LA DESPEDIDA DEL MES DE RAMADÂN

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

“¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh como debe ser temido y no muráis sin estar sometidos” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 104].

Hermanos y hermanas, embellezcamos el final de este Sagrado Mes de Ramadân con buenas obras y mantengamos nuestro compromiso con Allâh. Permanezcamos en la obediencia a nuestro Señor y multipliquemos el arrepentimiento, ya que este, repara lo que se ha roto de nuestro ayuno. Recurramos a Allâh con agradecimiento y alabanza por Su misericordia y favor. Ciertamente, hemos alcanzado el fin de Ramadân en buena salud, seguros y entregados.

Este es el último viernes de Ramadân, así es como pasa la vida, así es este mundo. El ser humano es una suma de días y cada vez que un día se va, parte de él se va también. Por la gracia de Allâh sobre nosotros ¡Oh, creyentes en Allah y en el Último Día! hemos dedicado este noble mes a nobles actos de adoración.

Que Allâh nos permita continuar en la obediencia a Él y que nos conceda amor por ella. Hagamos un pacto con nosotros mismos al final de este noble mes de continuar en la obediencia a Allâh. Supliquemos a Allâh con sinceridad, desapego y perseverancia para que mantenga en nosotros la bendición de la obediencia y nos conceda amor por ella.

Después de Ramadân, en los primeros días del mes de Shauwâl, no cortemos la conexión que hemos establecido, ni detengamos las buenas acciones que hemos comenzado. Recordemos las palabras de Allâh cuando dice: “A los que luchan por Nosotros, les guiaremos a Nuestro camino, es cierto que Allah está con los que hacen el bien” [Sûrah Al-‘Ankabût (29), âyah 69]. Aprovechemos la fuerza de la súplica en estos momentos auspiciosos que quedan de este mes sagrado.

Hermanos y hermanas, Esto es solo una parte de la generosidad de este mundo, pero en el Más Allá hay algo que los descriptores no pueden describir: “Es cierto que los temerosos estarán en jardines y ríos. En un lugar de reposo verdadero, junto a un Señor Todopoderoso” [Sûrah Al-Qâmar (54), âyât 54 y 55].

Dice Allah: “A quien haya obrado con rectitud sea varón o hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la recompensa que le corresponda por lo mejor que haya hecho” [Sûrah An-Nahl (16), âyah 97].

En este mundo hay un paraíso que quien no entre en él, no entrará en el Paraíso del Más Allá. Quien no disfruta de el placer de la obediencia de Allâh y cercanía de Allâh, no disfrutará del Paraíso que Allâh preparó en el Más Allá.

La vida buena es el fruto de la cercanía con Allâh, la fuerza de la conexión con Allâh, la confianza en Allâh, la dependencia en Allâh y el consuelo en obedecer a Allâh.

Hermanos y hermanas, estos días están a punto de partir después de que los creyentes disfrutaran de ellos y depositaran en ellos lo mejor de sus acciones. Estos días grandiosos tienen un espíritu para quien lo conozca, lo comprenda y actúe con todo su esfuerzo.

Sepan que son los días más preciosos y los momentos más valiosos. Allâh Subhânahu wa Ta‘âlâ brinda oportunidades a Sus siervos, quien las aprovecha con seriedad y compite en ellas, será bendecido en su vida y aumentará su recompensa. El ayuno, la oración nocturna, la recitación del Qurân, la Peregrinación a la Casa Sagrada de Allâh, la caridad y la bondad, la adoración durante las últimas diez noches y la Noche del Decreto, y el cumplimiento del Zakâtul-Fitr…, todas son oportunidades magníficas. Quien compita en ellas, cosechará ganancias sin pérdida después, pero quien se descuida y se desanima, conformándose con los despojos de este mundo pasajero, será de los perdedores, ya que tal vez no se le vuelva a presentar esa oportunidad.

