La felicidad y como obtenerla

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Respetados hermanos y hermanas en el Islam, es un hecho común que cada creación de Allâh, cada ser vivo, todos y cada uno de los organismos que respiran tienen un único objetivo final; en cada cosa que hace, en su sueño y en su estado de vigilia, en sus accionar y su descanso, en su comida, bebida y socialización, en cualquier acción que haga cualquier tipo de organismo vivo, animal o persona, humano o genio, musulmán o no musulmán, hombre o mujer, solo tiene un objetivo final, que es encontrar la felicidad interior. Este objetivo es sentirse pleno, sentir alegría, sentir sakîna (sosiego) y tuma’nîna (satisfacción), es sentirse en paz dentro de sí mismos. Entonces, haga lo que haga cada persona, esa persona piensa que a través de esto “seré feliz; me traerá consuelo; me traerá placer; me traerá alegría y paz”. Esto es lo que motiva a cada organismo vivo y a cada ser.

El objetivo es uno, y ese es el objetivo de sentirse feliz. Pero encontramos que los caminos para encontrar esta felicidad son diferentes. Encontramos que varias personas toman diferentes objetivos, diferentes métodos, diferentes caminos, y todos piensan que llegarán al mismo destino. Entonces encontramos que un grupo de personas cree que la felicidad se encontrará a través de las posesiones, del dinero, de la riqueza, de poseer las mejores casas y automóviles. Entonces, encontramos que esta persona, todo lo que hace es averiguar ¿Cómo puedo obtener la mayor cantidad de dinero? ¿Qué título debo obtener? ¿Qué educación, qué universidad, qué trabajo, qué empresa, qué compañía? ¿Cómo puedo subir la escalera corporativa? Toda su vida se convierte en conseguir riquezas, por lo que creen que serán felices.

Otro grupo de personas piensa que la felicidad se encuentra en la fama o el reconocimiento. Así encontramos que este grupo todo lo que hacen es ¿Qué puede hacerme famoso? ¿Cómo puede reconocerme la sociedad? Entonces se convierten en actores o actrices, se dedican a la música y al canto, o si les gustan las artes y las ciencias, piensan: “¿Qué puedo hacer para ser famoso, para ganar un premio? Cuando todos sepan quién soy, entonces alcanzaré la felicidad y la satisfacción”.

Otro grupo más de personas cree que la felicidad se encuentra en satisfacer sus deseos carnales y sus instintos sensuales. Y así, encuentras a este grupo de personas volviéndose hacia la lujuria y los embriagantes, hacia las drogas y la extravagancia. Piensan que, al adormecer sus sentidos, al asegurarse de que se cumplan todos y cada uno de los deseos más básicos dentro de ellos, encontrarán la felicidad.

La mayoría de nosotros lamentablemente creemos que la felicidad es una combinación de todos esos factores. Un poco de riqueza, con un poco de fama y un poco de deseos sensuales. Así es como buscamos la “felicidad”. Pero la realidad es que, cuando miras a las personas que han pasado su vida siguiendo estos diversos caminos, cuando miras a las personas que la sociedad considera que han alcanzado los escalones más altos de riqueza, fama, sensualidad, las personas más extravagantes, ricas y famosas, te das cuenta de su triste realidad. Si fueras a entrevistar a esta élite, si fueras a conocerlos y preguntarles: “Has pasado tu vida acumulando esta riqueza, amasando fortunas, estás en la lista de las cien personas más ricas o las cincuenta personas más ricas; eres una de las personas más influyentes según los medios; o, eres uno de los actores y actrices más famosos, todo el mundo te conoce; tus fotos aparecen en las revistas; te caes, estornudas, te ríes, se convierte en noticia nacional; entras al hospital, sales de él, todo el mundo lo sabe, déjame preguntarte ¿Has alcanzado la felicidad? ¿Has traído esta felicidad a tu vida?, porque el resto de la sociedad te admira y te toman como su modelo a seguir, te toman como sus ídolos a los que tienen que adorar; todo lo que haces se convierte en su objetivo de vida, siguen tus estadísticas, tus matrimonios y divorcios ¡tú eres su modelo a seguir! Pero déjame preguntarte ¿Eres feliz en tu vida personal? ¿Has logrado lo que el resto de la gente cree que has logrado?”. Si estas personas pudieran ser honestas contigo (y muchas de ellas lo han sido, si lees sus entrevistas, y muchas de ellas no lo son, pero si pudieran ser honestas contigo) dirían: “No. Todavía no”.

Para muchas personas, lo mismo que estaban deseando se convierte en una maldición. Para muchas personas, la fama, el reconocimiento, se convierte en una maldición de la que no pueden salir, ya no pueden vivir una vida normal. Eran los que no querían vivir una vida normal, eran los que se esforzaban por hacerse famosos. Una vez que llegan allí, se arrepienten. Ya no pueden disfrutar de una vida normal. y no tienen a nadie a quien culpar sino a ellos mismos.

Cuando se vuelven ricos, todo su pensamiento, todo su día y noche se convierte en preocupación por su capital que sube y baja, sus ingresos tambalean o se incrementan. En otras palabras, su tiempo queda encerrado con ese dinero, no con su familia, no con las alegrías de la vida, no con la felicidad real. Si visten un traje más elegante y conducen un auto mejor. Sus corazones están más ocupados y sucios, no tienen nada con qué disfrutarlo, porque sus mentes siempre están pensando en este dinero y en cómo obtener más y cómo  asegurarse de que no desaparezca. Se vuelven esclavos del dinero que estaban adorando aparte de Allâh.

