Jutbah Semanal

Traducción al español de la Jutbah que se dicta en árabe desde el Mimbar de Mezquita As-Salam, cada viernes y en los Eid.

LAS ACCIONES CUYO LUGAR ES EL CORAZÓN

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jutbah queremos tocar un tema muy importante, tanto como para los padres como para los hijos. Un factor que hace en el hogar un ambiente agradable y de la vida un deleite, nos referimos a los derechos de los hijos sobre sus padres.

Dice Allâh Altísimo: “¡Vosotros que creéis! Guardaos a vosotros mismos y a vuestra gente de un Fuego cuyo combustible serán los hombres y las piedras. Sobre él habrá ángeles duros y violentos que no desobedecerán a Allâh en lo que les ordene, sino que harán lo que se les ordene” [Sûrah At-Tahrîm (66), âyah 6].

Nuestros hijos son los frutos de nuestro corazón, un regalo de Allâh que no tiene precio, la belleza y el adorno de esta vida, y sus súplicas y buenas obras son lo que dejaremos atrás de nosotros al abandonar esta vida. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cuando muere el ser humano, se cortan sus obras excepto tres: Una caridad continua, o un conocimiento beneficioso que haya dejado, o un hijo bondadoso que suplique por él”

Nuestros hijos e hijas son el cuerpo de la Ummah de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y son una responsabilidad sobre nuestros hombros. Dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cada uno de ustedes es un pastor, y será preguntado por su rebaño. El îmâm es un pastor y será preguntado por su rebaño. El hombre es el pastor de su familia, y será preguntado por su rebaño. La mujer es pastora de la casa de su esposo, y será preguntada por su rebaño”.

Los hijos tienen sobre los padres más de un derecho, que debe ser cumplidos. Para cada uno de nosotros nuestra madre es la mejor de todas, porque es la madre que nos crio de la mejor manera y nos enseñó. Eso ciertamente es un derecho en favor de cualquier niño, por cierto, antes de que su madre lo conciba. Por eso, el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos aconsejó fijarnos en el Dîn de una persona al momento de decidir con quien casarnos. Al final es la madre quien más tiene efecto en la crianza de los niños. 

Otro derecho del niño es a la vida. En el momento en que se desarrolla el feto en el útero de su madre, el niño obtiene el derecho a la vida, establecido por el Islam. El feto tiene un derecho a la vida y es prohibido perjudicarlo o dañarlo. Tan pronto como llega a los cuatro meses de gestación el alma es soplada en él.

Es un derecho del niño, luego de haber nacido, anunciar las buenas nuevas de su llegada a este mundo. Nuestro Dîn tiene ciertas disposiciones relativas a su nacimiento, como por ejemplo anunciar la buena noticia por su nacimiento, como el caso mencionado en el Qurân sobre el nacimiento del Profeta Yahia (‘alaihis-salam): “Y los ángeles lo llamaron mientras permanecía en pie rezando en el lugar de oración: “Allâh te anuncia la buena noticia (del nacimiento) de Yahia, que será confirmador de una Palabra de Allâh, señor, casto, y de entre los justos, profeta” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 39]. La gente debería anunciar buenas nuevas y mostrar la felicidad por el nacimiento de los niños o niñas, sin hacer ninguna discriminación.

Un importante derecho es recitar el Adhân (llamado a la oración) en el oído derecho del recién nacido y el Iqâma (la segunda llamada para informar a la gente que la oración comienza) en su oído izquierdo.

Tahnîk (poner dátil masticado en las encías del recién nacido) es otro derecho de los niños. Esta práctica era realizada por el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Abû Mûsâ (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Tuve un hijo y lo llevé ante Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y él lo nombró Ibrâhîm. Él masticó bien un dátil y lo puso en la boca del niño e hizo súplicas para que sea bendecido y, entonces, me lo devolvió”.

Afeitar la cabeza del bebé y dar el equivalente en plata del peso de ese pelo como sâdaqah es uno de los derechos del recién nacido. Esto implica beneficios para la salud y la sociedad. entre los beneficios para la salud están: la apertura de los poros de cabeza del recién nacido y protegerlo frente a cualquier cosa insalubre. Tal vez esto ayuda a eliminar el cabello débil para que crezca un cabello más fuerte. El beneficio social se obtiene al dar el peso del cabello afeitado en caridad. Se trata de una aplicación práctica del concepto de solidaridad social entre los miembros de la sociedad, y esto hace felices a los pobres.

Otro deber de los padres es el de escoger para sus hijos los nombres más agradables. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “En el Día del Juicio, serán llamados por sus nombres y el de sus padres, por eso escojan buenos nombres (para sus hijos). No solamente exhortó verbalmente, sino que lo demostró cuando nació uno de sus hijos. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Nació mi hijo esta noche, y le puse por nombre Ibrâhîm.” En otra ocasión dijo (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Utilicen los nombres de los profetas. Y ciertamente los nombres más queridos por Allâh son ‘Abdullâh y ‘Abdur-Rahmân”.

Sin duda alguna que una de las responsabilidades más grandes sobre los padres para con sus hijos, es el de darles una buena formación valórica. Ellos tienen el derecho de conocer a Allâh desde su infancia temprana y a crecer conociendo el porqué de la vida. Todo niño cuando nace, lo hace con la naturaleza (fitrah) sus padres son quien lo convierten más adelante en judío, cristiano, u otra religión. Cada uno de los padres tiene que preocuparse de facilitarle una buena formación a sus hijos. No esperar a que alguien lo haga por ellos. La casa es la primera escuela y lo que aprenden los niños de sus padres será una formación durante todas sus vidas. Todos los niños, sin duda, necesitan alimento, vestimentas, y un techo bajo el cual vivir, pero su necesidad por una buena formación y educación es mucho más importante. Una buena educación protegerá su Dîn, su intelecto, su descendencia, su cuerpo y sus bienes.

No hay regalo mejor que esto. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “No hay mejor regalo de un padre a su hijo, que (le transmita) un buen carácter”. Los padres deben inculcar desde pequeños en sus hijos los más altos valores que nos enseña el Islam. Enseñarles a ser honestos, esforzados y a respetar a la gente. Debemos inculcar en ellos el amor por las buenas obras, y el odio por las malas. Debemos mostrar mucha preocupación cuando se trata de sus deberes para con Allâh. Dijo Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Ordénenles hacer el salâh a sus hijos a los siete años…”.

Hermanos y hermanas, sepan que sus hijos son una gran responsabilidad sobre sus hombros, y que serán preguntados por ellos en el Día del Qiyamah. Asegúrense de que vayan por el buen camino, aprendiendo lo que les beneficia. Que no estén saliendo con malas amistades que pueden inculcarles algún tipo de malas costumbres e incluso alejarlos del Camino de Allâh. Ayúdenlos a organizar sus vidas de la mejor forma, con la experiencia que Allâh les ha dado a ustedes. Enséñenles a estar siempre alerta. Que no se los vayan a llevar las malas amistades, el mal ambiente de las calles, las juntas nocturnas, cayendo en cosas y adquiriendo costumbres de las que después es muy difícil salir.

Es importante crear un ambiente de confianza en que los niños sientan que tienen donde volver en caso de estar en problemas, o que tienen a quien pedir ayuda en caso de necesitarla. Al final, todos somos pastores, y cada uno será preguntado por su rebaño.

Hermanos y hermanas, roguemos fervorosamente a Allâh para que nos de la capacidad de cumplir con cada derecho de nuestros niños. Âmîn.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakâtuh

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