LAS ACCIONES CUYO LUGAR ES EL CORAZÓN

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas, dice Allâh Altísimo: “A pesar de que no se les había ordenado sino que adorasen a Allâh, rindiéndole sinceramente la adoración” [Sûrah Al-Baiyinah (98), âyah 5]. También dice el Altísimo: “Y tened por cierto que os pondremos a prueba con temor, hambre, pérdida de riqueza, personas y frutos. Pero anuncia buenas nuevas a los pacientes” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 155]. Dice también Allâh: “¡Hombre! ¿Qué te engañó apartándote de tu Señor, el Generoso? El que te creó, te conformó y te equilibró, dándote la forma que quiso” [Sûrah Al-Infitâr (82), âyât 6 a 8]. Dice en otro versículo del Qurân: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y que cada uno espere para el mañana lo que él mismo se haya buscado. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh está informado de lo que hacéis” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].

Hermanos y hermanas, dedicaremos la jutbah de hoy a las obras del corazón, que son de las obras más hermosas que puede hacer el siervo para acercarse a Allâh, porque permanecen, en la mayoría de los casos, en secreto entre el siervo y su Señor, pero, a pesar de eso, tienen un gran impacto en la mejora de las obras que hacemos con los miembros de nuestro cuerpo, como el salâh, el ayuno, la peregrinación, etc.

El corazón es escenario de grandes obras, como también es el recipiente que puede contener peligrosas enfermedades y males, y en ambos casos, impacta de una manera notoria en nuestros actos manifiestos.

En un hadîth lleno de sabiduría, nuestro Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo, entre otras cosas: “Hay en el cuerpo un trozo de carne que, si está bien, todo el cuerpo lo está, pero si se corrompe, se corrompe con él todo el cuerpo”.

Para que el corazón esté bien se debe habituarlo a algunas obras y protegerlo contra ciertas enfermedades. Entre las obras que se realizan con el corazón y que debemos hacerlas parte de nuestra costumbre, la primera y más importante, luego de la fe en Allâh es la sinceridad.

La sinceridad en las intenciones es una condición vital para la aceptación de nuestras buenas obras, porque Allâh sólo acepta las acciones que han sido realizadas con intención de complacerle. Dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Allâh es puro y solo acepta de las acciones las que son puras” Si una persona hace una buena obra con el único fin de alcanzar la complacencia de su Señor, y la realiza según lo ha indicado nuestro Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), puede confiar en que Allâh aceptará su obra y lo recompensará por ella.

Al adoptar la sinceridad, incluso las costumbres más simples se convierten en acciones buenas y merecedoras de recompensa, mientras que la ostentación y la falta de sinceridad convierten incluso a las buenas obras en malas acciones capaces de arrastrarnos a la ruina.

Uno de los hábitos que nos ayudan a ser sinceros, es el de estar conscientes de nuestra intención antes de comenzar cualquier obra o realizar cualquier acción, y luego mantenernos en permanente revisión de nuestra intención hasta la conclusión misma de nuestras obras, e incluso después de eso, para evitar así que una falla en las intenciones, por mínima que esta sea, arruine nuestros esfuerzos y eche por tierra nuestros sacrificios.

Otra de las obras del corazón es la paciencia. Allâh le ha dado las buenas nuevas a los pacientes, quienes muestran firmeza ante las calamidades, firmeza y perseverancia en las buenas obras y autocontrol para no caer en lo que Allâh ha prohibido.

Allâh dice: “Y tened por cierto que os pondremos a prueba con temor, hambre, pérdida de riqueza, personas y frutos. Pero anuncia buenas nuevas a los pacientes” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyah 155]. También dice Allâh: “… y cierto que a los perseverantes se les pagará su recompensa sin límite” [Sûrah Az-Zumar (39), âyah 10]. La paciencia es la llave de la Ayuda de Allâh, y material de inestimable valor para obtener consuelo ante las dificultades de esta vida. Dijo nuestro Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “A nadie le ha sido otorgado un regalo mejor y más amplio que la paciencia”.

Otra de las obras a las que nuestros corazones deben estar habituados es la costumbre de juzgarse a uno mismo, y revisar nuestras acciones de manera periódica . A través de esta costumbre, seremos capaces de hacer un seguimiento de nuestro rumbo en esta vida, e identificaremos nuestros aciertos y errores, para perpetuar así los primeros y corregir los últimos.

Por último, mencionaremos aquí el arrepentimiento. El arrepentimiento es una de las obras más importantes de entre las obras del corazón. Una vez que conseguimos identificar nuestros errores a través de esa revisión permanente que mencionábamos, es importante hacer un esfuerzo por abandonarlos primeramente, luego arrepentirnos sinceramente ante Allâh, teniendo en cuenta que Él es el Único capaz de perdonar nuestras faltas y es el Perdonador, el Compasivo.

Una persona que está constantemente en istigfâr (pidiendo perdón a Allâh) estará siempre limpio y puro de faltas y pecados. Somos débiles y nos equivocamos incluso sin darnos cuenta, por eso, pedir perdón a Allâh siempre, nos mantendrá en constante purificación y nos convertirá en los amados de Allâh Altísimo.

Éstas son sólo algunas de las obras que deben realizar nuestros corazones para obtener la Complacencia de Allâh y para que se nos facilite cumplir con las acciones físicas.

Rogamos a Allâh que nos ayude a adquirirlas y convertirlas en hábitos que nos sirvan en esta vida y la otra. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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