Muchos de nosotros, desafortunadamente, también hemos caído en este tipo de pecados, pero ¿Estos deseos traen felicidad infinita? ¿Provocan alegría y sinceridad genuinas? ¿Producen realización, sakîna interior?; o es como un dulce envenenado, que disfrutas algo por un rato. Disfrutas de algo por un tiempo, y luego lo que queda es veneno amargo. Esto es algo que experimentamos en nuestra vida diaria, cuando cometemos un pecado, cualquiera que sea ese pecado. Claro que lo disfrutamos, por eso lo hicimos. No nos engañemos y digamos que no hay placer en el pecado. Por supuesto que hay placer en el pecado, por eso cometemos pecados; porque disfrutamos haciéndolos. Pero déjame preguntarte, cuando terminamos ese pecado, incluso durante, mientras cometemos ese pecado y tan pronto como lo terminamos ¿Nos sentimos orgullosos? ¿Nos sentimos bien? ¿Nos sentimos felices dentro de nosotros mismos? Por el contrario, nos sentimos disgustados. Nos sentimos mal, nos sentimos sucios, un tipo de suciedad, puedes darte mil duchas, no te quitará la suciedad que sientes porque es una suciedad interior. Es una basura interior que has puesto en ti mismo y en tu propio sistema.

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Pero quien se aparte de Mi recuerdo… Es cierto que tendrá una vida mísera…” [Sûrah Taha (20), âyah 124].

Todo esto nos muestra que los caminos hacia la felicidad que ha elegido la humanidad no son los caminos últimos hacia la felicidad, eso es evidente todo eso, cada persona puede observar eso. La vida misma nos lo demuestra. El Qurân y la Sunnah se suman a esto, no necesitamos citar muchas evidencias, porque la experiencia humana, la interacción humana, es evidencia suficiente de que los caminos hacia la felicidad no se encuentran en las formas en que la mayoría de la humanidad. los están haciendo.

Entonces surge la pregunta, si los caminos a la felicidad no son como hemos mencionado antes, ¿cuál es entonces el camino a la felicidad?. Esto nos trae a un punto muy interesante e importante. El ser humano es compuesto de un cuerpo y un alma, Rûh (alma) y Ÿasam (cuerpo). Tenemos un cuerpo físico y un alma interior, un rûh, los dos juntos forman la vida tal como la conocemos. El rûh y el ÿasam juntos forman la vida tal como la conocemos.

Por lo tanto, para alimentar el rûh, necesitamos sostenerlo a través de una conexión con Allâh Subhânahû wa Ta‘âlâ. Entonces ¿Cómo alcanzamos la felicidad al alimentar el alma? Estableciendo una conexión con Allâh. ¿Cómo establecemos una conexión con Allâh? Haciendo lo que Allah quiere de nosotros.

Hermanos y hermanas, la máxima felicidad proviene de Allâh Subhânahû wa Ta‘âlâ. Para obtener esa felicidad necesitamos establecer una conexión con Allâh. Una vez que establecemos una conexión con Allah, el mundo se vuelve secundario. El mundo no se convierte en nuestro objetivo final y cuando el mundo se convierte en nuestro objetivo final, de repente estamos contentos con lo que tenemos. Nuestro dinero, nuestra riqueza, nuestra fama, nuestra familia, nuestra salud, todo, lo tenemos, Alhamdulillâh, le agradecemos a Allâh, y si no lo tenemos, igual agradecemos a Allâh y nuestras actitudes son optimistas y esperamos lo mejor de Allâh.

Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Los que creen y tranquilizan sus corazones por medio del recuerdo de Allâh. ¿Pues no es acaso con el recuerdo de Allah con lo que se tranquilizan los corazones?” [Sûrah Ar-Ra’d (13), âyah 28].

Sa’d (radiallâhu ‘anhu) narró: “El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Entre la felicidad del hijo de Âdam está la satisfacción con lo que Allâh ha decretado para él; entre las miserias del hijo de Âdam está el dejar de pedir guía a Allâh; y, entre las miserias del hijo de Âdam está el descontento con lo que Allâh ha decretado para él”. [Tirmîdhî].

El punto es que cuando corregimos nuestra perspectiva, el estado externo y superficial y los deseos del mundo, se vuelven verdaderamente irrelevantes. Si no corregimos nuestro estado interior y nuestro rûh, no importa cuánto alimentemos nuestros deseos, el ÿasam, nunca estará satisfecho. No importa lo que hagamos con el cuerpo nunca estará satisfecho, siempre querrá más y más y más. Pero si alimentamos el alma correctamente, entonces el cuerpo se vuelve feliz, y cuando se vuelve feliz, solo entonces es donde encontramos la felicidad definitiva.

‘Umar ibn Al-Jattâb (radiallâhu ‘anhu) narró: “Fue preguntado el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “¿Qué acciones son las mejores?” El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Traer felicidad a un creyente, calmar su hambre, vestir su desnudez o satisfacer sus necesidades”. [Al-Maÿma’ul-Ausât].

Por eso siempre debemos entender y tener presente que nuestro éxito en este mundo y después de la muerte, es en la actualidad solamente en vivir manteniendo nuestra conexión con Allâh, el mejor ejemplo para nosotros es el Mensajero de Allah (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y sus distinguidos compañeros.

Nuestra vida en este mundo es muy corta, el camino hacia la felicidad eterna es con Allâh, con el Dîn de Allâh y la Sunnah de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Por eso, roguemos a Allâh para que ilumine nuestras vidas y que Allâh nos de la habilidad de seguir este bendito camino. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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