Hermanos y hermanas, reflexionemos sobre las condiciones de otros en este noble mes, para que reconozcamos el favor de Allâh sobre nosotros y le agradezcamos por Sus bendiciones, alabándolo y recordándolo. En este mes noble, miles de millones de personas fueron privadas de esta gran bendición, ya sea porque descreían de Allâh ignorándolo o rechazaban adorarlo por arrogancia, por lo que no conocieron Ramadân ni experimentaron el júbilo del ayuno, la oración nocturna y la recitación del Qurân.

Durante Ramadân, mientras nosotros disfrutábamos de seguridad y estabilidad, millones de musulmanes pasaron este mes en medio del terror y el miedo, entre guerras interminables, conflictos continuos y pruebas constantes.

En momentos de atardecer o al comienzo del ayuno, nuestras mesas se llenaban con las bendiciones de Allâh, mientras algunos musulmanes rompían su ayuno con apenas lo suficiente o incluso menos que eso.

En Ramadân, Allâh nos ha concedido bienestar físico y salud, mientras que en hospitales y algunas casas, hay enfermos que sufren dolores y son tratados por enfermedades que los distraen del regocijo de Ramadân y sus manifestaciones, privando los de observar sus rituales.

Así que agradezcamos a Allâh por habernos protegido de tales aflicciones.

Hermanos y hermanas, hoy nos despedimos de los últimos días del mes de la bondad y las buenas acciones, pero lamentablemente, aún hay quienes continúan inmersos en sus pecados, persisten en su negligencia hacia Allâh, ¿Cuándo despertarán? ¿Cuándo volverán a Allâh? ¿Dónde están las lágrimas de arrepentimiento? ¿Dónde está el remordimiento por lo que han perdido de sus vidas? ¿Se preguntan a qué día han pospuesto su arrepentimiento? ¿Hasta el próximo año? No tienen garantía de tiempo ni conocimiento del destino.

Cuántos esperaban llegar al Ramadân y no lo alcanzaron, y cuántos empezaron el primero y no completaron el último.

Hermanos y hermanas, ‘Umar Ibn Abdul-Azîz (radiallâhu ‘anhu) escribió a las provincias ordenándoles que sellaran el mes de Ramadân con el perdón y con el Zakâtul-Fitr. El Zakâtul-Fitr purifica al ayunante del ocio y la obscenidad, y el perdón repara lo que el ayuno puede haber sido afectado por el ocio y la obscenidad.

Esta caridad es obligatoria para cada musulmán que tenga suficiente para sí mismo y para su familia en el día del Eid y su noche, sin importar si es hombre o mujer, joven o viejo, rico o pobre, ayunante o no ayunante. Debe ser pagada por aquellos que son responsables de mantener a una esposa o parientes si no pueden pagarla por sí mismos. Si pueden, es preferible que la paguen por sí mismos, ya que son los principales responsables de ello.

Es permisible pagarla hasta un día o dos antes del Eid, pero no está permitido retrasarla más allá de la oración del Eid sin excusa. Si se retrasa sin una excusa, no será aceptada, ya que va en contra de lo que el Mensajero de Allah ordenó. Según el hadîth de Ibn ‘Abbâs (radiallâhu ‘anhu): “Quien la pague antes de la oración del Eid será aceptada como caridad obligatoria, pero quien la pague después de la oración del Eid será considerada como caridad voluntaria”.

Siervos de Allâh, vuestro mes está a punto de concluir y sellar lo que habéis depositado en él de obras y palabras. Quien haya hecho el bien y embellecido su mes, ahora está cosechando los brillantes frutos y las luminosas luces de sus acciones. Porque la obediencia tiene un efecto en el que la práctica, en su tiempo, en su riqueza, en su salud y en su familia.

Hermanos y hermanas, quien haya prohibido para sí mismo lo que es ilícito en el mes de Ramadân, que se abstenga de ello en los meses y años venideros, ya que el Señor de los doce meses es uno, y Él es testigo de todas las cosas.

Que Allâh nos recompense por la despedida de este mes de bendiciones, que multiplique nuestras bendiciones, y nos bendiga en lo que queda de él, y nos guíe por Su gracia y misericordia. Âmîn.

Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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