes.
Antes que terminamos me gustaría recordarles de una importante Sunnah, que es ayunar seis días en el mes de Shauwâl, como Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien ayuna el mes de Ramadân y luego lo completa con seis días de Shawâl es como si ayunara un año entero”.
Terminamos esta Jutbah preguntándonos ¿Acaso sabemos cuál es la recompensa del istiqâmah en la obediencia? Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Realmente los que hayan dicho: Mi Señor es Allah y hayan sido rectos, los ángeles descenderán a ellos: No temáis ni os entristezcáis y alegraos con la buena nueva del Jardín que se os había prometido. Somos vuestros protectores en esta vida y en la Última, allí tendréis lo que deseen vuestras almas y todo cuanto pidáis. Hospedaje de un Perdonador, Compasivo.” [Sûrah Fussilat (41), âyât 30 a 32].
Roguemos a Allâh para que nos haga entre ellos. Âmîn.
Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh