En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos traído al Camino Recto, honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, quien transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por Su orden. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “¡Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de un solo ser, creando de él a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres. Y temed a Allâh, por Quien os pedís unos a otros, y respetad los lazos de sangre. Realmente Allâh os está observando” [Sûrah An-Nisâ (5), âyah 1].
Dice Allâh también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh como debe ser temido y no muráis sin estar sometidos” [Sûrah Ali ‘Imrân (3), âyah 102].
Dice también: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y que cada uno espere para el mañana lo que él mismo se haya buscado. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh está informado de lo que hacéis” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 18].
También dice Allâh en el Qurân: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y creed en Su mensajero y os dará de Su misericordia doblemente, os conferirá una luz con la que caminaréis y os perdonará. Allâh es Perdonador, Compasivo” [Sûrah Al-Hadîd (57), âyah 28].
También dice Allâh: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allâh y hablad acertadamente. Él hará buenas vuestras acciones y os perdonará las faltas. Y quien obedece a Allâh y a Su mensajero ha triunfado con gran éxito” [Sûrah Al-Ahzâb (33), âyât 70 y 71].
Queridos y respetados hermanos y hermanas, en nuestra Jutbah de hoy hablaremos del gran mes que se avecina. De una visita muy grata, probablemente la más grata para cualquier musulmán. Un mes sumamente esperado con gran esperanza por todos nosotros. Es el mes de la paciencia, el mes del Qurân, el mes del perdón, el mes del ayuno. Nos referimos, por supuesto, al Bendito mes de Ramadân.
Ramadân es, sin duda, un mes que nos une más y más entre nosotros como Ummah, y al mismo tiempo nos permite acercarnos y establecer una relación más fuerte con nuestro Creador.
Su ayuno es obligatorio para todo quien pueda físicamente con el ayuno. En tanto que la oración durante sus noches es voluntaria, pero de mucha virtud.
Dice Allâh Altísimo en Sagrado Qurân: “¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron. ¡Ojalá tengáis temor (de Allâh)! Por un determinado número de días, fijados para ello. Pero el que esté enfermo o de viaje, podrá hacerlo, en igual número, otros días. Y los que pudiendo ayunar (no lo hagan o interrumpan su ayuno) que alimenten, como exención, a unos pobres. Pero quien haga el bien espontáneamente será mejor para él. Y que ayunéis es mejor para vosotros, si sabéis. En el mes de Ramadán se hizo descender el Corán, dirección para los hombres y pruebas claras de la Guía y del Discernimiento; así pues, quien de vosotros vea el mes, que ayune, y el que esté enfermo o de viaje que lo haga en otro momento, por el mismo número de días. Allâh quiere para vosotros lo fácil y no lo difícil, pero quiere que completéis el número (de días) y que proclaméis la grandeza de Allâh por haberos guiado. ¡Ojalá seáis agradecidos!” [Sûrah Al-Baqarah (2), âyât 183 a 185].
Allâh hizo del ayuno del mes de Ramadân uno de los cimientos del Islam, junto con el salâh, el zakâh y el Haÿÿ, después del testimonio de fe. Son 29 o 30 días consagrados a dejar lo lícito que Allâh nos dio por Su orden, para agradarle solo a Él. Dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Ayunen por su avistamiento (la luna nueva) y terminen el ayuno (del mes) por su avistamiento. Y si se les oculta la luna, calculen 30 días”.
Allâh Altísimo ordenó a sus siervos, en este mes, dejar la comida, la bebida y las relaciones matrimoniales desde la primera luz del alba hasta la puesta del sol. Puso a prueba la fuerza de voluntad de Su siervo, haciendo ilícito para él durante los días de un mes lo que antes le era lícito. También, para que el siervo haga una pequeña reflexión “Si estoy dejando, para complacer a mi Señor, lo que Él me ha hecho lícito, con mayor razón debería abstenerme siempre de lo que me ha prohibido”. Por eso, el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Quien no deja de hablar con la falsedad y actuar de manera incorrecta… Allâh no necesita que deje de comer ni de beber”.
También dijo el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Cuando sea el día de ayuno de alguno de ustedes, pues que no hable indecencias, ni le haga daño a la gente, ni discuta, y si alguien viene a insultarle o pelear con él que diga “Estoy ayunando”.
El ayuno es, en realidad, un ayuno físico y espiritual. Su propósito está muy lejos de ser meramente pasar hambre y sed. En realidad, es como dijo Allâh “Para que alcancen la piedad”
Eso es por el día. Además, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos enseñó a revivir las noches de Ramadân con la oración, el recuerdo de Allâh y la recitación del Qurân, dijo (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Quien Ayune Ramadân con îmân y anhelo de la recompensa, le serán perdonados sus pecados anteriores, y aquel que levante las noches de Ramadân con îmân y anhelo de la recompensa, le serán perdonados sus pecados anteriores”.
Cuidemos las noches de Ramadân. Hagamos que sean un medio de acercarnos a Allâh, y de aferrarnos a Su Sagrado Libro. Qué estás contadas noches sean medio para cambiar nuestra vida, y acercarla lo más posible a la vida de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam).
Una vez, mientras Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) subía a su púlpito, sus compañeros notaron que decía “Amîn” a medida que iba subiendo los escalones. Cuando le preguntaron, Él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) les informó que el Arcángel Gabriel hizo algunas súplicas, a las que él dijo “Amîn”. Una de ellas era: “¡Ay de aquel que presencia el mes de Ramadân y no le son perdonados sus faltas!”, a lo que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Amîn”.
Preparemos desde ya nuestros corazones, y ambientemos desde ahora nuestras casas. No hay nada que pueda hacer el siervo si no es con la ayuda de su Señor, y está no es la excepción. Le rogamos a Allâh que nos permita llegar al mes de Ramadân con bienestar físico y espiritual, y que nos permita aprovechar cada segundo de este bendito mes de la manera que más le agrada.
Quiera Allâh darnos el Taufîq de entender estas enseñanzas y poder practicarlas. Âmîn.
Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh