HACIENDO AMISTAD CON ALLÂH

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas, dice Allah Altísimo: “En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo. Las alabanzas a Allah, Señor de los mundos” [Sûrah Al-Fâtihah (1), âyât 1 y 2]. Dice también: “Y Él es Quien ha hecho accesible el mar para que comáis de él carne fresca y os procuréis adornos que vestir -y ves cómo la nave navega en él- y para que busquéis Su favor, quizás podáis agradecer” [Sûrah An-Nahl (16), âyah 14]. También ha dicho: “Y tienen un signo en la noche, cuando hacemos desaparecer la luz del día y quedan a oscuras. Y el sol, que corre hacia un lugar de reposo que tiene. Ese es el decreto del Poderoso, el Sabio. Y a la luna le hemos fijado casas, hasta que se hace como una rama de palmera vieja. No procede que el sol alcance a la luna, ni que la noche se adelante al día. Cada una va en una órbita” [Sûrah Ya Sin (36), âyât 37 a 40]. También dice: “Allah hace lo que quiere” [Sûrah Al-Haÿÿ (22), âyah 18].

Los versículos del Qurân que hablan sobre la grandeza de Allah, así como los ahâdîth que tratan el mismo tema, son muy numerosos. ¿Cómo no sería así, si la Grandeza de Allah Subhânahû wa Ta‘âlâ es algo ligado directamente a la creencia y la fe de todo musulmán? Cada día, cada musulmán y cada musulmana repiten decenas de veces la frase “Allâhu Akbar” cuando realiza sus oraciones obligatorias y voluntarias. Así mismo el muadh-dhin cuando eleva su voz pronunciando el llamado al salâh, descrito por nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) como “El llamado más completo”, comienza y termina repitiendo “Allâhu Akbar”, recordándose a sí mismo y a los musulmanes y a toda la creación que no hay nada ni nadie capaz de compararse con Allah en grandeza y majestad.

La Grandeza y el Poder Infinito de Allah son evidentes en cada cosa que nos rodea y en todo aquello en lo que se posa nuestra mirada o entra a nuestra mente por medio de los sentidos. La inmensidad de los cielos es una prueba de la Grandeza de su Creador; la interminable masa de agua que baña las costas de los continentes y sobre la que circulan los barcos portando el sustento de las personas, es una prueba de la Grandeza del Creador; el vasto espacio adornado por lejanas estrellas y constelaciones es una prueba de la Grandeza de Allah; y, ¿Para qué ir tan lejos? Nuestro cuerpo con los sistemas que lo componen y las extremidades que sirven para cumplir con los Derechos de Allah y de la creación y hacer el bien en beneficio de nosotros mismos y de los demás, ¿no es acaso una prueba suficiente de la Grandeza de Allah y de Su Infinita Sabiduría?

Todo lo que hemos dicho hasta ahora, así como muchas otras cosas que se pueden agregar, de los versículos, ahâdîth, o reflexiones sobre la Grandeza de Allah, tiene el objetivo de reforzar nuestra fe y nuestra confianza en Allah, a la vez que nos hace pensar: ¿Si mi Señor es tan poderoso y tan grande, no debería entonces intentar reforzar mi relación con Él? Definitivamente nadie puede ser más afortunado que aquel que se gana el Favor de Allah, y Su Ayuda y Apoyo en todo momento.

Se narra de ‘Alî (radiallâhu ‘anhu) que dijo: “Aquel que es para Allah, Allah será para él”, es decir, que quien se esfuerza siempre por complacer a Allah, cumplir con Sus Órdenes, y reforzar su relación con Él, Allah estará siempre en su ayuda y en su auxilio.

Dice Allah: “¡Oh, creyentes! Si auxilian a Allah, Él los auxiliará y afirmará sus pasos” [Sûrah Muhammad (47), âyah 7].

Los compañeros de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) entendieron bien eso, por lo que dedicaron sus mejores esfuerzos a la construcción de una relación fuerte con Allah, hasta convertirse en sus allegados. Son muchas las historias de ellos, en donde Allah estuvo en su auxilio cuando todos los caminos parecían cerrados. La historia de la Batalla de Badr es sin duda, de las más conocidas, pero también de las más impresionantes. Nada parecía estar a favor del Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y su pequeño grupo de compañeros, pero aun así Allah los asistió con Su ayuda y les otorgó una victoria determinante.

También podemos recordar la historia que narró Ÿâbir Ibn ‘Abdullâh (radiallâhu ‘anhu), cuando el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) los envió a una expedición y designó como emir a Abû ‘Ubaidah Ibn Al-Ÿarrah (radiallâhu ‘anhu). No tenían como provisión más que una bolsa con dátiles para trescientas personas. cuando las provisiones se acabaron y los sahabah (radiallâhu ‘anhum) estaban al borde de la inanición, Allah los condujo hasta una enorme ballena que yacía en la costa, de la que comieron y se aprovisionaron para la vuelta a Madinah.

Por su parte, la historia de las trincheras y de cómo Allah salvó a los musulmanes de los coligados ha sido mencionada en la Sûrah Al-Ahzâb y es una historia inspiradora y esperanzadora.

Estas historias no son más que ejemplos de la ayuda de Allah a Sus siervos. Nuestra fe en Allah debe ser firme y completa, y debemos estar seguros de Su Misericordia y de que Él, Altísimo sea, estará para su siervo cuando le llame.

Rogamos a Allah que nos dé una fe como la que otorgó a sus enviados y a los sahabah, y que nos permita encauzar nuestros esfuerzos a las acciones que llevan a Su Complacencia y contribuyan al fortalecimiento de nuestra relación con nuestro Creador. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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